Las letras entre la A y la G acompañadas de un color entre verde y rojo significan en un certificado de eficiencia energética que tu vivienda es más o menos eficiente. ¿Qué quiere decir eso? Que cuanto mayor sea la eficiencia, menos CO₂ emite tu vivienda y más barata es su energía. 

Las emisiones pueden llegar a ser más de 10 veces mayores en un edificio con letra G, menos eficientes, en comparación con un edificio con letra A, que son los más eficientes.

Gasto y emisiones en función de consumo energético. Fuente: OCU

Tal y como informa la OCU en un artículo del año 2023, donde un edificio con la etiqueta A  consume 1.361,30 Kwh al año, uno con etiqueta B consume 3.568, con etiqueta C 5.629, 8.682,91 euros un edificio con etiqueta D y 11.883 KWh un edificio con etiqueta E. 

Con este consumo, si el edificio de etiqueta A paga 250,98 euros al año de luz, el de etiqueta B lo duplica al pagar 379,81 euros más, hasta los 630,78 euros, mientras que el edificio con etiqueta C se eleva hasta los 701,46 euros más y alcanza los 952,43 euros anuales. Un edificio con etiqueta D pagaría 808,53 euros más, hasta los 1.059 euros y uno con etiqueta E paga 973,76 euros más que el más eficiente y su consumo se dispara hasta los 1.224,74 euros anuales. 

O sea, que el coste energético de una vivienda puede llegar a ser de hasta cinco veces más en función de su etiqueta. 

Si esa clasificación no incluía los edificios con etiqueta G, sí que lo hace otro artículo de la misma OCU de 2023 que hace una estimación diferencial de los gastos mensuales. Así, donde un edificio de calificación A gasta 30 euros al mes, uno de calificación G gasta 320 euros al mes, o sea, más de 10 veces más. Esta es la relación: 

Calificación A: 30 euros/mes

Calificación B: 93 euros/mes

Calificación C: 195 euros/mes

Calificación D: 200 euros/mes

Calificación E: 210 euros/mes

Calificación F: 270 euros/mes

Calificación G: 320 euros/mes

La evaluación energética del edificio es obligatoria cuando pones una vivienda en el mercado de alquiler o de compra, así como si pides una ayuda para la mejora de la eficiencia energética, que es uno de los grandes objetivos de España y de la Unión Europea para descarbonizar la economía y, de paso, reducir la factura de la luz de las familias.

Para realizar el etiquetado energético, debe hacerlo un profesional “que esté en posesión de cualquiera de las titulaciones académicas y profesionales habilitantes”, o sea un ingeniero, ingeniero técnico, arquitecto o arquitecto técnico. 

Para solicitar el certificado, hay que contactar con una empresa autorizada y pedir un presupuesto. 

El técnico debe visitar el inmueble e inspeccionar la correspondencia de los datos catastrales con la estructura física del recinto. El precio medio varía en función de la comunidad autónoma y, en la mayoría de casos, hay que pagar también el registro en el órgano competente de la comunidad autónoma.

Un certificado energético mide la cantidad de energía que necesita una vivienda para conseguir el confort necesario en cuanto a calefacción, refrigeración, ventilación, producción de agua caliente e iluminación. Y lo mide en dos variables: emisiones de CO₂ y cantidad de emisiones que genera. Para ello, se estudia la superficie, forma y situación del edificio, las instalaciones térmicas y de iluminación, las condiciones de funcionamiento y ocupación de la casa y la envolvente térmica, esto es, los aislantes que permiten a la vivienda mantener una temperatura adecuada. Si la vivienda ya tiene el certificado de eficiencia energética, el Ministerio de Transición Energética pone a disposición de los ciudadanos un mapa que permite, calle a calle, saber cuál es la eficiencia de tu edificio.