Un año y 4 meses después de que entrara en vigor, el 27 de diciembre de 2022 el real decreto 1055/2020 de envases y residuos para que la fruta y la verdura dejen de estar plastificadas y reducir su impacto climático y ambiental, la ley sigue paralizada y los alimentos inundados en plástico en comercios y supermercados. El decreto dio entonces seis meses a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) para dar una lista de frutas y verduras que, excepcionalmente, sí que podrían estar plastificadas por riesgo de deterioro. La Agencia tardó dos meses y medio más que esos seis meses en elaborar la lista, en septiembre del año pasado, pero el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación lleva medio año con ella y no la ha dado por buena. O sea, que la ley aún no se aplica.
“La orden ministerial aún no se ha publicado. Se sigue trabajando en ella”, son todas las explicaciones que, a pregunta de ON ECONOMIA, ofrece el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Una vez la lista esté aprobada, aún tendrán los comercios seis meses para adaptarse a la ley, con lo cual arrastrará, seguro, un año de retraso. Desde Greenpeace, su portavoz Julio Barea se muestra muy crítico con el ejecutivo español: “En este aspecto, como en otros referentes a plásticos o a la obligación de comerciar a granel (otro artículo de la misma ley), el Gobierno presenta una dejación absoluta de funciones. No cumplen su propia ley”. "En mis visitas al retail, no he observado el cumplimiento de la obligación de venta a granel ni en hiper, ni en super ni en discounter", añade.
La lista elaborada y publicada por la AESAN, además de llegar dos meses más tarde de lo que marcaba la ley, abría un abanico de más de 50 productos y 18 categorías diferentes.
El informe lo elaboró el Comité Científico, con 21 investigadores de toda España y colaboración del CSIC, y distinguía diferentes tipos de riesgos, desde las plagas hasta las abolladuras o aplastamientos, pasando por la oxidación, la podredumbre o la deshidratación. Y concluía que arándanos, frambuesas, fresas, fresones, moras, grosellas, cerezas, albaricoques, uvas, lichis, higos, brevas frescas, nísperos, dátiles, ciruelas y caquis son las frutas que presentan un riesgo que justifica su envasado en plástico.
Entre las hierbas aromáticas, la hierbabuena, la menta, el cilantro, el cebollino, el perejil, la albahaca, el eneldo, el perifollo y el orégano también presentan un riesgo elevado.
Las setas en general también entran en el grupo de excepciones, así como acelgas y espinacas o lechugas, endivias, cogollos, escarola, rúcula, canónigos, achicoria o col rizada.
Tomates cherri y otras variedades mini, pimientos de padrón, coles, zanahorias, cebolletas, ajos tiernos y espárragos completan la extensa lista que el ministerio debe dar por buena.
El decreto de diciembre de 2022 fija que las comunidades autónomas tienen las competencias sancionadoras, a pesar de que las competencias sobre residuos están transferidas a los municipios, de forma que la aplicación de sanciones puede acabar suponiendo otro efecto limitador a la norma porque cada nivel administrativo tendrá que aplicar sus sanciones.
La reducción de plástico en supermercados responde a la directiva europea que pretende que para 2030 todos los envases de plástico sean reciclables y se reduzca el consumo de plásticos de un solo uso y microplásticos.
Adelantados a Europa
El pasado mes de marzo, la Eurocámara, el Consejo y la Comisión Europea pactaron una norma que prevé la reducción paulatina del uso de envases en un 15% en 2040. Y, justamente, contemplaba entre las prohibiciones para 2030 las frutas y verduras frescas, pero también envases para alimentos y bebidas que se consumen en cafeterías y restaurantes, porciones individuales, cosméticos en miniatura o envoltorios de maletas en los aeropuertos. En las frutas y verduras, España tiene la oportunidad de ir 7 años por delante de la ley europea, aunque habrá que ver con qué excepciones.
La nueva normativa, además, establecerá un nuevo sistema de reciclaje que permita que el 90% de envases de bebidas de plástico y metal se recojan por separado.
Con la medida, se busca minimizar el impacto de los 109 kilogramos de envases que cada ciudadano europeo tira al año y que aumentará a 209 kilos en 2030 si no se toman medidas que deben partir de los comercios y empresas.
La UE produce unos 26 millones de toneladas de plástico al año y menos del 30% se almacena para reciclaje, una gran parte se exporta a terceros países y el resto acaba incinerado (emitiendo Co2), en vertederos o en los mares, ríos, bosques y playas.
En España, se recicla menos de la mitad de residuos plásticos, un 45,6% de los 1,7 millones de toneladas que se generan, aunque Greenpeace cuestiona estas cifras porque las da Ecoembes, la empresa que se encarga. Hay, según el ministerio, un 60,31% de plásticos que se valoriza, es decir, a los que se les alarga la vida útil, pero en ellos entran también los reciclados, con lo cual un 40% de los plásticos se desperdicia.
Los plásticos no solo contaminan los mares, sino que también se fragmentan y dañan todo tipo de ecosistemas. Son perjudiciales para la salud humana, pues ya han sido hallados dañando desde dentro al cuerpo humano. El plástico, como todos los residuos, no es 100% reciclable, por lo cual la reducción de su uso es una prioridad mayor que aumentar su reciclaje.