Este lunes, Reino Unido arrancó con el cierre de la planta de carbón de Ratcliffe una nueva era en la que dejará de quemar este combustible fósil que sigue siendo el responsable del 41% de las emisiones del CO₂ mundial, pese a su retroceso en los países europeos. Aprovechando la ocasión, el think-thank centrado en la transición energética Ember ha publicado un estudio que detalla que entre los países desarrollados de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo) el uso del carbón ha caído un 52% desde el año 2007. Hasta 11 países, contando a Reino Unido, han dejado atrás el uso de este combustible energético y España es, junto a Irlanda, Italia e Israel, el próximo en la lista para dejar atrás el carbón. Podría ser en 2025, pero aún no es seguro. 

Quedan en España tan solo cuatro plantas de carbón activas. Una de ellas es la central térmica de Aboño, en Asturias, propiedad de la portuguesa EDP y Corporación Masaveu, que han acordado reconvertirla en planta de gas natural el año que viene. También en Asturias y de EDP, Soto de Ribera permanece activa, aunque solicitó su cierre en 2020. Solo le queda activo el grupo 3, con 361 MW (informó Infolibre), y tiene previsto su cierre en 2025, cuando pasará a producir hidrógeno verde. Lo mismo debe pasar con la central térmica de Los Barrios, en Cádiz, que en 2026 tiene que convertirse en una planta de hidrógeno verde. 

La otra central que queda activa es de Endesa y está en Alcúdia, Mallorca, pero solo opera 15 días al año como central de reserva, a la espera de que un segundo cable submarino de electricidad conecte la Península Ibérica con Baleares, cuentan fuentes de la eléctrica. Fuentes de Red Eléctrica, por su parte, cuentan que se acaba de iniciar la tramitación de este cable y que debe estar listo para 2026. O sea, que esta planta operativa 15 días al año podría retrasar el fin del carbón en España, aunque de una manera meramente simbólica. 

La aportación del carbón en España a la red eléctrica ha pasado de ser el 15,5% de la luz en el año 2011 (y de un 40% en 1990 y un 36% en el año 2000) a suponer en 2023 tan solo un 1,5%, tras el cierre de la mayoría de las 21 plantas termoeléctricas que operaban por esa época al tiempo que crecían las renovables, que han pasado de representar el 31% por aquella época al 50% del mix total de luz española a cierre de 2023, gracias al rápido desarrollo de parques fotovoltaicos y eólicos en el territorio español. 

La paulatina retirada de las plantas de carbón en los países de la OCDE lleva a que este combustible fósil tan solo suponga hoy día el 17% de la electricidad de los países desarrollados de la OCDE, por el 36% que suponía en 2007. Un tercio de los países de la OCDE son hoy libres de carbón, no solo por los 11 que lo han abandonado, sino también por los tres que nunca lo han usado: Costa Rica, Lituania y Estonia. Tras España, Irlanda, Italia e Israel, Francia debería abandonar la producción de carbón en el año 2027 y Dinamarca, Finlandia y Hungría en 2029. 

Se espera que en 2030 Canadá, Nueva Zelanda y Chile dejen de utilizar carbón, que en 2033 lo hagan República Checa y Eslovenia y en 2035 los Estados Unidos. Más tarde, en 2038, llevaría a cabo su apagón Alemania, que fue de los pocos países desarrollados que incrementó su uso de carbón cuando estalló la guerra de Ucrania para combatir su dependencia del gas ruso y pasó de un 20% de la electricidad generada con carbón en 2020 a un 31,79% al cierre de 2022, subida que corrigió el año pasado para cerrar con un 26% de su electricidad con carbón, aún muy por encima de la media de la OCDE. 

Solo dos de los países de la OCDE que se han comprometido a abandonar el carbón lo harán después de Alemania: Polonia en 2049 y Corea del Sur en 2050. Quedan, por otra parte, cinco países que aún no se han comprometido a su abandono de esta fuente de energía, que son México, Australia, Turquía, Japón y Colombia

India y China, en sentido opuesto

En el sentido opuesto al de los países de la OCDE, sin embargo, y pese a que también allí crecen las energías renovables, India y China han aumentado su generación de carbón en los últimos años, así como otros países asiáticos: Vietnam, Japón, Bangladesh, Pakistán y Corea del Sur. En 2023, las retiradas de países europeos y de los Estados Unidos supusieron que decayeran 21,1 GW de luz generada a partir de carbón en todo el mundo, pero se añadieron 69,5 GW, por lo que el saldo mundial fue de un crecimiento del 2% en la capacidad operativa de carbón en todo el mundo.

O sea, que los esfuerzos de la OCDE son por ahora insuficientes para generar una caída de emisiones de CO2 mundial por la retirada de carbón, aunque esta es mucho más rápida que las de gas natural y petróleo, todavía con un gran peso en la producción energética de los países de la OCDE. Si la primera empieza a decaer también por las renovables dentro del mix eléctrico, se antoja aún difícil relegarla de los usos industriales, mientras que los derivados del petróleo aguantan aún en el transporte pese al lento avance del coche eléctrico. 

Auge y caída del carbón en España

La hulla, roca sedimentaria orgánica combustible que sirve para generar el carbón, empezó a usarse en España en 1713 tras el descubrimiento accidental de la cuenca central asturiana. Aunque en 1742 se concedieron los primeros permisos para extraerlo y en 1767 empezaron las pruebas de carbón asturiano en El Ferrol, el carbón no acabó de implantarse por entonces al encontrar obstáculos como el transporte, la falta de demanda y las protestas vecinales, según cuenta un estudio histórico de Funcas.

Fue el auge del ferrocarril el que, a partir de 1855, impulsó la explotación del carbón en España, que abrió nuevas plantas siderúrgicas por aquella época. La producción e importación nacional se disparó a principios del siglo XX, cuando pasó de las aproximadamente 2.000 toneladas de carbón de 1885 a las más de 7.000 de 1914. En 1940, el 88,4% de la energía primaria española procedía del carbón, cuota que empezó a caer por entonces por el aumento de la electricidad y el petróleo, de forma que en los años 70 tan solo alrededor del 15% de la energía en España procedía del carbón, con un repunte en los años 80 que la llevó al 26%.