Estos días hemos asistido a la presentación de Gemini, el nuevo producto de la inteligencia artificial (IA) generativa de Google. Se presenta en tres variantes: nano, pro y ultra. La nano está pensada para ser usada en dispositivos móviles, la pro parece que será la estándar y la ultra es la que tiene un mejor rendimiento. Esta última es comparable al GPT-4, marginalmente mejor en prácticamente todo y especialmente mejor en comprender vídeo y audio.

La gran diferencia de Gemini es que es multimodal desde el inicio, no es una evolución del modelo como en el caso de OpenAI y eso le da unas capacidades únicas.

Esto no es más que un ejemplo de la tormenta que el anuncio de ChatGPT hace un año desató. Pero no solo hay guerra de los grandes modelos, hay muchas más guerras, siete en concreto, que tendrán implicaciones profundas en definir ganadores y perdedores que esta tecnología, destinada a cambiarlo todo, creará.

1. La guerra de los grandes modelos

Hace un año ChatGPT, venido prácticamente de la nada, redefinió el campo de la IA erigiéndose en el líder, indiscutible e indiscutido de la generativa. Esto desencadenó hostilidades con los anteriores líderes: Google, Microsoft, Meta, Amazon, Tesla y también Apple.

Todos optaron por estrategias muy diferentes a la hora de competir. Meta lo hizo por el Open Source, creando y liberando modelos muy potentes como Llama2. Microsoft se alió con OpenAI e incorporó su tecnología a sus productos. Amazon tardó y finalmente se alió con la segunda start-up más importante después de OpenAI, Anthropic, y ahora se presenta como la plataforma (AWS Bedrock) donde entrenar y poner en producción tus modelos. Apple optó por no participar y hacer desarrollos internos que posteriormente serán incorporados a Siri. Tesla creó una nueva empresa, XAI, que ha construido uno de los superordenadores más grandes del mundo y un modelo —Grok— que ha incorporado a X (Twitter). Google optó por competir frontalmente con OpenAI y después de un año han sacado el Gemini, en tres versiones, la ultra (disponible durante el 2024) es marginalmente mejor que GPT4, parece.

¡Pero la guerra de los grandes modelos no ha hecho más que empezar! En 2024 veremos muchas más batallas y esto los hará evolucionar muy rápido.

2. La guerra de la Innovación

Paralelamente a estos nuevos descubrimientos asistimos a la guerra de la innovación. A la aplicación de estas propuestas a temas concretos capturando valor. El ChatGPT ya es una nueva categoría de producto que ya ha conseguido un mercado de más de 100M de usuarios. Dos de los otros usos genéricos son el copiloto de Microsoft Office y los copilotos para programación como el de Github.

Pero, junto con estos nos encontramos con su adopción por parte de las empresas, transformando sus actividades. Las pioneras fueron PwC en legal, Bain en consultoría, Stripe en servicios al cliente y un largo número de empresas —incluso McDonald's y CaixaBank— que buscan incluir la IA generativa en sus actividades ya sea sustituyendo funciones, ya aumentando la productividad de las existentes. Donde esto ya es una realidad plena es en el campo del desarrollo de software donde prácticamente todos usan copilotos.

Los nuevos campos de batalla se sitúan en Business Intelligence donde la interacción está migrando a chats inteligentes, y customer service, primero interno y luego dirigido al público en general. En la innovación es donde veremos más sorpresas, eso sí, a diferentes velocidades y grados de adopción.

3. La guerra del Cloud

Los proveedores de Cloud estaban centrados en lo transaccional, pequeñas operaciones, muy cortas pero muchas. Habían invertido mucho en procesadores baratos que consumen poca energía. De repente, todo esto ha cambiado, la computación vuelve a ser importante y se necesitan procesadores muy potentes que ejecuten básicamente el mismo modelo, el GPT-4 por ejemplo.

Esto ha obligado a redefinir todas las arquitecturas de Cloud y ha cogido a algunos de ellos —como AWS— con el pie cambiado y han tardado en responder. Otros como Azure (Microsoft) han aprovechado la disrupción para avanzar posiciones. A Google, todavía se le espera, pero está en ello.

4. La guerra de los Chips

Nvidia se ha convertido de repente en una empresa valorada en $1T (un trillón amerciano de dólares) y sus acciones han subido un 180% en lo que va de año. Pero no se acaba aquí. AMD, Nvidia e Intel, todos han sacado microprocesadores nuevos como H100 o el GC200 de Nvidia, compitiendo por este nuevo mercado. La escasez de estos procesadores ha sido y es un hecho palpable.

También han ganado los fabricantes de procesadores de alta gama como la taiwanesa TSMC y fabricantes de equipamiento como ASML (litografía ultravioleta).

Los proveedores de Cloud que ya diseñaban microprocesadores como AWS y Google Cloud han sacado nuevas versiones y los que no, como Microsoft, han empezado a hacerlo (con el Maia).

El margen es muy alto, una tarjeta Nvidia A100 puede tener un precio de 30.000 dólares cuando su costo de fabricación está estimado en unos 3.000, ¡la guerra está servida!

5. La guerra de los frameworks de la IA

Hasta la llegada del ChatGPT la sensación es que sobraba capacidad de computación. Los ordenadores eran a menudo más potentes de lo que se necesitaba. Esto había hecho que los lenguajes más populares fueran muy lentos (como el Python) y que los frameworks de IA (Jax/TensorFlow, Pytorch...) estuvieran muy poco optimizados, y nada de esto parecía importante.

Todo esto ha cambiado radicalmente con la IA generativa. De repente, la eficiencia era de nuevo muy importante y fueron apareciendo nuevas versiones de lenguajes y frameworks que primaban la eficiencia. Entre ellos cabe destacar Modular, que aporta un nuevo compilador de Python con extensiones y un entorno de IA que promete ser mucho más eficiente que los actuales permitiendo hacerlo todo en “mojo”, un superset de Python, sin tener que recurrir como se hace ahora a C++ y Cuda, aumentando de esta manera enormemente la productividad y la velocidad.

6. La guerra de la regulación

Después del reciente acuerdo del trílogo en Europa, Thierry Breton sacaba pecho en X diciendo que Europa era el primer continente en tener una regulación extensiva de IA. Bueno, no es cierto, la Executive Order de la IA de Biden y las directrices chinas, así como los acuerdos del Reino Unido fueron primero y la regulación europea no estará en vigor hasta alguna fecha del 2026 con desfases de 6 y 12 meses por los reglamentos.

De todas maneras, el post en X evidencia el nivel de competición entre los reguladores mundiales a la hora de ser los primeros en obtener el titular de prensa.

Incluso se ha configurado un término, ser campeones en regulación, como si regular algo que han hecho en otros continentes fuera un mérito. Esta tensión en la regulación ha llevado a posiciones extremas y una gran polarización exigiendo prohibir partes de la IA en nombre de un supuesto riesgo sistémico. De hecho, hasta ahora, un año después no parece que la IA generativa haya acabado con la democracia, ni influido en ninguna contienda electoral, ni suponga el fin de la humanidad como muchos aventuraban hace un año.

7. La guerra global

La IA en general y la generativa en particular son tecnologías de propósito general que permiten avanzar en prácticamente cualquier área, incluyendo la militar. Es por eso que son estratégicamente importantes para todos los estados y organizaciones.

Ser líder en IA, no depender de otros para desarrollar la tecnología y aplicarla, puede definir ganadores y perdedores en muchos campos, militar incluido. No es de extrañar entonces que los estados hayan invertido billones y hagan todos los esfuerzos que están a su alcance para conseguir y mantener el liderazgo o al menos para no ser dependientes de otros. Tanto EE. UU., como China, como Reino Unido, como muchos países europeos tienen planes de choque en marcha con cantidades ingentes de dinero tanto en infraestructuras de computación para no depender de los proveedores de cloud americanos, como en adquisición y creación de talento como en proyectos concretos. Europa, focalizada en la regulación, está notablemente ausente de esta séptima guerra, sin duda la más importante de todas y probablemente la más importante de este siglo.