El reciente acuerdo entre PSOE y Sumar para reducir la jornada laboral en España ha generado un intenso debate. A partir ya de este 2024, la jornada laboral máxima se reducirá de 40 a 38,8 horas semanales, y en 2025, se reducirá a 37,5 horas. Dos horas y media a la semana es reducir jornada 30 minutos diarios. La feliz idea que, por supuesto, no puede afectar a los salarios, se nos ha vendido como un paso más en la mejora de la calidad de vida de los españoles, un factor que aumentará la productividad, reducirá accidentes laborales y, no se lo pierdan, ayudará también a la descarbonización del país y la inserción de la mujer en el mercado laboral.

Lo siento, pero no se aguanta por ningún lado la decisión. Así como en otras ocasiones he defendido medidas como el incremento del SMI, en este caso, como economista y basado en mi experiencia profesional en el mundo empresarial, les puedo asegurar que esto va a tener efectos negativos en la economía española.

Una reducción de horas de trabajo sin bajar los salarios se traduce, directamente, en un aumento del coste por hora trabajada. Es decir, un aumento de costes de producción. Muchas pymes españolas están ya, tras la subida de costes de materias primas y de componentes, así como de alquileres, con unos márgenes de beneficios muy ajustados. Si el sector empresarial ha obtenido beneficios estos años ha sido por el hecho de poder repercutir este aumento en precios, lo que se ha traducido en una inflación que necesitamos acabar de domeñar y que es el principal escollo de la economía europea. La CEOE ya ha explicado que en los sectores de agricultura, hostelería y comercio esta medida puede llevar a reducciones de producción, y que se traduzca en despidos en lugar de más contrataciones.

La respuesta va a ser menos contratos fijos y más fijos discontinuos, más subcontratación a autónomos y, no lo duden, más economía sumergida

Por ejemplo, un taller mecánico con un dueño autónomo y un mecánico con contrato. Al bajarle la jornada, solo tendrá dos opciones. Pasar él a compensar las horas de su trabajador para reparar los mismos vehículos o bien decidir una reducción del número de reparaciones que suponga una renegociación de pasar ese trabajador a media jornada. Suponiendo que, por el motivo que sea, ese pequeño empresario ya está dedicando doce o trece horas a su negocio, lo más probable es que opte por lo segundo.

En Francia fue eso lo que pasó. Cuando se procedió a una reducción de la jornada laboral en Francia a 35 horas semanales en el año 2000 muchas empresas enfrentaron un aumento de costos y una disminución de la competitividad. Según un informe del Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos de Francia (INSEE), no se generó más empleo, cayó la productividad y la competitividad de las empresas pequeñas y medianas francesas también bajó.

Por otro lado, una de las fuentes principales de supervivencia y ventaja competitiva actuales es la flexibilidad y adaptación a las variaciones de demanda. Esta medida lo único que hace es generar más rigidez en la gestión del personal. La respuesta de todo esto va a ser menos contratos laborales fijos y más fijos discontinuos, más subcontratación a autónomos y, no lo duden, más economía sumergida.

La historia demuestra que las reformas laborales sin apoyo de todos los actores sociales son menos efectivas y sus ajustes son de peor calidad

Por otro lado, dejar fuera a la patronal (una vez más) va a complicar mucho la implementación de esta medida: resistencia, conflictos laborales, reajustes… Normalmente, la falta de diálogo social se traduce en una aplicación desigual de la medida, y se van a producir desventajas competitivas y tensiones en diferentes sectores empresariales. La historia ha demostrado que las reformas laborales que no cuentan con el apoyo de todos los actores sociales son menos efectivas y sus ajustes son de peor calidad laboral y empresarial.

Finalmente, a pesar de que se ha dejado abierto el cómo a las negociaciones colectivas de cada sector, no se va a cuestionar el qué. España no es un país de grandes industrias. No podemos dar la misma medicina a una planta de montaje de coches que a una cafetería de plaza mayor de un pequeño municipio español. Media hora menos al día no sirve para nada. Ni soluciona la vida al trabajador y se la complica, y mucho, al empresario.