Las modas son peligrosas. De entrada porque cuando salen, siempre se les cuestiona su duración y si han llegado para quedarse. De la otra, porque para seguirla se tienen que hacer sacrificios o no siempre están al alcance de todo el mundo.

La sostenibilidad, más allá de una necesidad, también se ha convertido en una moda. A modo de ejemplo, la marca Tesla d'Elon Musk constituye una manera de moverse de forma más sostenible, a través de la electrificación, pero también indica formar parte de un grupo selecto que se puede permitir pagar, como mínimo, 53.000 euros, para conducir un coche de esta marca.

¿Solo es una moda?

En el terreno del turismo pasa exactamente lo mismo. El turismo sostenible está de moda y cada vez son más los viajeros que se suman a esta nueva forma de viajar que promueve la conservación del medio ambiente y el apoyo a las comunidades locales, creando una experiencia turística más responsable que favorece la buena reputación y una imagen de marca positiva para las compañías y los destinos que lo fomentan.

Un estudio reciente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Europea de las Canarias lo constata. El profesor del Grado de Dirección Internacional, José Serrano, lo describe: "Los turistas valoran y aprecian las empresas y destinaciones que demuestran un compromiso real con la sostenibilidad y la responsabilidad social".

España, ¿el paraíso del turismo sostenible?

Según un estudio realizado el mes de junio pasado por Mastercard en colaboración con Turespaña, España está considerada como uno de las mejores destinaciones para disfrutar de un turismo respetuoso con el medio ambiente. En este sentido, la implementación de prácticas responsables con el ecosistema también favorece una mayor eficiencia y ahorro de costes para las empresas turísticas por el hecho de que "la gestión eficiente de los recursos, la reducción de residuos y el uso de energías renovables pueden generar ahorros significativos a largo plazo", según explica José Serrano. Pero para tener esta marca, hacen falta sacrificios.

Todos los sacrificios que debes hacer

El turismo sostenible implica tomar decisiones conscientes durante el proceso de planificación y ejecución de los viajes para minimizar el impacto negativo de los destinos visitados y maximizar los beneficios para la comunidad y el ecosistema. Y ya hay algunas medidas que se han fijado como una declaración de mínimos si se quiere tener la etiqueta de moda como turista sostenible.

La más básica es optar por el transporte alternativo, es decir, utilizar medios de transporte más ecológicos, como el transporte público, andar o ir en bicicleta cuando sea posible. En caso de necesitar un vehículo, optar por el alquiler de coches eléctricos o híbridos. Primer impacto económico añadido. La alternativa, demasiado a menudo por una cuestión de tiempo, acabará siendo un modelo de coche más caro que el de combustión tradicional.

En segundo lugar, se tienen que escoger alojamientos que apuesten por la energía verde: buscar alojamientos que tengan políticas y prácticas sostenibles, como el uso de energías renovables, la reducción del consumo de agua y la implementación de prácticas de reciclaje. También recomienda valorar opciones de alojamiento alternativas, como casas de huéspedes locales o ecolodges. El coste de estas casas rurales es a menudo más caro, ya que tienen que optimizar las inversiones, mayores en cifras absolutas, que han dado para disponer de una placa fotovoltaica o el uso de agua regenerada.

Pero no acaba aquí la lista de compromisos que tiene el turista sostenible. También se pide que este dé apoyo a las comunidades locales: apostar por la compra de productos autóctonos, comer en restaurantes de propiedad local y contratar guías turísticos locales. Eso ayuda a impulsar la economía local y preservar la cultura autóctona. Más allá de una cuestión saludable, los productos desvinculados del fast food tradicional tienen un incremento de precio como es lógico.

Pero hay otros que no tienen un impacto económico tan directo o, incluso, nos pueden suponer un ahorro. Hablamos de ahorros muy menores y sacrificios mayores. Reducir el consumo de agua y energía y ser conscientes del uso de agua y energía mientras nos alojamos en hoteles. Apagar las luces y los electrodomésticos cuando no los necesitamos y reutilizar las toallas y las sábanas en lugar de pedir que las cambien diariamente.

También minimizar el despilfarro de plástico y llevar una botella de agua reutilizable para evitar comprar botellas de agua de un solo uso, así como utilizar bolsas de ropa para hacer compras y no utilizar las pajitas de plástico. Además, separar los residuos y buscar opciones de reciclaje adecuadas. Y, en último término, aprender sobre la cultura y el medio ambiente local: investigar y aprender sobre la cultura, la historia y los problemas ambientales del destino antes de viajar. Eso ayudará a comprender mejor y respetar las costumbres locales.

La oportunidad de los países subdesarrollados

Más allá de las derivadas que afectan en el bolsillo directo de cada turista, están las geopolíticas. Un estudio de la Universidad de La Rioja, elaborado por José Lázaro Quintero Santos, asegura que en los países en vías de desarrollo hay un turismo sostenible al alza, también promovido por el mismo cliente final. El año 1950, los principales destinos turísticos estaban en Europa y el norte de América. En estos dos puntos se concentraban los 15 principales destinos que captaron el 97% del tráfico mundial turístico.

En la década del 2000, este porcentaje ha ido en descenso, por debajo del 60%, a favor de apuestas como el sureste asiático o la América Latina. Lo que ahora piden estos países es generar una política que no cree dependencias económicas del turismo tan grandes como las que se han producido en las primeras grandes olas de este sector durante el siglo XX. Con la pandemia, esta conciencia ha tomado fuerza y, ahora, con la sostenibilidad, se quiere acabar de reafirmar la premisa para conseguir una doble sostenibilidad: ecológica, pero también económica. Aunque, economistas consultados por ON ECONOMIA, tildan este escenario de utópico o demasiado optimista.