El hospital de la Vall d'Hebron de Barcelona cerrará el 24% de las camas de hospitalización los meses de julio, agosto y septiembre, un centenar más que el verano pasado. Pero la cosa no acaba aquí. El Institut Català de la Salut (ICS) ha pedido también a algunos centros de atención primaria (CAP) que reduzcan las sustituciones de verano por las vacaciones de los profesionales sanitarios, teniendo en cuenta la situación económica actual vinculada a la prórroga presupuestaria.

Estas han sido las dos noticias con que días atrás todos los medios del país llenaban sus portadas y artículos de opinión. Y no es para menos. Hablamos de nuestro sistema de salud, un pilar fundamental del estado del bienestar y la cohesión social.

Si bien el subdirector de CatSalut ha reiterado que este 2024 se dispone de más recursos y más personal y no ve un desbarajuste adelgazar un 25% la actividad programada, fuentes del hospital han manifestado que el cierre de las 272 camas no es sino consecuencia de la evidente falta de presupuesto. Cabe decir que habitualmente la Vall d'Hebron ya cerraba parte de las camas en verano, pero eran el 16% y solo durante el mes de agosto.

Desde el centro exponen también que este ascenso en el número de camas cerradas este año forma parte del conjunto de medidas para poder cumplir el presupuesto. De hecho, en abril la Vall d'Hebron ya comunicó a la plantilla que no renovaría el contrato de 200 profesionales eventuales del periodo de invierno que se habían prorrogado durante la pandemia, en tanto que no contaba con los fondos vinculados a la covid-19.

En realidad, el conseller Manel Balcells ya pidió a los principales hospitales de la capital catalana que tomaran medidas para equilibrar las cuentas.

El departamento de Salud mantiene que el año pasado fue un año de actividad sin precedentes en el sistema sanitario y que esta actividad se ha ido intensificando en los cinco primeros meses de este 2024. Esta actividad más acusada ha supuesto un gasto más elevado, que es lo que ahora alega Salud para justificar los tijeretazos de verano.

El ajuste del presupuesto en la Vall d'Hebron aflora unos recortes que por desgracia Catalunya todavía no ha revertido. Es un hecho: desde el inicio del año 2010 la infrafinanciación sanitaria se ha convertido en un mal endémico sin resolver.

En esta ocasión, las principales dificultades para el cumplimiento presupuestario han sido la abolición del sobrecoste de la covid, el aumento de la plantilla del pasado ejercicio y la redistribución de personal en otros puntos del territorio.

Catalunya es el único territorio del Estado que no ha restaurado los recortes y destina seis euros menos por habitante a políticas sociales

Según el estudio La insuficiencia financiera de la sanidad catalana revisitada. El gasto sanitario en el contexto de la comparativa de países avanzados, publicada por el Centro de Investigación en Economía y Salud (CRES) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), la sanidad catalana necesita 3.000 millones más para garantizar la financiación del sistema público.

Si bien la pandemia puso de manifiesto la importancia del gasto público, las comunidades autónomas tan solo han incrementado un 13,5% la inversión en políticas sociales entre el periodo 2019 y 2022: un 7,9% más en sanidad, un 17,7% en educación y un 28,8% en servicios sociales. Catalunya es, de hecho, el único territorio del Estado que no ha restaurado los recortes y destina seis euros menos por habitante.

La infrafinanciación, sin embargo, no es el único problema de la sanidad catalana, aunque sí es uno de los más relevantes. Otra gran dificultad que afronta Catalunya como país es la falta de profesionales. Lisa y llanamente: en Catalunya faltan médicos. Con la estructura actual no se puede dar respuestas a la demanda del momento. Dentro de un plazo de cinco años se jubilarán cerca del 30% de los médicos que ahora trabajan al sistema sanitario. Faltan, y faltarán, en casi todas las especialidades, pero sobre todo en la asistencia primaria.

Hace tiempo que oímos el mantra de que faltan médicos. Nos encontramos ante un grave problema del sistema sanitario y de la atención primaria en particular, porque sin inversión y sobre todo sin profesionales el sistema no puede funcionar.

Faltan médicos. Después de la pandemia y más de una década de recortes, la especialidad se encuentra en un declive agónico que lo ha llevado a una situación extrema

Se produce el hecho paradójico que en el Estado español nunca habíamos tenido tantos médicos en formación de especialidades (conocidos como MIR) como en los últimos años y la tasa de médicos en activo no ha dejado de crecer desde los años 70.

El crecimiento, sin embargo, ha sido desigual para las diferentes especialidades, siendo la atención primaria la que ha crecido menos. Según el Plan de Ordenación de Recursos Humanos (PORH), 33 de las 49 especialidades médicas reconocidas en el Estado español presentan déficit de especialistas, pero la de medicina familiar es la más alarmante. En Catalunya, por ejemplo, este año han quedado vacantes 98 plazas de médico de cabecera en la adjudicación de las plazas MIR; y en toda España las plazas desiertas se han duplicado.

La emigración de especialistas en otros países es una realidad. Las causas son múltiples, siendo la precariedad salarial la más significativa. En datos objetivos, en el Reino Unido o en Alemania, el sueldo medio de un médico es 2,5 veces más alto que en el Estado español. Pero entre territorios también hay diferencias notorias, y Catalunya exhibe nuevamente el liderazgo, con un sueldo anual hasta 10.000 euros inferior que en el resto de comunidades autónomas.

Pero los sueldos insuficientes no son la única explicación del déficit de médicos de familia. Hay otros, como la precariedad en el trabajo, la sobrecarga de trabajo o el desprestigio de la profesión. Después de la pandemia y más de una década de recortes, la especialidad se encuentra en un declive agónico que lo ha llevado a una situación extrema. La infradotación de la asistencia primaria es crónica y las medidas estructurales para revertirla, inexistentes.

Encontrar a los médicos que hoy no hay, sin embargo, requerirá políticas activas a nivel estatal y catalán. Hace tantos años que el fenómeno se reitera que no poner remedio es políticamente censurable, irresponsable y una frivolidad. No hay recetas milagrosas, pero todas pasan por más financiación, para mejorar las condiciones laborales y para prestigiar la especialidad.