La guerra de Ucrania tuvo como consecuencia económica inmediata una pugna por buscar fuentes alternativas de energía ante las subidas de precio del gas ruso, así como por la voluntad de Europa de no enriquecer al rival. El tira y afloja con Rusia ha servido para que la Unión Europea y España busquen alternativas gasísticas como Noruega o Argelia, pero también para que los países europeos se den cuenta de que la dependencia energética no es buena y que las energías renovables como la eólica o la fotovoltaica son, además de la vía sostenible, la mejor vía para la autonomía energética. España está por encima del 40% de generación de renovables sobre el total de energía.
Un informe que publica este viernes la entidad sin ánimo de lucro Zero Carbon Analytics muestra que la Unión Europea ha sustituido casi el 75% de las importaciones del gas ruso, mientras que la demanda total de gas cayó un 10% en los nueve primeros meses de 2022. Por primera vez, la energía eólica y solar alcanzaron una quinta parte de la generación eléctrica de la UE y superaron al gas, lo que supuso un ahorro de 12.000 millones de euros en costes de gas, según otro informe reciente del think-thank Ember.
En España, la eólica generó un 22% del total de la energía generada durante el año 2022 y la fotovoltaica supuso un 10,1% y alcanzó un 44% de energía renovable de media el año pasado. Un mensaje de Red Eléctrica del 27 de diciembre del año pasado aseguraba que el 58% de la capacidad de producción en España es renovable y el pasado 8 de enero, llegó a ser un 52% de la energía total producida, cifras récords en la historia del país.
Teniendo en cuenta que España no tiene petróleo ni grandes reservas de gas pero sí que cuenta con sol y viento, la apuesta es decidida y quiere convertirse en referente mundial de las renovables. Pero no solo basándose en la eólica y la solar, sino también en un invento que está dando mucho de qué hablar en los últimos meses: el hidrógeno verde.
Mediante un proceso eléctrico que separa las moléculas de las renovables, el hidrógeno verde se antoja como la fórmula para transformar de forma que sea almacenable y transportable las energías eólica y solar. Aunque su tecnología aún está por desarrollar para mejorar su eficiencia, el gobierno de Pedro Sánchez se ha volcado este año en acelerar su implementación.
Hidrógeno verde y biocombustibles
España ya ha dado luz verde a 250 millones de euros para 29 proyectos de hidrógeno verde y pretende alcanzar los 1.500 millones de euros, mientras que CEPSA ha apostado 5.000 millones de euros al proyecto más ambicioso, de 5.000 millones de euros para producir entre 2.000 MW y 300.000 toneladas de hidrógeno verde. Iberdrola, Endesa, Naturgy, Repsol, Cepsa, Acciona o Exolum ya pujan por la carrera millonaria del hidrógeno verde,
No se trata solo de consumo interno, puesto que España ha impulsado también de la mano de Francia una tubería para exportar ese hidrógeno a Francia, el primeramente conocido como BarMAr cuando debía ser un gasoducto y finalmente bautizado como H2MEd, que debe costar 2.500 millones de euros y la Unión Europea podría afrontar la mitad del coste.
La ineficiencia y el alto coste del hidrógeno plantea ciertas incertidumbres porque la eólica y la solar son en principio más prácticas para la red eléctrica. Para sectores donde no puede llegar la electrificación, como parte de la industria que requiere temperaturas muy altas o vehículos de gran porte como camiones o grandes barcos podrían ser más eficaces los biocombustibles.
También en este aspecto, la Unión Europea y España se han puesto las pilas, conscientes no solo de que el petróleo es escaso y depende de países externos, sino también de que la prisa por la descarbonización pactada en las convenciones mundiales de sostenibilidad ya apremia.
Los biocombustibles y combustibles verdes son otra alternativa sostenible para, por ejemplo, grandes barcos. Y en este ámbito, el conglomerado danés Maersk se ha comprometido a crear en España un hub de combustibles verdes, mayoritariamente hidrógeno verde y metanol verde, con una inversión de 10.000 millones. No nos ha de sorprender si otras grandes empresas escogen España para este cometido.