ERC dejó el Govern con dos grandes éxitos a nivel de política industrial: las inversiones de Chery, para hacer coches eléctricos en la antigua fábrica Nissan de la Zona Franca, y Lotte, para levantar una planta de producción de componentes de baterías en Mont-roig del Camp. Ahora ha coincidido, en pocos días, que ambas empresas han anunciado que retrasan los proyectos. ¿Es casualidad? En parte sí, pero también es consecuencia de los males que vive, desde hace ya demasiado tiempo, la economía y el tejido empresarial catalán, con la ayuda inestimable de la Unión Europea y la guerra comercial abierta con la China por el coche eléctrico.

La empresa coreana Lotte Energy anunció hace diez días que retrasa dos años, hasta 2027, la puesta en marcha de la fábrica de elecfoil, un componente formado mayoritariamente de cobre imprescindible para la fabricación de baterías, especialmente para los coches eléctricos. La inversión prevista es de 1.200 millones de euros y creará hasta 600 puestos de trabajo. Los responsables de la empresa comunicaron al nuevo conseller de Empresa, Miquel Sàmper, que "los plazos para la ejecución de la compraventa de los terrenos donde se tiene que instalar la nave y las modificaciones urbanísticas en el Plan de Ordenación Urbanística Municipal (POUM) de Mont-roig y la posterior tramitación del plan parcial urbanístico para poder acoger la actividad fabril de Lotte hacen imposible empezar las obras este año", como informó ON ECONOMIA. La burocracia, los trámites, el papeleo, de nuevo, asfixiando un proyecto empresarial.

El gigante chino Chery se asoció con la empresa catalana EV Motors para fabricar coches conjuntamente en la Zona Franca de Barcelona, con un plan ambicioso que incluye marcas de la empresa china, como Omoda, y también la recuperada Ebro, la contratación de 1.250 empleados de la antigua Nissan y una producción estimada de 150.000 coches en 2029. Unas previsiones que, si se cumplen, serán un auténtico hito industrial porque supondrá la recuperación de una fábrica, puestos de trabajo y, sobre todo, el primer aterrizaje en Europa de una automovilística china como fabricante.

No tiene sentido que no queramos coches eléctricos chinos porque reciben ayudas públicas pero sí queramos sus fábricas

Pero el proyecto arrancará tarde. La semana pasada, la empresa anunció que los primeros Omoda se empezarán a producir el próximo año en lugar de este 2024, lo que supondrá retrasar las primeras contrataciones. En este caso, a quien hay que señalar no es a la administración catalana sino a la europea. Los aranceles impuestos por la Comisión Europea al coche eléctrico chino son lo que ha provocado que Chery haya tomado esta decisión y busque adelantar una fase en la producción, para hacer algo más que montar los coches en Barcelona, y así pueda evitar los impuestos fronterizos. La primera fase, inicialmente prevista para este otoño, incluía solo la última parte de la producción de los coches, que tenían que llegar de China ya medio montados. Por eso, tenían que pagar los aranceles. Si se produce aquí una parte más importante del coche, con proveedores locales, evitará los aranceles, pero Chery todavía está lejos de esta fase y por eso ha pospuesto su aterrizaje en la fábrica. Mientras tanto, Chery importa coches de China para venderlos aquí, pero no son eléctricos sino de combustión, que contaminan más.

Es posible que con esta decisión, Chery también esté intentando hacer presión a las administraciones, empezando por la catalana y acabando por la comunitaria, para que se flexibilice la normativa y no se perjudique marcas y/o productores locales. No tiene sentido que no queramos coches eléctricos chinos porque reciben ayudas públicas pero sí queramos sus fábricas. De hecho, Pedro Sánchez sorprendió la semana pasada a sus colegas europeos al pedir, desde China, que se reconsidere la guerra comercial entre la UE y el gigante chino. Fue un duro golpe duro para Bruselas, pues supuso la primera discrepancia de un país importante y con los aranceles recién estrenados. No fue casual, España tiene muchos intereses en las relaciones con China, entre ellos los de Seat/Cupra y Chery/Ebro.

Los proyectos de Chery y Lotte no están en peligro, esperemos, pero sí otros en el futuro si ven que se ponen demasiadas trabas a las inversiones

El turismo está totalmente desprestigiado, socialmente e incluso políticamente. El mantra actual es que se tiene que apostar por sectores de más valor añadido. ¿Por ejemplo? La industria. ¿Qué industria? Preferentemente, la que camina hacia la transición energética, porque tiene más futuro. El coche eléctrico es la mejor muestra, ya que Catalunya y España ya cuentan con una larga experiencia en la automoción. Pero llegan dos proyectos que van en esta dirección, como los de Lotte y Chery, y chocan contra la burocracia, los arancels e incluso con cierta contestación social, como es el caso de la empresa coreana en Mont-roig del Camp.

La burocracia fue uno de los temas económicos de los que más se habló en la campaña a las últimas elecciones al Parlament de Catalunya, el 12 de mayo pasado. Incluso ERC admitía que era excesiva y todos los principales partidos prometieron rebajarla. El actual Govern, presidido por Salvador iIlla, acaba de empezar a andar –se formó a principios de agosto–, pero tiene que tener presente que este es uno de los grandes problemas de la economía catalana y puede poner en peligro muchas inversiones, por no hablar de las que debe haber frenado y nunca conoceremos. Los proyectos de Chery y Lotte no están en peligro, esperemos. Pero sí que lo están futuros proyectos si ven cómo resistencias burocráticas, fiscales e incluso sociales ponen demasiadas trabas a las inversiones.