El cementerio de Sant Andreu, a pesar de su nombre, se encuentra ubicado en el distrito de Nou Barris, concretamente en el barrio de Porta. En la actualidad, en torno a este recinto fúnebre barcelonés se están produciendo una serie de cambios que reconvertirán la zona en un futuro bastante próximo, con la construcción ya en marcha de un nuevo tanatorio -uno de los pocos que no han sido polémicos, a diferencia de otros proyectos en Sants y Sant Andreu- y la previsión de reconvertir un gran aparcamiento en superficie, de más de trescientas plazas de coche, en zona verde. También está afectado el viejo campo de fútbol de la Damm, que hace décadas que no pertenece a la compañía cervecera pero que ha mantenido el nombre. Y en uno de los vértices de todo este ámbito de actuación se encuentra un testigo arquitectónico de la Barcelona del pasado, la masía de Can Valent, actualmente en proceso de rehabilitación.

 

La masía de Can Valent es un remanente de cuando el llano de Barcelona era un ámbito rural y buena parte del actual barrio de Porta era una zona de masías que se dedicaban a la explotación agrícola, preferentemente viñas. En el municipio de Barcelona hay documentadas 603 masías, aunque sólo persisten 106, según datos de hace casi quince años extraídos del libro 'Masies de Barcelona' (Àngle Editorial, 2009). Y una de las que los últimos años ha corrido el riesgo de ser derribada es precisamente la de Can Valent, que hasta al inicio de abril amenazaba ruina, una situación que se ha empezado a salvar con una intervención arquitectónica que, en una primera fase, tiene como objetivo asegurar la estabilidad del edificio para poder destinarlo, más adelante, a usos vecinales.

Masia basilical

Para hacer un poco de historia cabe decir que la masía, situada en la avenida Rio de Janeiro 49-51, está conformada, según el libro citado, por "un volumen principal compuesto de cuatro cuerpos, algunos de los cuales responden a ampliaciones que se han hecho sobre el volumen primigenio." Es una masía de tipo basilical, donde el cuerpo central sobresale de los laterales, con dos fachadas desiguales, la de la izquierda más ancha que la de la derecha. Todavía conserva un reloj de sol en la fachada principal. La masía, "también conocida como de Can Pere Valent, se construyó en torno a los siglos XVI o XVII", y tradicionalmente fue ocupada por masovers, el último de los cuales, ya a mediados del siglo XX, fue Sebastià Padrós, que se dedicaba a la jardinería y vendía flores y plantas en los bajos de la masía.

La masía de Can Valent a principios del siglo XX, cuando todavía hacía funciones de explotación agrícola en una zona de viñas / Foto: AjBCN
La fachada de la masía el mes de abril pasado, antes del inicio de las obras de rehabilitación / Foto: Jordi Palmer
Estado actual de la fachada de la masía, en pleno proceso de rehabilitación / Foto: Carlos Baglietto

Según 'Masies de Barcelona', al morir Padrós, "la casa fue vendida a la constructora Sala Amat, que intentó derribarla, pero el ayuntamiento se lo prohibió cuando ya habían empezado, y les hizo reconstruir los muros estropeados". "Aunque la empresa cumplió la orden -prosigue el texto-, no respetó la tipología del edificio, ya que utilizó ladrillo moderno". Seguidamente, "entre los años 1970 y 1980 la constructora la utilizó como almacén, hasta que el ayuntamiento la expropió el año 1985", y "desde entonces, se ha quedado en estado de abandono y ha sido víctima de actos vandálicos en varias ocasiones", hasta el punto de que recientemente corría el riesgo de caer.

En todo caso, la actuación arquitectónica en este edificio, que está incluido en el Catálogo de Patrimonio Arquitectónico de la ciudad con un nivel de protección C, ha comportado una intervención arqueológica que ha hecho aflorar unos restos que han cobrado importancia por sí mismas, como lagares, un horno y una fresquera subterránea, mientras que otros elementos, como una supuesta chimenea histórica, ha resultado ser una obra sin ningún valor hecha durante la segunda mitad del siglo XX -quizás sobre la auténtica chimenea patrimonial, ya inexistente-. Un equipo de elNacional.cat ha podido acceder al interior de la masía en compañía de Carlos Fuentes,  arquitecto del Departamento de Obras y Mantenimiento del Distrito, que ha detallado la situación del edificio y los planes de intervención actuales.

La masía de Can Valent se agrandó con el paso de los años y contaba, en el ala izquierda, con una galería / Foto: Carlos Baglietto
En el interior se han podido recuperar elementos patrimoniales, como el horno de leña, situado en el muro de la izquierda / Foto: Carlos Baglietto

En estos momentos, según relata Fuentes, se trabaja en una primera fase que comprende "la rehabilitación estructural del edificio, rehacer los forjados, colapsados al cien por cien, rehacer las cubiertas y los elementos estructurales necesarios para cerrar el edificio", con el objetivo que, una vez asegurada la estabilidad del edificio, se pueda pasar a una segunda fase de adecuación para unos usos que todavía no están del todo definidos, ya que están pendientes de un proceso participativo con entidades vecinales, que son las que finalmente tendrán acceso al futuro equipamiento, entre las cuales el Arxiu Històric Roquetes Nou Barris, una de las entidades impulsoras del salvamento de Can Valent y la que dio un grito de alarma en abril cuando se derribaron unos anexos posteriores que finalmente no tenían valor patrimonial, aunque desapareció un creativo mural que adornaba la parte posterior de la masía, donde hay huertos urbanos.

Lamentable estado de la edificación

En todo caso, según relata Fuentes, los primeros trabajos pusieron en evidencia el lamentable estado de la edificación, con toda una parte del edificio que había caído y que amenazaba la estabilidad de toda la masía. Por eso ha habido que dar prioridad a reforzar con vigas toda la estructura, para asegurar el edificio. Con respecto a los hallazgos, los hay situados en el perímetro de la construcción y también en el interior, porque hay que entender que se trata de una masía "conformada por diferentes cuerpos que responden a diferentes épocas", construidas a partir de una primigenia torre de defensa que en algún momento se ha fechado en el siglo X. Además, las partes más antiguas de la actual masía se remontan al siglo XVI y se han podido fechar por el hallazgo de "monedas que se dejaban como testimonio de la época".

Entre los hallazgos también destacan lagares y un pozo tapado con una lápida que, "lamentablemente no se puede datar porque estaba rota y faltaba la parte de la fecha". Fuentes también señala la aparición de los restos "de un antiguo horno de leña". En cambio, un elemento que ha desaparecido es la antigua chimenea, sustituida por una más moderna y sin ningún valor. Y todo ello en muy mal estado, porque hay que recordar que la masía tuvo varios usos hasta los años ochenta, el último de los cuales fue de almacén para una empresa constructora, y que posteriormente, como ya se ha dicho, ha sido víctima de actos de vandalismo.

En la primera fase de la rehabilitación los trabajos se han centrado en asegurar la estabilidad del edificio / Foto: Carlos Baglietto

Ahora bien, el hallazgo más destacable es el que se ha encontrado "en el ala este del edificio, donde hay toda una serie de elementos soterrados que nos hacen pensar que hay un sistema, una red subterránea que hacía las funciones de fresquera." Se trata de una serie de canalizaciones soterradas que dan paso a una gran cámara que, supuestamente, se utilizaba para conservar los alimentos, aunque será una futura intervención arqueológica "de excavación y documentación de estos elementos" la que lo pueda certificar. Hay que recordar que la intervención actual, aunque cuenta con la supervisión de arqueólogos, "es puramente estructural para asegurar no sólo que el edificio no caiga, sino que no se vuelva a deteriorar en el futuro inmediato".

¿Cómo quedará en el futuro?

En todo caso, la visita al interior permite conocer como había sido el uso de la masía y también empezar a imaginar cómo quedará en un futuro. Así, el cuerpo central, que a causa de su abandono incluso tiene un árbol en el interior, se prevé que se convierta en un vestíbulo con una cubierta de cristal y manteniendo en su lugar original el árbol. También dentro de los trabajos actuales se prepara la instalación, sin estropear la parte patrimonial conservada, de la caja del ascensor. También se están saneando las fachadas, que quedarán en su estado actual, con piedra vista, aunque tradicionalmente las masías estaban encaladas, como es el caso de otra masía vecina, Can Verdaguer, situada a escasos 125 metros de distancia y convertida en Centro Cívico en 2013 después de una rehabilitación integral.

Con respecto a la fachada, Fuentes indica que "se está haciendo un tratamiento de recuperación de la piedra y quedará como la vemos ahora mismo, con la piedra y los espacios intersticiales entre las piedras asegurados", mientras que los revestimientos interiores se mantendrán para tener "el máximo de posibilidades" cuándo queden definidos los usos del edificio. En todo caso, se prevé que esta primera fase quede finalizada "antes de finales de año", probablemente en paralelo a la finalización del tanatorio contiguo, dentro de toda la reconversión de los entornos del cementerio de Sant Andreu.

En la parte posterior de Can Valent hay unos huertos urbanos, que serán reubicados con la transformación de todo el entorno / Foto: Carlos Baglietto
La zona de aparcamiento actual con la masía de Can Valent en el fondo. Toda esta parte será zona verde a medio plazo / Foto: Carlos Baglietto

"Estamos en una esquina que junta varias modificaciones de carácter muy diferente y todas muy transformadoras", detalla el arquitecto técnico, ya que "en el lado este tenemos el tanatorio que se está acabando de construir y está muy relacionado con el cementerio, que estará acabado más o menos como esta obra". Con respecto a la zona de aparcamiento, la previsión es eliminar el parking y reconvertirlo en zona verde, con el traslado de los actuales huertos urbanos situados detrás de Can Valent a una zona enganchada a la tapia del cementerio. Para más adelante quedará decidir los usos del antiguo campo de la Damm. Lo que sí es seguro es que Can Valent está a punto de empezar una nueva vida, que no está nada mal para un edificio que acumula al menos cinco siglos de historia y que ha estado muy cerca de la desaparición.

Imagen principal: Aspecto del interior de la masía de Can Valent en plena fase de rehabilitación / Foto: Carlos Baglietto