Los mercados vuelven solo a estar pendientes de los tipos de interés. Y esta vez en dos direcciones: las decisiones que el miércoles y el jueves tomarán la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) sobre el precio del dinero, ahora situado en el 4,5% y el 5,5%, respectivamente, y las quinielas de los analistas sobre cuándo bajarán los tipos la autoridad monetaria. Estas últimas apuestas son mucho más divertidas y cambiantes, ya que Fed y BCE mantendrán los niveles actuales en su última cita anual.

Sin embargo, las expectativas del mercado sobre rebajas en el precio del dinero cambian con los datos macroeconómicos que se publican semanalmente. A comienzo de la semana se esperaba que la Fed bajase el precio del dinero en el mes de marzo, pero tras conocerse el buen dato de empleo el pasado viernes se aplazaron hasta mayo. Todo depende de la visión que se tenga sobre la evolución de la fortaleza de la principal economía mundial, que se va forjando con los datos conocidos. Y las bolsas van evolucionando de acuerdo con este parámetro que ha sido, por otra parte, el motor durante los últimos doce meses. A comienzo del año, el interés estaba centrado en cuándo los bancos centrales dejarían de subir el precio del dinero y ahora en cuándo comenzarán a bajarlo.

Trasladado a las bolsas, los sectores más dependientes de los tipos oscilan en un sentido u otro según se mueva esta corriente. Cuando se piensa que los tipos bajarán pronto, los bancos se ven afectados ante un estrechamiento de su margen financiero. Al revés, los valores más endeudados se ven favorecidos por cuanto se aligera su carga de intereses. Y, si nadie lo remedia, esta será una constante para el mercado de acciones durante las próximas semanas y quién sabe si meses. La reacción del tipo a 10 años estadounidense tras la publicación de los datos de desempleo repuntó con alegría tras haber tocado el nivel del 4,10%. Finalmente, cerró en el 4,23%. El bono alemán ni se inmutó en el 2,25%, un punto por debajo de la referencia española a idéntico plazo.

Las reuniones de los bancos centrales, unidas a las estadísticas que se esperan a lo largo de la semana (inflación y precios de producción en Estados Unidos, indicadores PMI, etc.), permitirán al mercado poner a prueba su hipótesis de una bajada de tipos clave en el primer semestre de 2024. En cuanto a los resultados financieros, algunos de los grandes nombres acostumbrados a retrasar las publicaciones estarán en la cubierta: Oracle, Adobe y Costco en Estados Unidos e Inditex en Europa, comentan los analistas de MarketScreener. Al mismo tiempo, los indicadores chinos siguen dando tumbos, con el PMI de servicios ligeramente por encima de lo previsto, pero las cifras de importación siguen siendo débiles. Pekín sigue teniendo grandes dificultades para reactivar su economía. Otros bancos centrales también tomarán sus últimas decisiones: Inglaterra, Suiza y Noruega, para que finalmente el de Japón cierre la ronda la próxima semana.

Oro y petróleo merecen especial vigilancia. El metal amarillo sigue por encima de los 2.000 dólares la onza, aunque vivió movimientos erráticos. Sin duda, la caída de las rentabilidades de los bonos supone menos competencia para este refugio. Una situación de recesión de la economía estadounidense debería empujar el dinero a esconderse en el oro, pero, de momento, nada apunta a esta circunstancia. Esto explica, en gran medida, los bandazos de esta materia prima tan singular. En cuanto al petróleo, la inquietud de los inversores reside en su efecto inflacionista o desinflacionista, de acuerdo a como evoluciona su cotización. El mercado no está realmente preocupado por los nuevos recortes de producción de la OPEP+, que pretende retirar de la circulación algo más de 2 millones de barriles diarios. En realidad, parece difícil alcanzar este objetivo, ya que algunos productores se muestran reacios o incapaces de reducir su producción. En este contexto, la ralentización de las importaciones chinas de crudo ha pasado factura. China representa más de la mitad del crecimiento de la demanda de petróleo, por lo que el menor signo de ralentización de la demanda es significativo. La prueba está en el precio del barril, que ha caído una semana más (la séptima consecutiva), con el Brent europeo a 76 dólares y el WTI estadounidense a 71,30 dólares.

Además, los analistas ya tienen descontado el adelantado rally de Navidad, por lo que no se esperan más revalorizaciones en las bolsas. El balance de un año esperado malo para la renta variable no ha podido ser más positivo. Como muestra, el humilde Ibex 35 que acumula una subida del 24%.