La regulación del sector de las baterías de almacenamiento avanza lento en España. Se trata de un sector clave para optimizar la capacidad renovable, ya que permite almacenar la luz en los periodos de mayor producción solar y eólica y utilizarla después. Pero falta una normativa española que regule la remuneración de los servicios de ajuste y de disponibilidad de la red.

"Estará listo más o menos dentro de un año y medio", augura Luis Marquina, presidente de la patronal del sector, AEPIBAL (Asociación Empresarial de Pilas, Baterías y Almacenamiento Energético), que pide además que las normativas y estímulos europeos incentiven la producción local ante la voraz competencia de las empresas chinas. La patronal que preside se ha multiplicado por 8 desde 2021: ha pasado de 28 miembros a 225. 

"Nuestra patronal representa a toda la cadena de valor de las baterías estacionarias, no de movilidad". Son las que están conectadas a la red eléctrica o a parques fotovoltaicos o eólicos para almacenar la energía. Pero la relación con las baterías de coche y gigafactorías es crucial, puesto que se pueden compartir muchos elementos de la cadena de valor y, en un futuro, los coches eléctricos pueden incluso funcionar como baterías de un hogar o una industria. "Si tenemos gigafactorias, no hará falta grandes empresas de baterías", defiende Marquina, "la relación entre una y otra industria debe ser fluida", completa. 

13.000 MW con permiso de acceso a la red

Pero España, que solo tiene ahora mismo 25 MW instalados de baterías estacionarias, espera que avance la regulación para instalar los 13.000 MW que tiene autorizados para conectar a la red. "Si un inversor puede apostar ahora o hacerlo cuando haya regulación y pueda acceder a una rentabilidad mayor, espera", explica Marquina. 

Fabricadas mayormente con materiales chinos, también los productores de la potencia asiática parten con ventaja en este mercado, pero la promoción "está muy democratizada, como la fotovoltaica", apunta Marquina. "Pueden proliferar pequeñas start-ups que hagan baterías o un family office puede apostar por ellas", abunda. 

Algunas materias primas podrían empezar a extraerse de hallazgos europeos, "pero habría que asumir el coste social de abrir minas", con lo que se atenuaría la dependencia del país asiático. Hay otra vía: "Explorar con países latinoamericanos como Argentina, Bolivia o Chile el mercado de las materias raras". Con el acuerdo recién alcanzado entre la Unión Europea y el Mercosur, esta vía parece más plausible. 

El caso Northvolt

Para Marquina, la reciente quiebra de Northvolt refleja bien el problema de la depedencia de China y la falta de una apuesta estratégica por la cadena de valor europea. "La mayoría de maquinaria de Northvolt es de China, pero si hay un problema con el proveedor puede tardar mucho en responder. Eso puede mantener la cadena de producción parada", relata. 

Ante esa situación, una vez cayó en la quiebra, "a Northvolt la ha salvado Scania, empresa de camiones sueca que ha decidido comprar sus baterías aunque sean más caras". Pero Marquina se plantea: "Si esto pasa con empresas españolas, ¿hay que pedir heroicidades a empresas españolas? No, hay que tomar medidas e incentivar fiscalmente que las empresas europeas sean consumidoras de producto europeo", plantea. 

En esa línea, el BEI y la Comisión Europea aprobaron la semana pasada 200 millones de financiación y 1.200 millones de ayudas para el mercado de las baterías, respectivamente, que actualmente cuentan en la Unión Europea con más de 7 GW instalados que deberían multiplicarse por 7 hasta 2030 y alcanzar los 50. 

Con una curva de consumo que no coincide con la de producción, las baterías son una de las piezas que faltan para que el puzle eléctrico de las renovables encaje y para que, con ellos, bajen los precios de la luz, aumente la eficiencia y España y la Unión Europea puedan mejorar su autonomía y su competitividad industrial. En la línea de los informes Letta y Draghi, y ante los fuertes estímulos locales estadounidenses y chinos, miles de millones deberán entrar en España en los próximos años para potenciar esta industria. 

El potencial de España

"España es un país apetecible para este negocio, con buenas infraestructuras y una muy buena red eléctrica. Además, tenemos terreno, Italia es más denso y Francia tiene una energía nuclear que frena su avance en renovables", desarrolla Marquina. Catalunya, por su parte, "puede ser estratégica en baterías porque no requieren de tanto espacio como los parques de renovables", apunta. 

Las vascas Basquevolt y Cegasa, o las foráneas Novenco, Silence o Tesla, además de energéticas como Iberdrola o Naturgy se preparan para el pistoletazo de salida que dará la regulación de las baterías, después de que la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia pusiera una primera piedra determinando a qué hora se podrán recargar y descargar las baterías. 

Factores como el reciclaje, que dependen de la capacidad de extraer las materias raras de la celda, pueden mejorar la competitividad y la autonomía. "Con 5,5 millones de vehículos eléctricos en 2030, a partir de determinado año podremos tener un buen número de baterías recicladas", augura Marquina, si bien eso puede revertir en la recuperación de aproximadamente el 15% de las materias primas. 

Fuera de la celda, España tiene  una ventaja: "Es potente en la electrónica de las baterías". Power Electronics, Ig Teams, Siemens Gamesa son algunos de los principales actores. "Esa industria hay que defenderla. Hay que apostar por esa parte de la cadena de valor en que tenemos posición prevalente. En otras, como las celdas, va haber que compartir porque es más difícil competir", explica. 

En la actualidad, las baterías pueden facturar en España la parte de intercambio del arbitraje de precios, esto es, por lo que venden a la red. Pero existe un mercado de ajuste, que permite unos ingresos extra que pueden ser del 25%, que sirve para cubrir la brecha entre oferta y demanda, por el que las baterías aún no perciben ingresos. Y una tercera pata, otro 25% de ingresos por estar disponible para la red, que tampoco está actualmente regulado. Cuando todo eso esté sobre el papel, la industria de las baterías echará a andar del todo en España.