De niño, Bernat Carreras disfrutaba fabricando maquetas y coches de radiocontrol y, ya de adulto, después de estudiar Ingeniería y un máster en Motorsport cumplió el sueño de ser ingeniero de Fórmula 1. Si puede existir un desafío mayor que trabajar en equipos de 1.000 ingenieros de Renault y McLaren produciendo los coches de estrellas como Fernando Alonso o Lewis Hamilton, Carreras lo encontró en el cielo: echar a volar aviones eléctricos. Con la tecnológica Bold, que fundó en 2019 con tres trabajadores y arrancó diseñando automóviles exclusivos, pretende ahora llegar "antes de que acabe la década" a facturar 100 millones de euros produciendo baterías para aviones eléctricos, según cuenta a ON ECONOMIA desde la sede central de la empresa en Montmeló.
La primera pregunta es: ¿volarán los aviones con motores eléctricos? Carreras aclara que, a corto plazo, serán aviones de menor porte que los intercontinentales, para distancias cortas de hasta 250 kilómetros, y que ahí está su foco. "La energía específica de los combustibles es 10 veces más densa a nivel energético que el sistema eléctrico. Por tanto, descartamos vuelos más largos en los que necesitas mucha más energía por cada kilo y nos centramos en misiones más cortas. Pero ya se puede trabajar con advanced mobility u origin mobility, donde tener menos energía no es un peligro. En lo que comúnmente se conoce como taxis voladores, podremos con nuestras baterías hacer volar aviones de cortas duraciones, se pueden utilizar en misiones de rescate o como taxis", explica. Son como drones del tamaño de un helicóptero que podrían substituirlos al ser más seguros y eficientes.
Carreras no detalla la facturación de Bold el pasado ejercicio, pero sí que ha sido "tres veces mayor" que el ejercicio anterior, 2021, que cerró con casi un millón y medio de facturación y más de medio millón de beneficios, según el registro mercantil. Habría facturado, pues, cuatro millones y medio, con lo cual para asumir el objetivo de los 100 millones en menos de siete años debería multiplicarse por 25. La última inversión, de 25 millones de euros, con una ayuda de 100.000 de la Generalitat para contratar a 50 ingenieros más (ahora mismo la empresa tiene 130 trabajadores) y abrir una fábrica en Estados Unidos que aproveche los estímulos de Biden tal y como ha hecho Wallbox, debe ser un impulso definitivo. Se trata de una inversión mayor que su facturación, pero que "no pone en peligro a la empresa" y se ejecutará en diversos plazos, de forma que no compromete que, en 2023, Bold vuelva a cerrar con beneficios, que podrían menguar de cara a 2024.
De hecho, pese a que la previsión de crecimiento es mastodóntica, Carreras se desmarca del mundo startup, palabra con la que no se siente cómodo, y prefiere asociar su negocio al entorno industrial. "Hemos ganado dinero desde el primer día", cuenta para alejarse de ese universo, "y tan solo recibimos una inversión externa de dos millones y medio de euros de un socio estratégico de la región que conoce el sector para acelerar algunas cosas". El resto es todo inversión del propio Carreras. "Para mí esto es un negocio industrial. Primero, tienes que vender, después hacer el producto, hacerlo bien, y saber cobrarlo, que te paguen. Y eso va mucho más allá de decir 'he levantado 100 millones y soy un unicornio'. Yo quiero solucionar problemas y en lo que nos centramos es en esto, nuestro foco no es hacernos la foto de éxito como startuperos", reflexiona. "Puedes crecer muy rápido, pero hay un riesgo. No escuchas hablar de las empresas que se quedan por el camino y tampoco sabes lo que sufren, incluso las grandes, si se dedican a quemar dinero", completa.
El desembarco de Bold en Estados Unidos, aún por decidir en qué estado tendrá lugar, tiene que ver con el buen clima empresarial para invertir en renovables en Estados Unidos, pero sobre todo con los clientes de Bold, que no se pueden desvelar. "No tenemos clientes en España, sí en Inglaterra y en Estados Unidos. Y existen algunas fricciones en cuanto a logística cuando empezamos a enviar a mayor volumen. Hay que hacer mantenimiento, reparaciones, necesitamos estar más cerca de ellos y conocemos a gente en Estados Unidos". No ve un riesgo de que sea el primer piso para cambiar de país, "la base de operaciones y la parte de desarrollo la mantenemos aquí, allí tendremos una extensión de la parte de fabricación", pero "las cosas pueden cambiar, estaremos donde el cliente nos necesite", apunta.
Reconoce, como los fabricantes de vehículos eléctricos y gran parte del sector de electrificación, que la Unión Europea está perdiendo espacio respecto a Estados Unidos, "donde existe una muy buena combinación de incentivos a nivel local, federal y estatal". "Muchas empresas grandes no están yendo a Europa o están frenando sus inversiones porque en Europa hay una preocupación excesiva por las repercusiones, cuando la principal repercusión negativa de la regulación y las ayudas puede ser que nos quedemos sin la tecnología necesaria".
Bold, que nació prácticamente sin inversión inicial porque se dedicaba en origen a diseñar automóviles "muy exclusivos, de altas prestaciones, con una producción de menos de 10.000 unidades" para fabricantes que no puede desvelar, sigue manteniendo un pie en el sector del automóvil pese a que la apuesta principal ahora son los aviones eléctricos. Entre los clientes de Bold se encuentran escuadras competidoras de Fórmula E, la Fórmula 1 eléctrica, para los que ha fabricado baterías. Ser el proveedor de todas las escuadras es uno de los grandes contratos que aspira a cerrar este año.
El gran despliegue industrial para la electrificación, en el que Bold participa, se encuentra ante una contradicción: son indispensables para la descarbonización que exige la emergencia climática y todas las instituciones internacionales, pero la necesidad de minerales para producir los componentes puede tornarlo insostenible, las condiciones de trabajo en las minas llegan a violar los derechos humanos y la alta dependencia de materias primas y proveedores chinos puede ser contraproducente para las economías occidentales. Consciente de ello, Carreras apuesta, a nivel de sostenibilidad, "primero por una segunda vida de estas baterías, que tienen una durabilidad limitada en aviones, pero después pueden tener otros usos" y, más tarde, por el reciclaje. "La mayoría de metales, como el aluminio o el acero, son reciclados. Y aquí queremos hacer lo mismo. Ahora se extrae mucho de la mina, peor cuando tengamos muchas celdas que hayan llegado al final de la vida, se podrán recuperar la mayor parte de los materiales", defiende Carreras, "es una tecnología, la de reciclar cobalto o níquel, que ya se está desarrollando", completa.
"Queremos trabajar con materias primas que, cada vez más, sean sostenibles y respeten los derechos humanos, que podamos confiar en ellos para la cadena de suministros y que cada vez más usen los estándares europeos y americanos. Las minas ya están tomando medidas sociales de impacto local", defiende Carreras, que cree que "el futuro pasa por el hecho de que los proveedores chinos se instalen en Europa y Estados Unidos" para adaptarse a esos estándares. "Aunque hay cada vez más países intentando competir, en Asia nos llevan mucha ventaja a nivel científico y productivo", explica el ingeniero y empresario.
Pese a las ventajas a nivel de incentivos de Estados Unidos, Carreras se muestra satisfecho con las ayudas recibidas tanto por el PERTE del Gobierno español como por la Generalitat, pese a que "es demasiada burocracia", y alerta que, en Catalunya, existe un "techo de cristal" al creer que no estamos al nivel de otros países de Europa. "Estudiar en Inglaterra me sirvió para darme cuenta de que aquí no nos falta de nada. Estudié en la Universitat de Girona, que no es de las más punteras, y a nivel técnico no nos faltaba nada", rememora Carreras, que después regresó a Girona. La empresa, finalmente, se instaló en Montmeló, a pocos metros, curiosamente, del circuito donde no hace tanto corrían algunos de los coches que ayudaba a diseñar, pero mirando ahora a un cielo que quiere ayudar a electrificar para que esté menos contaminado.