Impuesto al plástico, impuesto a los coches de combustión y, ahora, impuesto en el sector textil. La Unión Europea quiere sumar un nuevo impuesto contra la moda, especialmente low cost, para que pague los propios residuos que genera con la producción a gran escala de ropa vestir. Los diputados europeos, desde Bruselas, piden a la Comisión y a los países de la Unión Europea que acaben con la "moda rápida" y ayuden a los consumidores a tomar decisiones más éticas y sostenibles.

El Parlamento adoptó recomendaciones para la estrategia de la Unión Europea para los textiles sostenibles y circulares, con 600 votos a favor, 17 en contra y 16 abstenciones. Impuestos, como todas las fábricas, ya pagan, pero ahora se podría sumar otro que iría acompañado de políticas de concienciación social contra esta manera de consumir.

¿Qué se penalizará?

El texto pide que los productos textiles vendidos a la UE sean más duraderos, más fáciles de reutilizar, reparar y reciclar. A lo largo de la cadena de suministro, la producción tiene que respetar los derechos humanos, los derechos sociales y los derechos laborales, así como el medio ambiente y el bienestar animal. Los diputados también quieren que la Comisión y los Estados miembros adopten medidas para poner fin a la moda rápida.

El nuevo impuesto podría venir motivado por una apuesta por la prevención, recogida, reutilización y reciclaje de residuos textiles. Piden a la Comisión que lance la iniciativa para prevenir y minimizar las emisiones de microplásticos y microfibras al medio ambiente sin más demora.

De esta manera, el Parlamento cree que los consumidores tendrían que disponer de más información para tomar decisiones sostenibles. Los eurodiputados piden la prohibición de la destrucción de productos textiles no vendidos y devueltos en el marco de la próxima revisión del Reglamento de diseño ecológico. Quieren reglas claras para acabar con el lavado ecológico de los productores, incluido a través de un trabajo legislativo en curso para apoderar a los consumidores en la transición ecológica y para regular las reivindicaciones ambientales.

La competencia a escala global

En una declaración del pleno, la presidenta del Parlamento, Roberta Metsola, se refirió al décimo aniversario del hundimiento de la fábrica de ropa Rana Plaza en Bangladés, que mató a 1.134 personas. Recordó que este desastre había sido un toque de atención para el mundo occidental, incluida la UE, que tiene la responsabilidad "de asumir las consecuencias de la preferencia de los consumidores por la abundancia y la accesibilidad en detrimento de la moderación y la sostenibilidad".

Por su parte, la eurodiputada de la SD alemana, Delara Burkhardt, afirmó: "Los consumidores solos no pueden reformar el sector textil global mediante sus hábitos de compra. Si dejamos que el mercado se regule, dejamos la puerta abierta a un modelo de 'fausto fashion'". La UE tiene que obligar legalmente los fabricantes y grandes empresas de moda a operar de una manera más sostenible. Las personas y el planeta son más importantes que los beneficios de la industria textil".

La iniciativa ya viene motivada por el primer paso que se dio el 30 de marzo de 2022, cuando la Comisión presentó la Estrategia de la UE para los textiles sostenibles y circulares, que aborda todo el ciclo de vida de los productos textiles y propone acciones para cambiar la manera como producimos y consumimos textiles. Su objetivo es implementar los compromisos del Green Deal para Europa, el nuevo plan de acción para la economía circular y la estrategia industrial para el sector textil. Los eurodiputados que se oponen al cambio consideran que estos impuestos no favorecen la competitividad con otros rivales, como el americano o el asiático, que no tiene una regulación tan extrema y, por lo tanto, da más margen de maniobra a la productividad.