El esperado informe del ex primer ministro italiano y expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, presentado este lunes por la Comisión Europea ahonda en las tesis de Letta, más inversiones y más cohesión europea para competir con China y Estados Unidos, y lo aterriza a 10 sectores clave. Son los que deberían acaparar la mayor parte de los 800.000 millones de euros de inversión anual que propone para su gran plan Marshall y en casi todos juega un papel crucial la transición energética.

Los 10 sectores clave para la economía europea, según el informe Draghi son: energía, materiales críticos, digitalización y tecnologías avanzadas, industrias intensivas en el uso de la energía, tecnologías limpias, automoción, defensa, industria aeroespacial, farma, y transporte. 

Si Letta sugería un mercado financiero único europeo que facilitara la competición directa y la cooperación entre empresas europeas, así como unas fusiones transnacionales ahora complicadas de llevar a cabo, Draghi pone sobre la mesa una forma de financiar todas estas inversiones: crear un fondo común para emitir deuda europea. 

Con una mayor y mejor enfocada inversión en tecnología y formación para cubrir las brechas del mercado laboral y mejorar la competitividad y una autonomía energética basada en la descarbonización, la Unión Europea daría un gran salto cualitativo, defiende el informe.

Ahora bien, el coste para hacerlo sería de entre el 4,4 y el 4,7% del PIB de la UE de acorde a esos entre 750 y 800.000 millones de euros anuales que habría que invertir, privados con gran estímulo público. Es el doble de lo que costó en términos relativos el plan Marshall, que, según recuerda el propio informe, movilizó entre el 1 y el 2% del P.I.B de los países que lo recibieron. "Si no lo hacemos, será una lenta agonía", sentenció Draghi en la presentación junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen.

Pese al elevado coste de las inversiones, "un incremento del 2% sobre el total de productividad en los próximos 10 años sería suficiente para recuperar un tercio del gasto fiscal", señala el informe. 

La inversión pública y privada debe ir acompañada de una "gobernanza de la UE" basada en "incrementar la profundidad de la cooperación y reducir la carga regulatoria", apunta el informe Draghi, que recuerda que "el 60% de las empresas de la UE ven la regulación como un obstáculo para la inversión". "La falta de un mercado único", tal y como indicaba Letta, es otro de los motivos por los que la inversión de las empresas europeas está muy por debajo de las estadounidenses o chinas, apunta. Además de facilitar el 'permitting', Draghi apunta a incrementar los Proyectos de Interés Común (PCI) que "eviten que los intereses nacionales se interpongan" a las necesidades industriales o energéticas.

En su diagnóstico de la situación, Draghi recuerda que pese a que Estados Unidos tiene "una posición más fuerte en tecnologías innovadoras" también "cuenta con mayores índices de desigualdad" y aboga por un modelo de crecimiento que no tenga las "contrapartidas" del modelo estadounidense y preserve este privilegio europeo, continente aún con menores índices de desigualdad del mundo. 

Energía 

Entrando al detalle de los sectores, la segunda parte del informe señala que los precios del gas en la Unión Europea llegan a ser entre tres y cinco veces mayores que los estadounidenses y que también la electricidad en el mercado mayorista es entre dos y tres veces más cara que en Estados Unidos y China, diferencia agudizada por la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania. La brecha de competitividad, añade, "no solo tiene que ver con la diferencia de precios, sino con la mayor volatilidad" que impacta cuando los precios son altos en todos los sectores de la economía.

También juega contra la Unión Europea su elevada dependencia de la importación del gas y de combustibles fósiles, que ha aumentado de los 341.000 millones de euros de 2019 hasta los 416.000 en 2023, un 2,7% del PIB europeo, fondos que "podrían ser mejor usados por la Unión Europea para invertir en infraestructura, innovación, educación y otras áreas", señala. Pese a que esta importación debe disminuir, es un proceso que "llevará tiempo". Además, el informe advierte que el cuello de botella puede aumentar durante la transición energética. 

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Parque fotovoltaico en Gran Canaria. Fotografía: Europa Press

La electrificación de la economía, con el crecimiento de las energías fotovoltaica y eólica, tendrán la clave de la soberanía energética europea, pero el desarrollo desigual entre regiones hace indispensable los "interconectores" para alcanzar la descarbonización y las inversiones en redes (unos 6.000 millones al año de cara a 2030) para que lleguen a puerto.  

Agilizar los procesos de "permitting", como se conoce en jerga económica la concesión de permisos, será una de las claves y para ello Draghi propone la creación de un ente coordinador de los mercados común a Europa para "coordinar de manera integrada la supervisión de la energía y sus mercados derivados". Además, propone un incremento de los PPA, contratos de compraventa de energía a largo plazo, más comunes en España y Alemania que en otros países, para dotar de mayor estabilidad a los precios eléctricos, así como potenciar el autoconsumo en la electricidad doméstica, entre otras medidas. Draghi apuesta además por "mantener la energía nuclear" y apostar por la "nueva nuclear", así como promover la captura de carbono, entre otras muchas medidas.   

Materiales críticos 

El diagnóstico de Draghi apunta al aumento de demanda de los materiales críticos para la electrificación, que multiplicarán por 8 la demanda de litio de cara a 2030, por tres el cobalto y por 4 el níquel, y la nueva dependencia hacia otros países como China y República Democrática del Congo o Australia (Europa prácticamente no tiene esos recursos naturales). 

El informe observa cómo Japón ha suplido con subvenciones su dependencia externa, al tiempo que Estados Unidos ha fortalecido su industria de electrificación medianta la IRA (Inflation Redution Act) y apunta también al reciclaje de estos materiales como una vía de mejora para la dependencia europea. Si todas las baterías fueran recicladas en 2040, no obstante, el cálculo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) apunta a que solo cubrirá el 12% de la demanda. 

Permisos simplificados, potenciar la producción local allí donde se pueda, diversificar la cadena de suministros y mejorar las estrategias de cooperación con los países son algunas de las propuestas de Draghi para esta dependencia con más difícil solución que la energética. 

Digitalización y tecnologías avanzadas

El capítulo de digitalización y tecnologías del informe Draghi tiene a su vez tres subapartados: banda ancha, computación e Inteligencia Artificial y semiconductores. El informe apunta que "la regulación" ha sido un desincentivador de las inversiones en telecomunicaciones en la Unión Europea y la fragmentación entre países, con diferentes teleoperadores, ha hecho más costosa la industria.

Un mercado único digital, una armonización de licencias y satélites a nivel europeo, así como de la ciberseguridad, y un incentivo a las inversiones en nuevas infraestructuras son algunas de las propuestas del documento. Sin ninguna tecnológica entre las mayores del mundo, Draghi propone también potenciar softwares europeos para disminuir la dependencia. No existen hoy nubes tan potentes en la UE como las estadounidenses de Google o Apple, ni redes sociales con el alcance de Meta, ni que se le acerquen. La UE Telecoms ACT debería liderar la transformación. 

Lo mismo sucede con la Inteligencia Artificial, en que la Unión Europea "corre el riesgo de ser totalmente dependiente de modelos de IA diseñados y desarrollados fuera". De nuevo el mercado único, las inversiones y la simplificación documental, con una ley y política únicas de la UE, son los caminos en este ámbito, de la misma forma con los semiconductores, de los que Draghi apunta a que la UE tiene "fortalezas clave en el mercado de chips", pero de nuevo una gran dependencia de actores externos. 

Industria de alto consumo energético

La industria de alta demanda energética, tiene un peso cada vez mayor en Europa y roza los 350.000 millones de valor añadido anual, con los químicos en cabeza con 144.000 millones, seguidos por los minerales no metales y los metales básicos (76 y 74.000 millones respectivamente) y los productos de papel, que suponen un valor de 46.000 millones de euros. 

Con una competitividad en caída por la subida de los precios de la energía y los costes de los impuestos de carbono, Draghi apremia a invertir en la descarbonización más complicada, la de estas industrias que a veces requieren hornos de alta temperatura que no pueden ser eléctricos. 

Los mecanismos de ajuste de carbono en frontera (CBAM), aprobados en 2023 por la Comisión, serán clave para mejorar la desventaja competitiva con respecto a los productos de estos sectores elaborados en otros países sin impuestos a las emisiones de carbono, apunta Draghi. Garantizar un gas natural competitivo durante la transición energética y, de nuevo, simplificación y armonización burocrática y normativa, con una huella de carboono unificada a nivel Europeo, serán esenciales. El silencio positivo en este tipo de industrias debe ser "extendido", según el reporte.

El Banco Europeo del Hidrógeno, que "no representa una solución a los retos de competitividad a corto y medio plazo, puede contribuir a la descarbonización gracias a los subsidios. Los clústers de energía verde alrededor de la UE y la cooperación con otros países también deben tener un rol importante. 

Tecnologías limpias

Las tecnologías limpias, de las que forman parte las energías renovables, baterías, coches eléctricos o bombas de calor, tienen un papel fundamental en la reindustrialización europea. Aunque China lidera en estos ámbitos, la UE juega un papel importante en productos como las bombas de calor, o las torres y turbinas de eólica, donde supera a Estados Unidos. Tiene aún un papel anecdótico y a mejorar en celdas de baterías fotovoltaicas y láminas de semiconductores. 

Aún con potencial innovador, la UE tiene dificultades para escalar esta industria, al menos a niveles como los que alcanza China. Las inversiones necesarias para maximizar este potencial están entre los 50 y los 92.000 millones de euros, con un 20% proveniente de fuentes públicas, o sea, entre 10 y 17.000 millones de estímulos estatales. 

Con la Net Zero Industriy Act como bandera, Draghi pide eliminar los precios del criterio de las subastas públicas en al menos el 30% de las licitaciones, de forma que la cadena de valor, la sostenibilidad, la resiliencia y la ciberseguridad ganen peso. Valles de Aceleración del Net-Zero, clústers industriales para mejorar las tecnologías limpias innovadoras, jugarán un papel para potenciar este sector, así como préstamos públicos en buenas condiciones y más programas de formación para capacitar a los trabajadores. 

Automoción 

Con el 6,1% del empleo en la Unión Europea, 13,8 millones de puestos de trabajo indirectos y 2,6 millones directos en la producción, la automoción es uno de los mayores empleadores de la Unión Europea, que afronta un reto triple por la electrificación, la deslocalización de algunos fabricantes y el aterrizaje de productores de coches eléctricos chinos como Chery en Barcelona. 

La creación de un Mercado Único de Capitales, defiende Draghi, mejoraría la financiación de esta industria y potenciaría el crecimiento del sector. La movilización de fondos públicos y privados a escala y, de nuevo, la simplificación administrativa tienen un rol importante para potenciarla. "Evitar el desplazamiento de producción" es uno de los objetivos a corto plazo y "reestablecer el liderazgo competitivo de la UE para la próxima generación de vehículos" será la clave a medio y largo plazo, con Volskwagen ahora mismo abriendo la puerta por primera vez a recortes de plantilla. 

Defensa, aeroespacial y farmaceútica

La invasión de Ucrania por parte de Putin ha reactivado las voluntades de inversión militar en la Unión Europea, que después de años de bajada desde el año 93, cuando alcanzó un pico del 2,5% del P.I.B europeo, cayó hasta el 1% en 2015, cuando empezó a recuperarse con un sprint final en los últimos dos años que la acerca al 2%, muy lejos de los gastos de Estados Unidos. 

La dependencia industrial externa vuelve a ser en este área un inconveniente. Sin entrar a valorar en ningún momento el componente ético de esta industria, Draghi defiende una política europea industrial de defensa, aumentar los fondos destinados por los países y mejorar la coordinación en las compras a Estados Unidos entre los diferentes países miembros.

Más inversiones, más digitalización, mayor coordinación entre estados miembros y simplificación y homogeneización de normativas son también las recetas del éxito de Draghi para las industrias aeroespacial, farmacéutica y del transporte.