Sobre el PIB, el PIB per cápita y la inmigración
- Josep Reyner
- Barcelona. Miércoles, 29 de enero de 2025. 05:30
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Muchos economistas vamos llamando la atención sobre la forma como, desde fuentes oficiales y de la mayoría de los medios, se difunde la información económica habitual (crecimiento del PIB, del empleo ...). Se da mucho bombo al crecimiento extensivo, creando una sensación de optimismo que después contrasta bastante con la vida real de gran parte de la población. Es el caso, por ejemplo, del crecimiento del PIB total. Cada trimestre nos llenan de grandes titulares triunfalistas desde los diferentes ámbitos políticos (Estado y Generalitat) pero no se presta atención a lo que es mucho más importante tanto desde el punto de vista del bienestar, de las necesidades ciudadanas o de la calidad de vida, que es informar sobre el crecimiento del PIB por habitante (en términos reales, sin el efecto de los precios). Y podría empezar por publicitar el de este 2024 porque el dato no será malo y dará menos pereza. Tan relevante como el pastel total es saber qué parte del pastel nos toca (aunque sea teóricamente) por persona. Y ya no hablemos sobre otros conceptos igualmente importantes como la productividad, la distribución de la renta o riqueza y la calidad ambiental del crecimiento, por ejemplo. Eso se habla mucho menos y casi reservado para los iniciados.
Estos mismos economistas solemos recordar, a menudo, que históricamente el PIB real por habitante ha crecido en España menos que en nuestros grupos de comparación habituales. Por ejemplo, la media de crecimiento anual del PIB per cápita de la OCDE entre 2000 y 2023 ha sido del 1,21% anual, en contraste con un 0,74% anual en España o un 1,14% en la UE. Eso ha sido así, sobre todo, porque en los periodos de crisis (crisis financiera 2008-2013 o Covid 2020), las caídas han sido mucho más pronunciadas, como también ha pasado en otros países europeos mediterráneos (anteriormente denominados despectivamente PIGS), que no en los países europeos centrales u orientales. Todo indica una menor capacidad de resiliencia de amplios sectores de la actividad económica y el problema de modelo económico que comporta, más fundamentado en sectores de bajo valor añadido por trabajador (productividad) que en otros países de los grupos referenciados. Es sabido y comentado sobradamente, también en este mismo medio por este autor.
Se da mucho bombo al crecimiento extensivo, creando una sensación de optimismo que contrasta con la vida real de gran parte de la población
Alguno de estos economistas ha querido significar también cómo compara Catalunya en este contexto, poniendo el acento en que en el caso catalán la comparación todavía queda más triste, ya que el crecimiento medio anual del PIB per cápita en el mismo periodo ha estado de un todavía más escaso 0,48%, incluso peor que el 0,74% español, poniendo de manifiesto eso, según este punto de vista, que nuestro modelo de producción todavía sería peor que el ya poco satisfactorio modelo español. Creo que, al respecto, se puede hacer alguna matización importante.
El crecimiento del PIB per cápita es fácilmente descomponible en dos fracciones:
PIB/Habitante=PIB/Empleo x Empleo/Habitante
La primera fracción representa la relación entre PIB y empleo (productividad) y la segunda la relación entre ocupados y población (es decir, qué parte de la población trabaja efectivamente). Eso nos permite descomponer qué parte del crecimiento del PIB per cápita es atribuible a cada componente (productividad, empleo o población). Y el resultado, calculado por un periodo más amplio (lo que llevamos de siglo) u otro más corto (desde el final de la crisis financiera) es este:
Fuente: INE, Contabilidad regional de España. Elaboración propia. Nota: el signo negativo del componente poblacional no quiere decir que el crecimiento de la población sea negativo, sino que su contribución al crecimiento del PIB por habitante es negativa en razón del hecho de que forma parte del denominador de la fórmula analizada.
Fijémonos en que la aparente escasez de las diferencias no es tal, ya que expresan crecimientos medios anuales.
El crecimiento de la productividad catalana en ningún caso ha sido peor a la española, sino que incluso la mejora ligeramente en el periodo más amplio y la iguala en el periodo más corto y más reciente. Tampoco el crecimiento del empleo difiere sustancialmente en ninguno de los dos periodos. En cambio, en los dos casos, el hecho es que atraemos población a un ritmo más rápido que el resto de España y es este el factor que diferencia decisivamente, y de forma negativa, la dinámica del PIB por habitante. Como ya sabemos que el crecimiento de la población es totalmente debido a la inmigración (la variación vegetativa de la población autóctona es negativa), eso es como afirmar que es esta mayor atracción relativa de inmigración la que motiva que el crecimiento del PIB per cápita sea inferior en el caso catalán al español.
¿Cuánta inmigración le hace falta a Catalunya? La que sea compatible con un crecimiento del PIB por habitante que nos acerque a los países de nuestro entorno
Esta mayor atracción de inmigración es común a toda el área mediterránea, probablemente tanto por una pura cuestión de ubicación geográfica, justo en medio de un gran corredor migratorio entre África y Europa, como también por dinamismo y/o clima.
¿Qué consideraciones se pueden hacer? De hecho, son diversas:
- Catalunya (como España) tiene un problema de baja productividad y, peor todavía, de bajo crecimiento de esta. Eso, que ya hemos tratado en otros artículos, no es objeto de discusión aquí.
- Tampoco se puede cuestionar que Catalunya (y España) necesita esta inmigración. En una hipótesis de inmigración cero, disminuiríamos población, seríamos más viejos y perderíamos vitalidad y después, bienestar y riqueza. Es lo que pasa cuando la natalidad se sitúa por debajo del nivel de reemplazo, como sucede.
- Eso no se contradice con el hecho de que, en el caso catalán, como otras regiones mediterráneas, la atracción mayor de población (inmigración) es la razón principal por la cual el PIB per cápita presenta un crecimiento inferior al de la media española. En cierta manera, y corriendo el riesgo de parecer provocador, podríamos hablar de un "exceso" de inmigración.
La consecuencia final de todo sería que Catalunya tiene una necesidad más intensa de regular efectivamente esta inmigración que la que pueda tener España, que probablemente también la tiene.
¿Y qué cantidad de inmigración le hace falta a Catalunya? Obviamente, la respuesta es política, pero pensando en términos económicos diría que podría ser aquella que sea compatible (con el permiso principal y necesario de la productividad) con un crecimiento del PIB por habitante que nos permita acercarnos, en un plazo razonable, a los niveles de nuestro entorno político y económico. En caso contrario, las tensiones sociales se podrían agudizar, porque, entre otras cosas, un aumento del PIB per cápita inferior quiere decir una inferior capacidad de financiar nuestros servicios sociales (cada vez más tensados a causa tanto del envejecimiento como del mismo el aumento de población), las pensiones o las infraestructuras que necesita el país, ya que la financiación de todo es mucho más dependiente del crecimiento del PIB por habitante que del PIB absoluto. Eso sin considerar, evidentemente, las deficiencias de nuestro sistema de financiación, que son otro cantar, de lo que también se ha hablado sobradamente.