El merecido reconocimiento de Aitana en la última gala del Balón de Oro y de Alexia en las pasadas ediciones como mejores jugadoras del mundo, junto al excepcional Messi, nos confirma una vez más que el talento suele estar en la propia casa y que invertir sumas estratosféricas en fichar jugadores consolidados que a menudo no se adaptan a la cultura y estilo de juego del club —Dembélé en el FC Barcelona o Eden Hazard en el Real Madrid— es un fiasco económico, además de una limitación en las expectativas de crecimiento de muchos jóvenes con talento.

Tanto Aitana como Messi manifestaron en sus respectivos discursos que el futbol es, ante todo, un deporte colectivo, donde el equipo alcanza su excelencia cuando el talento individual se pone a disposición del grupo a la vez que el equipo actúa en favor de este talento.

La actual crisis financiera del FC Barcelona ha obligado a su directiva a prestar más atención a la Masía, una fantástica escuela de formación de talentos, además de contar con un entrenador que ha crecido en la misma. Un líder que apuesta de forma decidida por la meritocracia, y que no ha dudado en confiar en jugadores de una precocidad inaudita. Unos jóvenes que están configurando el esqueleto básico de un equipo que se prevé excepcional. Recordemos que el mejor equipo de la historia del FC Barcelona, en palabras del propio Messi, estuvo formado mayoritariamente por jugadores de la Masia.

La gran contribución de Aitana Bonmatí y Alexia Putellas es que son un espejo para muchos líderes de organizaciones y empresas

¿Qué podemos decir de Aitana Bonmatí y Alexia Putellas, ambas formadas en la cantera blaugrana, quienes han sido reconocidas como las mejores del mundo? Competitivas, líderes, jugadoras de equipo, temibles para los rivales, pero sobre todo humildes y compañeras. Su actitud y compromiso es un referente para muchas generaciones y también una clara apuesta por la igualdad, pero, sin lugar a dudas, su mayor contribución es que son y serán un espejo para muchos líderes de organizaciones y empresas no deportivas.

Llegado a este punto, es cuando debemos preguntarnos por qué muchas organizaciones siguen gastando importantes sumas en la selección de los mejores candidatos del mercado, con el pretexto de que son necesarios para enfrentarse a unos retos, donde sus propios equipos carecen de la suficientemente preparación. Candidatos que proceden de entornos diferentes y que suelen requerir un largo periodo de adaptación, cuyos resultados son muy inferiores a las expectativas iniciales.

Son empresas que buscan soluciones rápidas a sus problemas y creen que estas serán mejores si proceden del exterior, infravalorando a su vez al talento propio. Una situación que obliga a empleados con un gran potencial a tener que abandonar sus empresas, porque carecen de proyectos y planes de carrera adecuados o bien están bajo las órdenes de unos líderes poco competentes que impiden su crecimiento. Un círculo altamente nocivo, que supone un elevado coste económico, la destrucción del espíritu de equipo y el empobrecimiento del clima laboral.

Se requiere de unos líderes empáticos, asertivos, orientados a la calidad y a la innovación

Para competir en el actual contexto BANI (frágil, ansioso, no lineal e incomprensible), donde las estructuras jerárquicas se convierten en obsoletas e inoperativas, se requiere de unos líderes empáticos, asertivos, orientados a la calidad y a la innovación, que sean capaces de impulsar a los equipos al éxito, al tiempo que muestran humildad necesaria para considerarse como un miembro más del equipo. Son directivos que saben expresar sus propias limitaciones, al tiempo que reconocen en otros colaboradores una mejor capacitación para la tarea encomendada al equipo. Esta humildad no supone ningún signo de debilidad ni de pérdida de autoridad. Al contrario, ya que, mediante este autorreconocimiento, el líder se muestra más cercano a sus colaboradores, crea un clima de confianza en el equipo para asumir riesgos, se aceptan los errores como signos de aprendizaje, y envía una clara señal de empoderamiento y capacidad de delegación en las personas. Lógicamente, el líder también tiene sus propias fortalezas que son reconocidas por el equipo como un referente a seguir.

Los buenos jefes saben cómo detectar el talento y extraer todo el potencial de sus equipos, para cuyo propósito existen unas metodologías de apoyo que facilitan el mayor autoconocimiento de las fortalezas individuales que contribuyen al éxito de un equipo, pero, al igual que Xavi en el FC Barcelona, confían en su gente y les conceden el espacio necesario para mostrar todo su potencial.