El tinent de alcaldía de Seguretat de Barcelona, Albert Batlle, pide instalar a más cámaras de vigilancia en el centro de la ciudad para poder luchar contra el crimen. Así lo ha manifestado en una entrevista con la ACN, en la que detalla cuáles son las prioridades del Ayuntamiento de Barcelona para hacer una ciudad más segura y buscar soluciones a uno de los problemas que más preocupan a los ciudadanos. Batlle reconoce que han pedido aumentar la videovigilancia en la ciudad "porque es un elemento imprescindible de colaboración con las fuerzas policiales", y considera que la legislación "es muy garantista", pero cree que en Barcelona hay camino para recorrer, e instalar más cámaras que permitirían luchar "más eficazmente" contra el crimen. Con todo, Batlle considera que Barcelona es una ciudad segura porque la mayoría de delitos son de "baja intensidad".

Poner cámaras de seguridad no es fácil, porque hacen falta un procedimiento "muy riguroso" y una aprobación por parte de la Comisió de Videovigilància, que preside el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. Pero lo que Batlle pretende es que se incremente el número de cámaras en algunos puntos críticos donde ya hay, como es el caso de Ciutat Vella o los grandes centros comerciales. El responsable político de la seguridad de la ciudad admite que la instalación tiene un coste económico "importante", pero cree que los resultados pueden ser positivos.

Guerra al consumo y tráfico de drogas

Otro de los problemas de seguridad de la ciudad es el que provoca el consumo y tráfico de drogas, una prioridad para el Ayuntamiento de Barcelona, afirma Batlle. "Hemos declarado la guerra a toda forma de consumo y tráfico de drogas", afirma. Más allá de reducir los narco pisos a una decena, Batlle defiende que hay que actuar también sobre los centros de distribución y está "absolutamente en contra" de los clubs cannábicos. "No queremos que Barcelona dé una impresión llamamiento a los consumidores de la droga", y recuerda que ahora que los Países Bajos o Bélgica están "endureciendo" la normativa. Pero este "combate" contra el consumo y el tráfico de drogas, que es el origen de una gran parte de los problemas de seguridad que se generan en la ciudad, necesita la colaboración de todos los cuerpos policiales. "Es un combate continuo que estamos haciendo tanto desde la Guardia Urbana como desde el cuerpo de Mossos d'Esquadra," apunta, y relata como ha evolucionado esta actividad delictiva contra la salud pública y si los narcopisos eran inicialmente pisos ocupados, ahora ha habido un cambio en la "modalidad y la actividad se da en pisos que tienen un contrato de alquiler".

Batlle reclama también el apoyo de las autoridades de los otros cuerpos policiales, pero también cambios legislativos "importantes", y también abordar casuísticas sociales, porque "cuando fracasan las políticas sociales, "una parte de este fracaso se vierte sobre procesos de marginación que pueden acabar también en la delincuencia".

Narco pisos y clubs cannábicos

Con respecto al tráfico de drogas, el teniente de alcalde ha explicado que desde el 2017, se han cerrado más de 300 narco pisos a la ciudad y ahora hay cerca de 8 que siguen activos, todos en Ciutat Vella. Más allá de las cifras, dice Batlle, la actividad se desplaza "con una rapidez alarmante" y les preocupa el tráfico de drogas: "Cierras a uno y te pueden abrir otro". Con respecto al consumo, el foco también se ha puesto en los clubs cannábicos, porque no se puede permitir que se desplace una determinada demanda de Países Bajos o Bélgica cabe aquí.

El Ayuntamiento, de hecho, ya ha enviado una notificación de cese a una treintena de clubs cannábicos de la ciudad y, si eso no se produce, a partir de septiembre los podrán cerrar y precintar. "No queremos que Barcelona dé una impresión llamamiento en los consumidores de la droga", dice, reivindicando que el combate tiene que ser "integral", contra el consumo, la venta y el transporte.

El peligro de las armas blancas

En la entrevista con la ACN también se ha abordado la problemática del uso de armas blancas, y por eso, Batlle ha defendido seguir haciendo controles de armas blancas e incrementarlos cuando tienen lugar grandes fiestas o acontecimientos, como puede ser Mercè: "No podemos aceptar que la gente salga de fiesta con una navaja al bolsillo". Sin embargo, reconoce que es una decisión "personal" de cada uno y además los cuchillos están al alcance de todo el mundo. Por eso, hace un llamamiento a la "conciencia ciudadana" para que no se utilice como objeto de agresión y defiende los controles. Batlle recuerda que la Guardia Urbana de Barcelona "fue la primera policía" que hizo uso de las palas detectoras en cacheos en la calle para evitar la proliferación o el uso de armas blancas, y también ha explicado que a partir del próximo verano el cuerpo policial dispondrá de una treintena de pistolas eléctricas, lo que llama "dispositivos de conducción eléctrica", aunque antes habrá que aprobar un reglamento de uso. El teniente de alcalde es partidario de este tipo de dispositivos que, cruz, puede ser la alternativa siempre en el arma de fuego, que es "mucho más lesiva".

Luchar contra la multirreincidencia

Batlle defiende el "carácter seguro" de Barcelona y justifica esta afirmación en que buena parte de los delitos son los denominados "de baja intensidad", como hurtos y pequeños robos, pero no "grandes delitos" como asesinatos u homicidios, que son "muy extraordinarios". La reiteración de estos delitos, a pesar de no ser importantes, contribuyen a aumentar la sensación de que Barcelona no es una ciudad segura, y por eso, admite que la multirreincidencia de hurtos y robos es uno de los caballos de batalla del Ayuntamiento: "Tenemos que decir que a veces nos hemos sentido muy solos". La solución pasa por un cambio legislativo, y por eso asegura que el Ayuntamiento seguirá insistiendo para que sea posible una modificación legal y al mismo tiempo se refuercen los juzgados para aumentar la "celeridad". En este sentido, Batlle se queja, por ejemplo, de que los juicios rápidos se estén señalando ahora a casi un año vistos y no se celebren en quince días.

En esta lucha, se tiene que involucrar el gobierno central, y Batlle afirma que tanto el alcalde Collboni como él mismo se han visto con los ministros Bolaños y Marlaska y lo habían hecho con los consellers del govern Aragonès. La intención es que a la vuelta del verano el Ayuntamiento pueda reunirse con los operadores judiciales, el Ministerio y los grupos parlamentarios para hacerles llegar su preocupación.