Silicon Valley Bank: parecía imposible
- Rafael Sambola
- BARCELONA. Lunes, 13 de marzo de 2023. 13:08
- Actualizado: Lunes, 13 de marzo de 2023. 22:02
- Tiempo de lectura: 4 minutos
El viernes pasado, el Silicon Valley Bank, un acreditado banco californiano que tenía como objetivo financiar a empresas emergentes estadounidenses, tuvo que ser intervenido por los reguladores financieros convirtiéndose en la segunda bancarrota más importante en la historia del país. La entidad prestó sus servicios a una gran proporción de empresas americanas de tecnología, de biotecnología y fondos de capital riesgo. Su activo total ascendía a un valor aproximado de 212 mil millones de dólares.
Entre sus líneas de negocio principales estaba también la gestión de los depósitos que sus clientes particulares y empresas ingresaban en el banco. Desde 2020 hasta 2021, estos habían confiado al banco un total de 189 mil millones de dólares. Con esta suma tan colosal de liquidez, la entidad financiera decidió invertir en activos a largo plazo. En concreto, se invirtieron 90 mil millones de dólares en bonos estatales y depósitos respaldados por hipotecas a una tasa de interés que, en ese momento, podría estar cercana al 1,50%. Por consiguiente, era una decisión prudente. Como argumentaba su director ejecutivo Greg Becker, el objetivo era garantizar las finanzas del banco en un escenario tan complejo.
Pero entonces, ¿qué ha llevado a la bancarrota?
En primer lugar, un retiro constante de fondos por parte de las empresas tecnológicas para cubrir sus necesidades de efectivo y posteriormente de particulares. Y en segundo, la decisión de invertir en estos activos a largo plazo pensando que los tipos de interés se mantendrían en los mismos porcentajes, cosa que realmente no sucedió. Sin duda, se preguntará qué relación existe entre las dos causas. El siguiente ejemplo puede ayudarle a entender su relación.
Suponga que usted, en el año 2021 decidió comprar bonos del Estado español a 10 años por un importe de 1.000 euros con un interés que en aquella época estaba cercano al 0,52%. Admita ahora que, después de dos años (2023), toma la decisión de venderlos porque necesita liquidez de forma apremiante. Para realizar la operación es necesario dirigirse al llamado mercado secundario. Se trata de un mercado financiero dedicado a la compra y venta de valores como el suyo y que una vez fueron emitidos en una primera oferta. Usted sabe que el BCE ha ido subiendo los tipos de interés y hoy son más altos. En la actualidad el bono español a 10 años ofrece una rentabilidad aproximada del 3,49%. La pregunta que seguramente se planteará es: ¿si decido venderlos, me los comprarán al mismo precio, es decir a 1.000 euros La respuesta es no. Quien decida comprarlos buscará un retorno igual al bono actual. Es decir, el 3,49% y no el 0,52% que ofrecían en 2021. Por consiguiente, la única alternativa que tendrá usted, si quiere convertirlos en dinero, será venderlos a un precio inferior a 1.000 euros. Aproximadamente a 822 euros, con una pérdida cercana a los 177 euros, que usted deberá asumir. Pero en caso de que no quiera asumir este quebranto, entonces no tendrá otra opción que esperar hasta su vencimiento (2031), y luego recuperar los 1.000 euros de su inversión.
En el caso de Silicon Valley Bank le sucedió lo mismo que a usted. La retirada continua de fondos de sus clientes y sus necesidades de liquidez le obligó a tener que vender en el mercado secundario los bonos, pero también incurriendo en pérdidas. Originariamente, estos bonos ofrecían un interés relativamente bajo cuando se compara con los tipos de interés que están ofreciendo en los últimos 18 meses. Si alguien estaba dispuesto a comprarlos era bajo la condición de pagar menos por ellos, lo que implicaba una pérdida en el estado de resultados de la entidad.
Algunos intermediarios financieros calcularon asimismo la pérdida latente por la inversión realizada por la entidad financiera. Esto significaba que en el supuesto que no mantuviera la inversión hasta la fecha de su vencimiento y la vendiera hoy, la pérdida que se produciría sería de 15 mil millones de dólares. Una consecuencia de la agresiva subida de los tipos de interés llevada a cabo por la Reserva Federal (FED).
Eso no suele ser un problema, ya que estas "pérdidas no realizadas", no se tienen en cuenta al calcular el colchón de capital que los bancos pueden usar en caso de una recesión en el futuro. Pero el monto de esta pérdida latente, pero no contabilizada en los libros, estaba muy cercana al valor de capitalización de mercado que el banco tenía en ese momento. Una situación que no pasó desadvertida por los inversores, que rápidamente adoptaron posiciones cortas, es decir apostar por la caída en el precio de las acciones. El valor de capitalización de Silicon Valley Bank perdió en dos años 27 mil millones de dólares.
Finalmente, cuando diferentes informes y sociedades de capital riesgo alertaron de la compleja situación de la institución financiera, empezó una retirada masiva de depósitos por parte de sus clientes a medida que se extendía la ansiedad por la situación del balance y la liquidez del banco. Para cubrir estas salidas de efectivo, Silicon Valey vendió un tercio de su inversión, lo que ocasionó de nuevo más pérdidas por valor de 1.800 millones de dólares. A pesar de los esfuerzos para lanzar urgentemente una emisión de acciones para capitalizarlo y obtener liquidez inmediata, su situación de tesorería se había convertido en insostenible, teniendo que intervenir la Federal Deposit Insurance (FDIC) para cerrarlo.
A pesar de que hay pocas posibilidades de un contagio en el sector bancario, la FDIC informó hace unos días que la industria bancaria estadounidense tiene 620 mil millones de dólares de pérdidas no realizadas por poseer valores de renta fija como resultado del aumento de las tasas de interés.
Hace unos días el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Rodrigo Buenaventura mostraba su preocupación por la creciente comercialización de obligaciones, bonos y fondos en España. Alertaba a los inversores minoristas sobre el riesgo que tienen los instrumentos de renta fija, en un entorno en el que se supone que los tipos de interés continuarán subiendo.
Aunque es cierto que los bonos del Tesoro se consideran como una inversión libre de riesgo es importante recordar al inversor minorista que su precio, una vez comprados, no se mantiene fijo en el tiempo. Cualquier subida posterior de los tipos de interés dará lugar a una disminución de su valor en el mercado. Si usted los vende entonces tendrá una pérdida efectiva al igual que le pasó a Silicon Valey. Solo si lo mantiene hasta su vencimiento recuperará con seguridad el 100% de su valor.