A un lado del ring, Endesa e Iberdrola defienden la electrificación total de los sistemas de climatización de los hogares un día antes de que, este miércoles, entre en vigor la directiva europea que prevé la descarbonización de los edificios para el año 2050. Al otro, Naturgy y Repsol se revuelven contra los ponientes que hablaban del "final de las calderas de gas" de la mano de los acuerdos europeos porque, insisten, "lo que se limita son los combustibles fósiles, no la tecnología" y defienden que las calderas de gases renovables seguirán teniendo un papel relevante. Gasísticas y eléctricas defienden sus intereses. Ambas tienen sus razones. La tensión se palpaba en el debate de este martes en el Club de la Energía. Y la batalla promete llegar a tu hogar cuando te preguntes cómo climatizarlo. 

En una jornada de 4 horas y cinco mesas redondas sobre la descarbonización de la edificación, el combate llegó en la mesa sobre descarbonización que enfrentó a las grandes compañías energéticas de España. En ella, José Antonio Florez Montero, responsable de rehabilitación de Edificios de Viviendas de Endesa y Víctor Carballo, su homólogo de Iberdrola, defendieron sin ambages la "electrificación" total de las calefacciones de edificios. 

Pero los portavoces de Naturgy y Repsol insistían en que las calderas de gas, más baratas que una bomba de calor eléctrica, sobre todo si ya están instaladas, no están condenadas a desaparecer. Y mostraron cierta molestia con el hecho de que en varias ocasiones del debate se hablara del fin de esta tecnología. 

"Seamos precisos: las calderas no están prohibidas. No hay que confundir la tecnología con el combustible", espetó Siridia Berenguer, directora de GLP en el área clientes de Repsol, que cree que "no existe una sola solución" renovable a la descarbonización de los edificios y sus soluciones térmicas. 

En el mismo sentido, se expresó Alberto González, director de regulación de Redes de Gas Natural, que añadió además que "no vamos a tener una economía 100% electrificada mañana" y recordó que aunque las encuestas apuntan a que la mayoría de los ciudadanos apuestan por la descarbonización, también "la cosa cambia cuando se les pregunta cuánto están dispuestos a pagar". 

Por eso, defendió, "hay que tener en cuenta el trilema energético: ser sostenible, económico y con seguridad de suministro". Y en todos los puntos, los gases renovables deben tener su papel, según la gasística. España, además, "es el tercer mercado potencial del biometano" y "el hidrógeno verde ya está aquí", añadió González. 

El fin de los combustibles fósiles, no de las calderas

Lo cierto es que la nueva directiva europea, tal y como defienden Repsol y Naturgy, exige a los estados "eliminar gradualmente las calderas independientes alimentadas con combustibles fósiles", pero los biogases no son combustibles fósiles, por lo que las calderas no estarán vetadas si utilizan combustibles alternativos. "Como primer paso, a partir de 2025 no deben conceder ningún incentivo financiero para la instalación de calderas independientes alimentadas con combustibles fósiles", añade la directiva, que pretende que los edificios nuevos estén totalmente descarbonizados para 2030 y la totalidad de construcciones de cara a 2050.

A escasos metros del Club de la Energía, de hecho, el comisario de Acción por el Clima de la Comisión Europea, Wopke Hoestra, defendía en un acto organizado por Esade que "Europa quiere ser el primer continente neutro en emisiones para 2050". 

Todo ello quedará condicionado a las próximas elecciones europeas, que marcarán la aceleración o el frenazo a los ambiciosos planes de descarbonización, así como a la trasposición de los estados de las directivas europeas. 

Los edificios, responsables del 36% de las emisiones

En lo que respecta a los edificios, el 40% del consumo final de energía y el 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero corresponden a los edificios, mientras que el 75% de los edificios europeos no son eficientes desde el punto de vista energético. La calefacción, en un 39% nutrida de gas natural, en un 11% por petróleo y en un 3% por carbón en Europa, es uno de los principales actores contaminantes. 

Ante este escenario, se contraponen las visiones gasística y eléctrica, que prefiere apostar a la eólica y a la fotovoltaica toda la climatización de las casas. Fuentes de Iberdrola apuntaban a ON ECONOMIA que "no tendría sentido" apostar por las calderas de gases renovables porque "son mucho menos eficientes que la electricidad, que con un KWh te produce 4 KWh", cuatro veces más que las calderas de gas. Voces del sector gasístico, en cambio, insistían en que "no todo podrá ser electrificado" y apuntaban a que "es el cliente quien tiene que elegir" cómo climatizar su casa. 

Lo cierto es que en las jornadas del Club de la Energía la mayor parte de los actores no implicados directamente en la generación y distribución de energía daban más la razón a las eléctricas.

Así, Iñaki Allonso, CEO de la firma de arquitectura Satt, defendió que, con las renovables nutriendo a los edificios en un modelo de autoconsumo con fotovoltaica in situ, estos pueden "producir más energía de la que consumen" y en este escenario no tendría sentido apostar por la biomasa, que, además, "afecta a la calidad del aire", punto en el que desde Iberdrola concuerdan.   

Marta San Román, directora de la Asociación de Fabricantes de Equipos de Climatización (AFEC), defendió además que "las olas de calor son uno de los grandes problemas del cambio climático" y que las bombas de calor y aerotermias incluyen el aire acondicionado en su climatización. "Frío es salud", defendió tajante, después de sentenciar que la eficiencia de la aerotermia es "un 400% mayor que las calderas". 

Los precios de instalación, que pueden rondar los 5.000 o 6.000 euros en las aerotermias, son a día de hoy uno de los principales enemigos, si bien la Unión Europea y los estados miembros se preparan para desplegar paquetes de incentivos y subvenciones que faciliten su implementación.

Hasta que eso pase, lo que seguirá caliente es la guerra de las energéticas por copar un mercado al que las gasísticas no quieren renunciar