Recientemente, el Banco de España fijó en 500.000 el déficit de viviendas hasta el 2025. Savills y otras empresas del sector calculan que harán falta 1,2 millones de viviendas para cubrir la demanda de alquiler hasta 2030. La Asociación de Expertos Inmobiliarios ha fijado en 190.000 el número de viviendas que habría que producir anualmente, pero la cifra de visados anuales se sitúa en torno a los 90.000. La magnitud del déficit está clara, y también la necesidad de redimensionar el sector de la construcción con el fin de acercar la oferta al nivel de la demanda. Ahora bien, es importante tomar conciencia del reto mayúsculo que implicará aumentar la capacidad de producción y, por lo tanto, la fuerza del trabajo ocupada en la construcción en la medida necesaria para cubrir el déficit creciente de viviendas.

Entre los años 2000 y 2007 al conjunto del Estado se construían por término medio más de 500.000 viviendas anuales. A partir de 2008 la producción de viviendas cayó en picado, hasta tocar fondo en torno a las 30.000 unidades entre 2013 y 2015. Durante la segunda mitad de la última década se recuperó hasta situarse en 90.000 en 2019 –menos de una quinta parte de los valores promedio de los primeros 2000. El impacto de la pandemia redujo esta cifra a unos 80.000 en 2022 (último año con información estadística disponible). La contracción de la fuerza de trabajo ocupada en el sector ha seguido una trayectoria similar: en el punto más álgido, en 2007, se contabilizaban cerca de 2,7 millones de personas ocupadas (equivalentes a tiempo completo). En 2013 se habían reducido hasta 1 millón. La recuperación desde estos mínimos ha sido moderada, alcanzando 1,3 millones en 2022. La media de personas ocupadas entre 2000 y 2007 (2,2 millones) doblan el valor promedio entre 2010 y 2019 (1,1 millones).

Es un sector estratégico para nuestra economía, que está haciendo esfuerzos por mejorar las condiciones de trabajo y la innovación de procesos

El presidente de la Confederación Nacional de la Construcción, Pedro Fernández-Alén, ha declarado recientemente que habría que contratar a 900.000 profesionales nuevos para poder construir 180.000 viviendas públicas. Eso quiere decir que para producir una vivienda estándar hace falta contratar a unas cinco personas. Dando por buena la estimación del Banco de España de un déficit de viviendas de 500.000 unidades, adicionales a las que ya se producen actualmente cada año, y suponiéndose que se quiere absorber el déficit en cinco años, hacia el 2030, habría que contratar ahora medio millón de personas más para trabajar en el sector. Un reto inmenso. Para hacer frente a este reto será necesario poner en marcha un plan, acordado con los diferentes actores del sector, orientado a atraer y formar profesionales. Teniendo en cuenta que actualmente un 22% de las personas ocupadas en el sector son de origen extranjero, y que este porcentaje es muy superior en el caso de los nuevos ocupados, habrá que prestar atención especialmente a este colectivo, junto con jóvenes y mujeres, actualmente poco representados. La edad media del sector supera los 45 años y las mujeres son solo un 10% de la fuerza de trabajo. La evolución de los sistemas constructivos y la transformación digital de los procesos es otro reto importante que requerirá la adaptación de empresas y trabajadores a los nuevos oficios que van apareciendo.

En el caso concreto de Catalunya, la construcción afronta retos específicos que también hay que afrontar. Empezando por el déficit crónico e histórico de inversiones, que lastra el potencial de futuro de la economía catalana y también limita la actividad al sector. Y siguiendo por los procesos de licitación por debajo de los costes de producción, que han provocado un gran número de obras declaradas desiertas; los problemas con las tramitaciones de licencias de obra y de actividad; o las restricciones normativas y urbanísticas que frenan las nuevas promociones de viviendas. En conjunto, es un sector estratégico para nuestra economía, que está haciendo esfuerzos por mejorar las condiciones de trabajo y la innovación de procesos, avanzando en la industrialización de la actividad, y que hace falta apoyarse y prestigiar.