El cierre inminente de la central nuclear de Almaraz en Extremadura, previsto para el año 2027, y los posteriores de Ascó y Vandellòs (entre 2030 y 2035), con elevada dependencia catalana de la energía nuclear, han vuelto a encender el debate energético. España decidió en 2019 que cerraría progresivamente las cinco centrales nucleares y siete reactores que todavía tiene activos para finalizar en 2035. Pero ahora, con un 20% de la electricidad generada por las centrales nucleares en el estado español y un 45% en Catalunya, desde el sector se están promoviendo informes que calculan elevados costes para la economía a raíz del cierre nuclear. Los antinucleares insisten en que las renovables son la única apuesta y resaltan los costes de mantener los residuos. ¿Quién tiene razón?
El 29 de mayo de 1982, el entonces president de la Generalitat, Jordi Pujol, asistió a la inauguración de unas placas solares en un hospital de Sant Pere de Ribes que costaron 20 millones de las antiguas pesetas. "Queda claro que la base de la energía es hoy la de origen térmico o nuclear. Tenemos que ser realistas. Pero también tenemos que pensar en nuevas opciones alternativas como es el caso de la solar", dijo, con unas palabras que se parecen mucho a las que hoy, 40 años después, utilizan a los defensores de las nucleares.
La energía nuclear se obtiene a través del vapor de agua conseguido a partir del reactor de uranio enriquecido, un vapor que hace girar las turbinas para convertir la energía mecánica en eléctrica. Es una de las energías más densas que existen y en mucho menos espacio genera mucha más potencia que las renovables, por ejemplo.
Las emisiones de CO₂ son, junto con un coste económico que se reflejaría en la factura de la luz, dos de los principales argumentos a favor de la apuesta nuclear. Mientras no haya renovables para cubrir el 100% de la electricidad, la ausencia de nucleares se cubriría con gas, que se tiene que importar y, por lo tanto, es más caro y seguro más contaminante que el nuclear. E incluso cuando las renovables se incrementen, se trata de una energía variable que depende del hecho de que haga sol (fotovoltaica), viento (eólica) o llueva (hidráulica).
Pero los detractores de las nucleares insisten en que el almacenaje podrá resolver esta limitación de las renovables y también destacan que las nucleares tienen un elevado coste para el tratamiento de residuos y también por las inversiones necesarias en seguridad. Creen que, una vez las renovables dominen el mix eléctrico, "no saldrán los números con la nuclear", en palabras de la economista experta en energía Mar Reguant. Y además están los riesgos de accidente nuclear, muy bajos, pero no cero, detrás de los cuales siempre ciernen los recuerdos de Chernobil y Fukushima.
En Catalunya, la situación es compleja e incluso el exdirector de Energia, Josep Maria Serena, reconoció que se haría "la transición con gas" cuando se cerraran las centrales nucleares, porque las renovables llevan años estancadas por la lentitud burocrática y la elevada oposición de parte del territorio, que enfanga los permisos con litigios y recursos que alargan durante años el despliegue de los proyectos. La situación es todavía más grave por el hecho de que ahora mismo Catalunya está precisamente sin director de Energia, pues el Gobierno no ha encontrado sustituto diez días después de que Nación Digital publicara su decisión de marcharse.
Precios que suben si no hay nucleares
Desde el punto de vista meramente económico, PWC presentó un estudio hace unas semanas encargado por el Foro Nuclear que no puede ser considerado neutral, pero que estimó un coste de entre 13 y 30 €/Mwh más en la factura de la luz el cierre nuclear (entre un 20 y un 50% más que el precio medio de 2023), o de entre 543 y 1.200 millones de euros a pagar por los catalanes. Días después, Ignacio Galán, presidente de Iberdrola, estimaba un impacto del 30% en el precio de la luz el apagón nuclear. Incluso el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, ha defendido que se alargue la vida de las nucleares.
Los críticos a este argumento señalan que no tiene en cuenta el elevado coste de los residuos nucleares, pero el director del máster en Ingeniería Nuclear de la Universidad Politécnica de Barcelona, Lluís Batet, apunta que ya lo están pagando con las tasas Enresa. Las empresas, de hecho, que están pidiendo revisar el cierre (Iberdrola y Endesa, sobre todo) lo hacen condicionándolo al hecho de que se rebaje esta tasa. El coste de cerrar las nucleares y gestionar los residuos es de 26.500 millones de euros. "Si alargas la vida de las nucleares, como el coste es muy similar, se diluye el impacto económico", apunta a Batet.
Alemania, que cerró sus centrales nucleares en el 2023 y marca el camino de España, tendría unos precios de la electricidad más bajos si no lo hubiera hecho según varios estudios y también emitiría menos CO₂. Ahora bien, con el cierre aceleró el desarrollo de las renovables, que ahora ocupan un 62,7% de la electricidad que generan y van por el camino de poder mejorar tanto con respecto a los precios como con respecto a emisiones. El escenario actual, con precios y emisiones más altos que con nucleares, hace, sin embargo, que haya un importante sector crítico al cierre en el país teutón.
¿Frenan las nucleares en las renovables?
El ingeniero energético y doctor Josep Puig, uno de los principales opositores a la energía nuclear, dice que es justamente al revés de cómo lo plantean los defensores de la nuclear. "Cuantas más nucleares tienes, más costa que introducimos renovables. Primero, porque no nos ponemos lo suficiente. Y después, porque con las nucleares no puedes modular la potencia, no es flexible, es intermitente, a diferencia de las renovables y el almacenaje. O lo apagas o el incienso". Además, no ve especial problema en el hecho de que Catalunya genere menos, renovables, "porque estamos conectados al sistema eléctrico español". "Si cierran las nucleares, nos llegarán las renovables españolas porque tienen más potencia".
Desde el colectivo Renovémonos, creen que tal como adelantan las renovables y el almacenaje "pronto no habrá espacio para el gas ni para la energía nuclear", que es "más cara que las renovables". "Alargar la vida de las nucleares quiere decir hacer más inversiones y eso también tendrá un coste", añade el economista de este colectivo Mar Reguant. Con unos y otros argumentos sobre la mesa, el impacto sobre el precio que puede tener el cierre de la nuclear parece incierto, y dependerá mucho de cómo adelanten los parques fotovoltaicos y eólicos en Catalunya y España, así como las baterías de almacenaje y el bombardeo hidráulico, que tienen que ayudar a guardar la energía eólica y solar que no se utilice para poder utilizarla cuando no haga sol ni viento.
Puig añade entre sus argumentos en contra la gestión de los residuos desde el punto de vista de los riesgos. "Los tres reactores que todavía funcionan requieren unas 77 toneladas de combustible los tres que se convierten en residuos y se tienen que guardar durante miles de años. Eso es pasar una pelota a las generaciones futuras que no tendríamos que pasar". Este es también el argumento de Greenpeace, mientras que el sector defiende la total seguridad de los almacenes nucleares y, en el caso español, añadirá en unas décadas el almacenaje geológico profundo, que alejará los residuos nucleares de la superficie y aumentará, por lo tanto, la seguridad.
Puig también asegura que no se han hecho estudios sobre el efecto de la radiación en las poblaciones próximas a las nucleares. El año 2010, sin embargo, el Consejo de Seguridad Nuclear y el Instituto de Salud Carles III presentaron uno que concluía que no hay más prevalencia del cáncer en las zonas próximas a centrales nucleares. En Fukushima se ha dado por demostrado, ya después del accidente, una mayor probabilidad de diabetes entre las personas expuestas.
Batet, de la UPC, defiende que incluso en caso de que hubiera un bombardeo sobre una central nuclear "los muros de contención podrían evitar una catástrofe", aunque reconoce que es el único escenario, dados los actuales estándares de seguridad, que "causaría un buen destrozo", en función de los tipos de explosivos que impactaran. En otros escenarios, dice, la seguridad es tan alta que Fukushima "demuestra que incluso en lo peor de los casos, el mal no es tan grande".
En efecto, tal como señala, ninguna de las 19.000 muertes de Fukushima se han demostrado vinculadas al accidente nuclear, sino mayoritariamente al tsunami y a causas posteriores vinculadas al apagón nuclear, que encareció el precio de la luz, por lo cual hubo gente que no pudo encender la calefacción y murió de frío. Algunos estudios sí que apuntan a más de un centenar de muertes (sin confirmar) por el accidente nuclear, trabajadores del reactor. Y miles de personas se tuvieron que desplazar de sus municipios por precaución ante la radiación y todavía es una incógnita si el agua está contaminada por el accidente.
Dependencia mineral
La dependencia europea de los minerales asiáticos y africanos para hacer renovables es uno de los argumentos que hace a los defensores de la nuclear decir que la nuclear permite una mayor soberanía, así como el hecho de que necesiten tantos minerales los hace concluir que "el ciclo de vida de la nuclear es menos contaminante". En eso último los detractores de la nuclear responden que el reciclaje de fotovoltaica y eólica están muy avanzados y al primer argumento que la nuclear también depende de otros países porque la mayor parte del uranio que se utiliza para la nuclear proviene de Rusia desde que se cerraron las minas españolas. "El uranio solo representa un 15% del coste de la energía nuclear", responde Batet.
Actualmente, hay 412 centrales nucleares en el mundo que generan un 10,5% de la electricidad mundial, 93 de ellas en los Estados Unidos, 56 en Francia, 55 en China y 37 en Rusia. España está entre los 20 países que más tiene con 7, dos más que Bélgica, un caso curioso porque acaba de cerrar una prórroga con el fin de prolongar 10 años más sus centrales, con el visto bueno de la vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, que siempre se opuso al alargamiento en España. En Alemania, el cierre nuclear generó ciertos problemas en los primeros años y tuvo que reactivar el carbón, aunque ahora ya ha dejado atrás esta fase. Ahora bien, el libro de referencia para explicar la decadencia económica alemana, Kaput (de Wolfgang Münchau), atribuye al cierre nuclear parte de la responsabilidad.
Francia, con Macron, está en las antípodas de Alemania con respecto a las nucleares y apuesta firmemente, hasta el punto que hizo cambiar al equipo del economista Mar Reguant, de Renovem-nos, la parte de su informe que cuestionaba el futuro, tal como explicó ella misma a ON ECONOMIA. Otro caso curioso es el de Finlandia, donde el partido ecologista que en un primer momento se opuso a las nucleares ahora la defiende.
El debate es complejo, pero incluso ecologistas contrarios a la apuesta nuclear la consideran una mejor opción que el gas natural, más contaminante y caro. E incluso defensores de la nuclear como Batet reconocen que a largo plazo, si las renovables crecen junto al almacenamiento y demuestran seguridad de suministro y estabilidad, harán que la nuclear deje de tener sentido desde el punto de vista meramente económico. Un alargamiento de la vida útil puede tener sentido de manera provisional con el fin de minimizar o eliminar el impacto económico y contaminante (por el aumento de gas) que puede tener su desaparición, pero los defensores de las renovables están convencidos de que no hará falta.