El Govern está ultimando el Sistema de Créditos Climáticos de Catalunya, por medio del cual las empresas, organizaciones y entidades de cariz local, o de responsabilidad social corporativa (RSC), establecidas en el territorio, podrán compensar voluntariamente la huella de carbono y la huella hídrica de su actividad industrial o de servicios invirtiendo en gestión forestal en Catalunya. Los primeros créditos que empezarán a funcionar serán en el ámbito forestal, como una unidad de intercambio pensada para facilitar inversiones en soluciones basadas en la naturaleza (NBS). El propósito es contribuir a la mitigación y la adaptación de los bosques, los suelos agrarios y los ecosistemas marinos y litorales al cambio climático a partir de la gestión forestal multifuncional, la agricultura del carbono y la restauración de ecosistemas. Así lo ha explicado el conseller de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, David Mascort i Subiranas, a la Conferencia del Clima de las Naciones Unidas (COP28) de Dubái (Emiratos Árabes). Con el proyecto, el Govern quiere evitar el llamado greenwashing, que consiste en las prácticas que hacen muchas compañías y organizaciones de comunicar acciones de sostenibilidad ambiental que en realidad no tienen un impacto significativo.
El mercado voluntario de carbono es un instrumento ya previsto al Acuerdo de París de 2015. Aunque ya hay mercados internacionales, el sistema catalán permitirá compensar emisiones de GEH de manera local para aportar beneficios en las áreas rurales del país e impulsar los sectores forestal, agrícola y pesquero. El sistema funciona cuando una entidad, pública o privada, compra unos créditos climáticos con que sufraga parte o la totalidad de un proyecto forestal de mitigación o adaptación al cambio climático. Para las empresas, la marca "Créditos Climáticos de Catalunya" será un sello seguro, trazable y riguroso para vehicular sus aportaciones, a la vez que ofrecerá visibilidad y transparencia. Mientras que, para quién gestiona el bosque, representará una opción para diversificar sus ingresos y poner en valor los beneficios que el bosque aporta a la sociedad.
Para garantizar el buen funcionamiento del sistema, el Departamento de Acción Climático considera que hará falta una planificación a escala de paisaje participada por los principales actores del territorio para determinar las acciones, ya que los indicadores y las metodologías utilizados en el cálculo de los créditos climáticos tienen que tener una base científica sólida. Asímismo, se tiene que hacer de manera coherente con el contexto local donde se aplicará. Así pues, habrá que haber redactado previamente un proyecto con la agrupación de la propiedad y de los bosques, sean públicos o privados, donde se establezcan las medidas más adecuadas a cada territorio para conseguir un paisaje resiliente, habiendo calculado el impacto en los tres servicios ecosistémicos (carbono, agua y biodiversidad). A partir de aquí, se generarán los créditos objeto de financiación por parte de entidades públicas y privadas con el fin de compensar sus emisiones de carbono y, en general, el impacto negativo que hayan podido causar en el territorio.
Suelo agrícola y litorales marinos, en segunda fase
El sistema que diseña el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural también contempla una segunda fase por facilitar que se puedan destinar las inversiones a mejoras en el suelo agrícola, con la aportación de métodos de cuantificación y seguimiento de secuestro y emisiones para diferentes tipos de cultivos y prácticas agrícolas, y en hábitats litorales y marinos y en las zonas húmedas es vital para mitigar el cambio climático, mediante la identificación y protección de ecosistemas acuáticos que contienen reservas de carbono grandes por unidad de superficie, y para facilitar la inclusión de estos ecosistemas programas compensación de carbono.