Entre los retos económicos del nuevo Govern de Salvador Illa, al mismo nivel que reducir la burocracia para hacer más atractiva Catalunya para las empresas y la ampliación del Aeropuerto del Prat, está la necesidad de acelerar en energías renovables. No solo por sostenibilidad y proteger el medio ambiente, sino también por motivos económicos y de independencia energética. Es conocido que nos encontramos a la cola de España en generación eólica y fotovoltaica, con solo un 13,6% de producción, por un 55% del conjunto del Estado, cosa que no se entiende en un país que siempre ha estado a la vanguardia de España.

La semana pasada, los consellers fueron pasando por las diferentes comisiones en el Parlament para explicar su programa de la legislatura. El martes lo hizo Sílvia Paneque, consellera de Territori, Habitatge i Transició ecològica, que centró una parte importante de la intervención en energía, y eso que tiene una competencia tan crítica actualmente como la vivienda. Ya en la rueda de prensa posterior a la reunión de Govern habló de sus planes energéticos.

Paneque ha anunciado 16 medidas para acelerar la transición renovable. La música suena bien, pero ahora hace falta ponerle letra y pasar de las palabras a los hechos

La música suena bien. Aunque no ahondó en los detalles, Paneque anunció una batería de 16 medidas para acelerar la transición renovable, empezando por reducir la burocracia, ya que los años que pasan desde que se plantea un proyecto hasta que ve la luz lo hacen a menudo inviable. La agilidad administrativa es, pues, uno de los principales objetivos de las medidas, tanto con respecto a los trámites urbanísticos como en la tramitación de los proyectos. También quiere eliminar barreras burocráticas, como la que impide el cambio de titular de un proyecto mientras se tramita, y dotar de más recursos L'Energètica, que ya tiene nuevo presidente, Santi Martínez, mejor visto por el sector que Ferran Civit porque conoce el negocio.

Pero ahora hay que ponerle letra, y eso pasa por ir de las palabras a los hechos. Los grandes anuncios, las grandes cifras y las grandes propuestas se tienen que llevar a cabo. Parece una obviedad pero a menudo no se hace. Se anuncian, se hacen grandes pactos nacionales, y después los resultados no se ven, sobre todo en actividades, como la construcción de un parque eólico o fotovoltaico, que desde que se siembra hasta que se recoge pasan años y muchas veces quien suma los megavatios a la capacidad instalada es otro conseller. Es probable que Paneque quiera presentar un gran plan nacional para la aceleración de las renovables; que lo haga, si quiere, pero que no sea un anuncio de cara a la galería, que pase del dicho al hecho.

El miedo de los consellers a plantarse ante el poder local y los movimientos contra las renovables lleva demasiados años parando proyectos

Uno de los problemas que tuvo el anterior Govern en el despliegue de renovables fue precisamente las dificultades que mostró para dar este paso. A priori había voluntad, pero costaba ejecutar. A menudo los proyectos se detenían por miedo a los movimientos contrarios a la implantación del parque eólico o fotovoltaico de turno, un miedo que iba del territorio hacia los despachos, es decir que se iniciaba en el poder local de ERC y se acababa contagiando a la conselleria. A veces incluso eran consejos comarcales del mismo partido los que paraban proyectos. Pero lo que de verdad los paraba era la falta de valentía de los consellers para plantarse ante estos movimientos, a menudo antisistema, y sus dirigentes locales. Esta valentía será clave para sacar adelante los proyectos y es lo que se le tiene que pedir a Paneque y su equipo.

Todos los proyectos reciben decenas de alegaciones. Todos tienen oposición. La gran mayoría de la población quiere energía renovable, pero no tanta la quiere en su montaña, su campo o su mar. Pero también hay los que no la quieren en ningún sitio y utilizan la defensa del territorio como pretexto para parar todos los proyectos, con la inestimable ayuda de unos políticos locales que tienden a sobredimensionar estos movimientos y les cuelgan la etiqueta de "territorio" o "la gente". Cuántas veces hemos oído "el territorio no lo quiere", o "la gente no lo quiere". ¿De verdad nos tenemos que creer que una concentración de 50 personas representa a toda una comarca?

Hubiera estado bien que Catalunya tuviera una vicepresidencia de transición energética, pero aunque no la tenga, debe hacer una apuesta clara por las renovables

El nuevo Govern, y también la política local, tiene que ser consciente de que no se puede dejar gobernar por movimientos organizados que, mientras no se demuestre lo contrario, son minoritarios. Hace falta valentía, porque se tiene que asumir el riesgo de que no guste a una parte de la ciudadanía, incluso de poder perder unas elecciones, pero el bien común merece este riesgo.

Las declaraciones de Paneque hacen ser optimista, pero por una parte, hay que ver los resultados en el día a día, y por la otra, la gran muestra de que el futuro energético de Catalunya es una prioridad hubiera sido dar más peso a la cartera, ya fuera con una conselleria con menos competencias o incluso con una vicepresidencia. No es una rara avis, el gobierno de Pedro Sánchez, sin ir más lejos, hace años que tiene la transición ecológica y la energía como una de sus vicepresidencias. Y se ha notado. Aunque no tenga rango de vicepresidencia, la política energética tiene que ser una prioridad del Govern, y con valentía y mirada larga, se podrá dar el impulso en las renovables que Catalunya necesita.