La agricultura ocupa el 30% de la superficie disponible y utiliza el 70% del agua dulce existente en el planeta. Ambos son recursos naturales limitados que deben preservarse para garantizar la alimentación de la población mundial, en constante crecimiento. En uno de los eslabones de la cadena de acciones necesarias para conseguir este propósito se encuentran los agricultores y las técnicas de cultivo y recolección que utilizan. Es ahí dónde entra en escena el centro experimental que Bayer tiene en Brenes, en las cercanías de Sevilla.

Una extensa área de sembrado y experimentación que se ha ampliado de 18 a 38 hectáreas para analizar cómo afrontar los retos de presente y futuro para una agricultura que tiene que dar respuesta al cambio climático y virar hacia la sostenibilidad y el uso racional de los recursos naturales. Los campesinos tienen por delante una década que se atisba compleja, en la que abundaran malogradamente los episodios de sequía, una climatología cada vez más cálida, los episodios climatológicos extremos, las nuevas plagas y enfermedades que afectan los cultivos o la proliferación de malas hierbas. Un conjunto de retos que surgen en paralelo al aumento de la población mundial, que Naciones Unidas prevé que alcance los 10.000 millones de personas en 2050 y “a las que habrá que seguir alimentando”, explica Protasio Rodríguez, director general de Bayer Crop Science Iberia.

La investigación que se realiza en la finca de Brenes abarca numerosas áreas de análisis para obtener nuevas sustancias que fomenten la calidad de las cosechas. Sirva de ejemplo la preocupación de la multinacional Bayer para mejorar el cultivo de cereales como el maíz y el arroz que, en algunas zonas del mundo -y España no es una excepción- padecen estrés hídrico. “Para el cultivo del arroz hemos iniciado un proyecto de análisis para encontrar productos sintéticos o biológicos que permitan reducir el caudal de agua: reducir en un 25% el agua necesaria para producir un kilogramo de arroz, en el horizonte de 2030”, relata Protasio Rodríguez. El arroz es el tercer cultivo más importante del mundo y representa el 43% de todas las extracciones de agua dulce para regadío. “En 2022, en España, hemos visto como el estrés hídrico también ha afectado la siembra del maíz”, expone el directivo de Bayer, y no descarta que el maíz de pie a iniciar otro proyecto.

La localización de Brenes es primordial para los avances que quiere conseguir Bayer porque permite testear los cultivos variados de hortalizas -tomate, pepino, berenjenas, pimiento-, cereales, frutas -fresas, nectarinas-… con clima mediterráneo y hacerlo durante todo el año, de manera que se analizan variedades hortofrutícolas en todas las estaciones del año, por lo que los análisis sobre las nuevas moléculas son más completos. En la finca de las tierras sevillanas se realizan centenares de ensayos con moléculas para observar si son efectivas en la fase temprana del sembrado. La labor de investigación de 143 expertos se coordina con otros cuatro centros experimentales de la multinacional farmacéutica en Francia, Alemania, Ucrania y África del Sur y con una red más amplia con otros 17 centros.

Acceso al centro experimental de Bayer en brenes / BAYER

“Cuando una primera molécula pasa la primera fase de ensayo en Brenes, la compañía profundiza en su desarrollo hasta llegar a la cuarta fase, es decir, a fabricar un fitosanitario químico o biológico. En la industria mundial de soluciones agronómicas de cada 100.000 moléculas testeadas en fase temprana únicamente una consigue convertirse en un producto final, mediante un proceso de análisis que dura unos 11 años y que tiene un coste de entre 250 y 300 millones de euros. Una de estas ‘elegidas’ ha sido la que ha dado pie a que Bayer fabrique Vynyty Citrus, el último producto biológico de protección de cultivos a base de feromonas para controlar plagas en cítricos, como el Cotonet y el Piojo Rojo.

“El cambio climático y una agricultura más sostenible en un marco regulatorio cada vez más estricto contra los insecticidas y fungicidas nos brinda la oportunidad de buscar soluciones biológicas y fitosanitarios químicos que, acompañadas de herramientas digitales, son técnicas avanzadas para aumentar la productividad, seguridad y calidad de los productos, al tiempo que se preservan los recursos naturales”, comenta Protasio Rodríguez.

Protasio Rodríguez, director general de Corp Science Bayer Iberia / BAYER

También cerca de Sevilla, en Carmona, Bayer dispone de una finca que forma parte del programa internacional Bayer ForwardFarming (BFF), una red integrada por 24 explotaciones agrícolas en 12 países de todo el mundo con la que se quieren promover prácticas sostenibles en la agricultura.

Además, hay dos centros de innovación en Almería, en El Ejido y San Nicolás, para la mejora genética de hortícolas cultivadas en invernaderos, como el tomate, el pimiento o el pepino. Estos centros se complementan con el de I+D ubicado en Murcia, que también desarrolla mejora genética de cultivos al aire libre, como brócoli, coliflor, lechuga, tomate o melón, entre otros.