La economía azul comprende toda actividad económica que sucede en los ámbitos acuáticos y, además, es compatible con la preservación de los ecosistemas marinos. El 80% del comercio internacional se desplaza por los mares, de forma que el transporte de mercancías copa gran parte de esta economía. Pero la pesca, el sector náutico recreativo, el transporte de personas, la desalación del agua, los cableados subacuáticos, la eólica marina o incluso actividades dedicadas a la preservación de ecosistemas marinos forman también el engranaje de la economía azul.
En Barcelona, la economía azul está formada por 1.154 empresas, un 1,5% del tejido empresarial, que facturan cada año 3.826 millones con 15.806 puestos de trabajo, un 1,4% del total de trabajadores de la ciudad.
De cara a la agenda 2030, que prevé la descarbonización de la economía y un compromiso para que las actividades económicas no perjudiquen a los ecosistemas y la biodiversidad, la economía azul debe ganar peso tanto en Barcelona como en Catalunya, Espanya, la Unión Europea y a nivel global. El Ayuntamiento de Barcelona, aprovechando la llegada de la Copa América a la ciudad, ha lanzado tres proyectos de economía azul que sumarán una inversión total de 142 millones de euros.
Los tres proyectos lanzados, el Parque de Tecnología Marítima, el Blue Tech Port y el Barcelona Mar de Ciencia, buscan potenciar los trabajos de valor añadido, la investigación, la tecnología y la ciencia en los entornos marítimos con una inversión total de 142 millones de euros. El entorno del Puerto de Barcelona es el centro neurálgico de la economía azul en la ciudad.
Las actividades marítimas, o al menos muchas de ellas, tienen un impacto en el medio ambiente, tanto por los gases de efecto invernadero que emiten los barcos con sus combustibles como por la afectación a la biodiversidad. De hecho, el sector marítimo es responsable del 3% de las emisiones globales de origen humano. Pero la agenda europea de descarbonización para 2030 obliga a todos los sectores a reducir sus emisiones, por lo que la economía azul tiene que ser compatible con el medio ambiente.
Existen actividades como las depuradoras o empresas que se dedican a limpiar las aguas, e incluso otras como Ocean Ecostructures que se dedica a crear corales artificiales para regenerar la biodiversidad, cuya actividad está centrada directamente en la sostenibilidad.
El reto de la descarbonización
Otras como el transporte marítimo deberán descarbonizarse sustituyendo los combustibles fósiles por otros que aún están por optimizar, tanto a nivel de costes como de eficacia. Biodiesel, metanol verde, hidrógeno verde y combustibles sintéticos deben ocupar esos lugares en un sector que en principio no puede electrificarse porque sus necesidades energéticas van más allá de lo que puede ofrecer la electricidad, aunque sí que existen barcos eléctricos de pequeño porte.
La Organización Mundial del MAR (IMO), filial de la ONU, prevé una reducción en 2030 de las emisiones de CO2 del transporte marítimo del 40% de cara a 2030 y que las energías de emisiones cero representen entre el 5 o el 10% de la energía utilizada por el transporte marítimo internacional.
Esa misma organización cuenta con 15 objetivos para hacer de los mares un lugar mejor, entre los cuales están los trabajos decentes, la igualdad de género en las actividades marítimas, la limpieza del agua, la innovación y la biodiversidad, alineados todos ellos con los objetivos de sostenibilidad en tierra firme.
Estos objetivos deben guiar la actividad económica en el mar, la economía azul, con tal de que no solo no dañe a los océanos, sino que ayude también a mantenerlos y recuperarlos.
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