El Informe Draghi, publicado la semana pasada, no ha hecho más que remarcar cuestiones ya conocidas respecto al estado de la economía europea y sus problemas. Centrando la atención en la falta de productividad y la progresiva pérdida de competitividad de la Unión en el contexto internacional, marca como uno de los ejes principales la necesidad de impulsar la innovación de nuestras empresas y territorios.

Muchos titulares han merecido la ingente cantidad de fondos que necesitaría este plan para llevarlo a puerto (y su imposibilidad para ponerlo en práctica). Sin embargo, si bien coincido en la vista general, hay cuestiones que parecen olvidarse y que requerirían de mucho mayor esfuerzo. Y quizá es la base del éxito para ser eficientes con la inversión de dinero público. Uno de ellos, en mi opinión, es el talento.

Las personas son fundamentales para desarrollar innovación. Mi experiencia en este ámbito con multitud de empresas y gobiernos me ha hecho comprobar que si no se cuenta con el talento y el conocimiento adecuado es muy difícil ser capaz de evolucionar y desplegar soluciones distintivas, que marquen la diferencia.

Coincido en la vista general del Informe Draghi, pero hay cuestiones que requerirían de mucho mayor esfuerzo, como el talento

Nos encontramos en un contexto de falta de talento global. Las razones son múltiples, pero la que más preocupa en la UE es el envejecimiento de la población. Como ya conté en un artículo hace meses, las sociedades más envejecidas son menos proclives a ser disruptivas. Pero también a adoptar novedades.

Cuando la pirámide poblacional no te brinda esa masa crítica de trabajadores cualificados, la única opción es atraer el talento foráneo. Y en esta guerra global estamos inmersos. Por un lado, tenemos a los grandes polos de innovación internacional, que atraen el talento y las empresas, simplemente por sus ecosistemas y la facilidad para avanzar con los proyectos. Véase EE.UU., China, Israel o Singapur. Por otro lado, tenemos otros actores mundiales que están atrayendo talento a golpe de cheque, para paliar su falta de conocimiento local. Esto lo llevo observando en Oriente Medio en la última década. Inicialmente invirtiendo en empresas de todos los países. Actualmente, “obligando” a estas empresas a las que prestan su dinero a generar una estructura en el Golfo Pérsico para fomentar un ecosistema local y facilitar la transferencia al tejido y el talento nacional.

Aquellos países que tienen ecosistemas favorables al talento, apenas necesitan implementar medidas adicionales para atraerlo

¿Cómo va a competir la UE en esta cruzada internacional?

Obtener talento local requiere de políticas desde las primeras etapas educativas. Y para atraer talento foráneo es indispensable generar un entorno competitivo en el que no se pongan barreras a los desarrollos novedosos. Actualmente no se dan ninguna de las dos circunstancias.

Las reducciones fiscales para el talento inmigrante o la facilidad para conseguir visados pueden ayudar, pero no son suficientes si no se asegura un entorno favorable y que no sobrecargue de tareas burocráticas y administrativas a los desarrolladores. Aquellos países que tienen ecosistemas favorables, apenas necesitan implementar medidas adicionales para que las mejores cabezas quieran emigrar a sus países. He trabajado con diferentes países para diseñar estrategias de atracción de inversión en innovación y todos los casos de éxito internacionales coinciden en estas características, además de un sistema de transferencia del conocimiento entre academia y empresa que realmente funcione y un mercado que acoja favorablemente las novedades, menos preocupado por el precio.

La carrera por la innovación en las próximas décadas estará marcada por las personas

Respecto al talento local, en un sistema donde no existe la cultura innovadora ni se promueve el pensamiento creativo, falta mucho por hacer. Estamos ante una sociedad donde el aburrimiento es el temor generalizado. Donde el ocio actual es pasivo (pasar horas frente a una pantalla recibiendo contenido). Pensemos en España, donde no tenemos ninguna universidad entre las más destacadas de los rankings internacionales y los resultados de los informes PISA son francamente mejorables.

La carrera por la innovación en las próximas décadas estará marcada por las personas. La financiación o las barreras burocráticas que ahogan actualmente a las iniciativas en Europa quedarán en un lugar secundario, pues sin personas no habrá innovación en la que invertir. Esta cuestión requiere una visión a largo plazo, para la que no sé si está preparada la maquinaria europea. Aunque ya llegamos tarde. Quizá sea este y no otro, el factor que acabe hacer languidecer al viejo continente. Y "viejo" nunca estará mejor aplicado.