En los últimos cinco años se han creado en España 570.000 empresas, de las que 25.452 eran start-ups. De ellas, permanecen activas 423.508, 23.383 de las cuales son firmas emergentes. Esta cifra representa un 3% más que en 2021, según el Estudio sobre las empresas start-up en España publicado por Informa D&B, y su esperanza de vida es mayor. Casi el 96% de estos negocios emergentes son microempresas, algo más del 2,5% pequeñas, y las medianas y las grandes no alcanzan el 1%. En el informe se expone que las start-ups no solo acreditan más supervivencia que el resto de negocios, sino que también muestran una menor probabilidad de cierre. Un 74% reconoce un riesgo medio o bajo de clausura en el próximo año.
En este sentido, su riesgo de liquidez (probabilidad de impagos, es decir, que presente una demora en sus pagos de más de 90 días respecto a la fecha de pago que se indica en la factura) también es muy inferior: las start-ups presentan un riesgo de retraso en pagos muy inferior a las empresas del grupo de control: el 27,18% de las empresas del primer tipo tiene un riesgo bajo o moderadamente bajo frente al 18,07% de las empresas del segundo tipo. Poniendo el foco en el índice de resiliencia, un 46% de las compañías emergentes manifiestan un nivel medio o alto, por encima del 39% del total de las empresas. El promedio de empleados de las start-ups es de 6,98 por empresa, mientras que el grupo de control muestra una media de 4,74. Asimismo, tienen una tasa de empleados fijos del 70% frente al 65% de las empresas del grupo de control.
Estos datos se han elaborado a partir de una definición de start-up que consiste en empresa independiente de reciente creación que desarrolla una actividad tecnológica o innovadora. Esta definición será la que más tarde acote la normativa relativa a la nueva ley de start-ups, aprobada recientemente en el Congreso de los Diputados. En esta línea, firmas emergentes relacionadas con actividades no tecnológicas hay poco más del 3%. Algo más del 80% se dedica a servicios de alta tecnología o punta (las actividades de programación representan el 47%), y el 13% a actividades manufactureras de alta tecnología. De las no tecnológicas, el 33% se dedica a servicios empresariales, un 19% al comercio y un 13% a la industria.
Por comunidades autónomas
Cerca del 62% de las start-ups se concentran en tres comunidades: Madrid, Cataluña y Andalucía. Sin embargo, si comparamos el número de start-ups con el total de creación de sociedades por comunidades, existe una mayor proporción de potenciales empresas emergentes en La Rioja (13,67 % del total de sociedades creadas), Canarias (7,37 %) y Navarra (6,89 %). Madrid y Cataluña tienen tasas muy similares: 6,67 % y 6,55 % respectivamente.
Rentabilidad de las start-ups
La rentabilidad de estos negocios, start-ups o no, es muy baja, seguramente por los efectos de la crisis sanitaria, del 0,36% y del 0,16%, respectivamente. Las start-ups tienen también una cifra de venta por número de empresas superior y registran una facturación de 1.078.459 euros por empresa frente a los 724.844 euros del grupo de control. Nathalie Gianese, directora de Estudios de Informa D&B, indica que "tras analizar las cuentas de las empresas creadas los últimos cinco años, se aprecia que las start-ups tienen una tasa de supervivencia superior al resto de compañías: cerca del 92% permanecen activas frente al 73% del resto, por lo que no es cierto que se expongan a un mayor riesgo".
Respecto a la actividad exterior a través de la importación y exportación de bienes o servicios, la actividad exterior de las start-ups es escasa, concretamente de un 4,72%, tasa equivalente al 5,02% en el grupo de control. En el caso de la implantación fuera de España, son muy pocas las empresas emergentes o del grupo de control que tienen una filial en el extranjero.