El lunes 24 de mayo del 2021, el Ayuntamiento de Barcelona inició la implementación del sistema de recogida de residuos Porta a porta en una parte del barrio de Sant Andreu del Palomar, una manera de reciclar que ya estaba en práctica -no sin problemas- en el casco antiguo del barrio de Sarrià desde 2018. La expansión en un barrio con una importante densidad de población, de 311 habitantes por hectárea, casi cuatro veces más que en Sarrià, donde es de 82 hab/ha ya implicaba una cierta dificultad que se hizo patente en el mismo momento de la puesta en práctica. Al día siguiente ya había protestas y el mismo viernes, la primera manifestación. Un año después, la experiencia está en suspenso, demostración del propio fracaso de la iniciativa.

Plano de las dos fases de implementación del Porta a porta de Sant Andreu. El calendario de la primera se cumplió, pero la segunda ha quedado aplazada y sin fecha prevista / Foto: AjBCN

Sobre el papel, el ayuntamiento no veía que llevar el Porta a porta a Sant Andreu tuviera que crearles ningún problema, aunque acabaría convirtiéndose, en otoño del mismo año, en un potente foco de contestación al gobierno municipal. Según la nota de prensa del mismo consistorio del 22 de mayo que anunciaba la implementación, se había escogido Sant Andreu porque era "un barrio con un tejido vecinal fuerte y comprometido" que permitía "avanzar en el cambio de hábitos en la gestión de residuos", pero fue aquel mismo 'tejido vecinal fuerte y comprometido' quien desde desde el principio se opuso, en una batalla que se ganó cuando en octubre el ayuntamiento decidió frenar el inicio de una segunda fase en el mismo barrio.

La primera fase afectaba al cuadrado delimitado por las calles Gran de Sant Andreu, Riera de Sant Andreu/Rubén Darío, avenida Meridiana y paseo de Fabra i Puig/Rambla Onze de Setembre e inicialmente, el proyecto preveía establecer un calendario para las recogidas de papel y cartón, reciclables, rechazo y orgánica, mientras que la recogida de cristales se mantendría en contenedores, y con este propósito, el día antes se procedió a retirar todos los contenedores de recogida de residuos excepto los verdes del cristal. Con el fin de facilitar la recogida se distribuyeron cubos a los vecinos y se instalaron buzones de materia orgánica, pero ya el primer día de aplicación se vio que el sistema no funcionaba.

Cola de abuelos con pañales

De hecho, la primera semana se sucedieron algunas situaciones que hicieron crecer el malestar, como la que tuvo lugar en la plaza de las Palmeres, cuando un grupo de personas mayores se vio obligada a hacer cola con bolsas llenas de pañales esperando el servicio de recogida previsto a aquella hora -destinado tanto para los envoltorios de bebés como de personas mayores-, hecho que muchos vecinos consideraron como vergonzoso y contrario a la dignidad de las personas mayores del barrio. A medida que pasaban los días, los ánimos se iban calentando y los vecinos se iban articulando en plataformas de protesta.

Además, la decisión del consistorio de reñir a los vecinos que no reciclaban correctamente dejando la basura en la calle con un adhesivo no ayudó nada a reconducir la situación, y, de hecho, la firme oposición vecinal se levantó casi al mismo tiempo que se implantó el Porta a porta y rápidamente señaló a Eloi Badia, concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, como el principal responsable del desbarajuste originado por el Porta a porta, con calles llenas de basura sin recoger que generaban malos olores y la proliferación de plagas de mosquitos y el temor a que aparecieran ratas muy pronto.

Ya la primera semana de funcionamiento del sistema de recogida puerta a puerta se hicieron visibles los problemas que comportaba que los equipos de limpieza no recogieran la basura que no se ajustaba al sistema / Foto: Porta a porta Sant Andreu

Sólo dos días después, el miércoles 26, el malestar ya se había extendido por toda la zona de implementación, con unas 6.000 viviendas, y los vecinos ya se habían organizado en redes sociales para denunciar que el puerta a puerta aportaba más problemas que soluciones. De hecho, tal como informó elNacional.cat el jueves 27 de mayo, el día siguiente, sólo cinco días después de la puesta en marcha, ya se convocó la primera movilización vecinal delante la sede del distrito de Sant Andreu en protesta por la imposición de horarios estrictos para depositar los desperdicios en la calle, y la obligación de hacerlo en bolsas identificadas con chips.

En aquel momento más de 350 vecinos ya se habían reunido en un colectivo en torno a la cuenta de twitter @fans_portaporta y el canal de Telegram Porta a porta Sant Andreu del Palomar donde intercambiaban información y quejas, entre las cuales, que el sistema se impuso de manera "unilateral" y sin hacer "ningún proceso participativo para dar voz a los vecinos y vecinas". En el otro lado, el concejal Badia no ayudó a calmar los ánimos cuando reconoció desajustes, eso sí, los atribuyó al "desconocimiento e indisciplina" de algunos vecinos y manteniendo la ilusión triunfalista que el sistema funcionaba correctamente "en la mayoría de casos".

Primera manifestación

En este contexto, el 28 de mayo se produce la primera manifestación en protesta contra el gobierno de Ada Colau y la implementación del Porta a porta. Centenares de personas participaron en una concentración en la plaza Orfila, ante la sede del distrito de Sant Andreu. En la protesta, surgida de la indignación vecinal, se pudieron ver pancartas contra la alcaldesa y al grito de "fuera Colau" algunos de los participantes tiraron a la puerta de la sede del distrito las bolsas de basura que habían quedado en las calles después ser rechazadas por el servicio de recogida por no cumplir con la normativa.

Vecinos de Sant Andreu colgaron bolsas de basura rechazadas por el servicio de recogida en la puerta de la sede del distrito, en la plaza Orfila, en la primera manifestación de protesta / Foto: Porta a Porta Sant Andreu

Con los ánimos calentados por la manifestación, la semana siguiente la tensión se trasladó al consejo de barrio celebrado el martes, 1 de junio, donde la cuestión del Porta a porta prácticamente monopolizó el debate. La concejal del distrito y una de las personas de confianza de la alcaldesa Colau, Lucía Martín, incluso perdió los papeles en algún momento de la sesión ante las intervenciones de protesta de los vecinos a quien pidió con unas formas que no gustaron a los presentes, que se callaran: "¡Un poco de respeto, basta! Estáis interrumpiendo constantemente, dejad que acabe y podéis decir lo que queráis, por favor, ¡hostia! Es que es muy básico eso. ¡Ei, basta, seguimos!", exigió la concejal Martín. Sin embargo, en el marco del Consell del Barri, el distrito defendió que un 65% de vecinos habían llevado a cabo la recogida selectiva correctamente.

Horta y Sant Antoni, los siguientes en la lista

Muy pronto, los problemas que se estaban generando en Sant Andreu empezaron a preocupar los vecinos de dos barrios más de Barcelona, los de Horta y Sant Antoni, porque eran los siguientes en el calendario de implantación previsto, con el objetivo de llegar el año 2025 a alcanzar un índice de recogida selectiva del 55%, en cumplimiento de la Directiva europea 2018/851 del Parlamento Europeo y del Consejo Europeo. La intención era que, después de implantar la segunda fase del Porta a porta en Sant Andreu en otoño, introducir al mismo tiempo el sistema en Horta, en aquel momento un claro foco de oposición a Ada Colau a causa de la reurbanización de la isla de las Bugaderes de Horta.

La fecha prevista para la implementación del Porta a porta en el barrio de Horta era en otoño de 2021, y la intención inicial era cubrir una zona con 23.064 habitantes en 9.610 hogares además de 639 actividades económicas / Foto: AjBCN

La fecha prevista para la implementación del Porta a porta en el barrio de Sant Antoni era a inicios del 2022, y la intención inicial era cubrir una zona con 33.996 habitantes en 14.165 hogares además de 1.551 actividades económicas / Foto: AjBCN

Los planes para Horta eran los de recoger los residuos excepto el cristal, mientras que en los bloques plurifamiliares con más de 100 metros cuadrados de espacio libre comunitario las fracciones se recogerían mayoritariamente con cubos en zonas comunes. La previsión era llegar a 23.064 habitantes de 9.610 hogares y a 639 actividades económicas. Con respecto a Sant Antoni, el plan era empezar al principio de 2022, con recogida puerta a puerta de rechazo y envases en bolsa, de papel y cartón en cubo y de vidrio y orgánica mediante contenedores de calle, con un sistema que afectaría a 33.996 habitantes de 14.165 hogares y a 1.551 actividades económicas.

A medida que avanzaba el mes de junio las protestas no sólo no remitían en Sant Andreu, sino que, con la llegada del calor, aumentaban en paralelo al crecimiento de malos olores y aparición de plagas. En esta situación, el 17 de junio, el ayuntamiento dio el primer síntoma de recular, cuando el concejal Badia admitió que el Ayuntamiento no descartaba posponer la puesta en marcha a Horta hasta que funcionara con normalidad en Sant Andreu. En declaraciones en betevé, Badia explicó que la intención del gobierno municipal era avanzar "al ritmo de los vecinos" y, visto que en Sant Andreu tuvieron que enfrentar una clara oposición, planteó la posibilidad de ralentizar la extensión de este sistema en otros barrios.

Eloi Badia, concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, ha sido señalado como el principal responsable del desbarajuste originado por el Porta a porta en Sant Andreu, además de los problemas de limpieza en toda la ciudad / Foto: ACN

"Si tenemos que estar más tiempo en Sant Andreu antes de saltar a Horta lo haremos sin problema", afirmó Badia, que además tuvo que anunciar algunas de las contramedidas del ayuntamiento para tratar de minimizar las protestas, como nuevos camiones de recogida de basura menos ruidosos. Además, el concejal admitía otros problemas no previstos, como los de las personas ciegas que chocaban con los cubos de la basura puestos en la acera. Entre una cosa y otra, un reconocimiento implícito que el sistema puerta a puerta no funcionaba de manera óptima, aunque oficialmente el ayuntamiento seguía sosteniendo que se había mejorado en las tasas de reciclaje.

A lo largo del verano las quejas no se detuvieron, y se generalizaron en toda la ciudad por los problemas de suciedad, y a la reanudación del curso político continuaron las protestas, también en el ámbito político. El 6 de septiembre, el mismo día que empezó el periodo informativo de la segunda fase, que se tenía que instaurar el 18 de octubre, al presidente del Grupo Municipal de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona, Ernest Maragall, lanzó una seria advertencia a la alcaldesa, Ada Colau: "Rectificad, dejad de menospreciar a los vecinos y dejad de estropear el concepto del puerta a puerta". ERC recordó que en la comisión del mes de junio pidió que se reanudara el proceso de participación e información, que se flexibilizaran los horarios de recogida, que se impulsaran los baldes comunitarios y que se tuviera en cuenta la perspectiva de las personas con movilidad funcional. Ninguna de estas peticiones había sido tomada en consideración, según denunció Maragall, que pidió paralizar la segunda fase. De hecho, todos los partidos a excepción de BComú habían expresado sus quejas por el funcionamiento de la recogida.

Segunda manifestación

En este contexto, el 17 de septiembre tuvo lugar una segunda manifestación de protesta. Cuatro meses después de la movilización que dejó claro que buena parte del vecindario no comulgaba con un sistema que les obligaba a dar sus datos y que permitía que la administración controlara sus desperdicios a base de bolsas con chips, aproximadamente medio millar de vecinos salieron a la calle para volver a mostrar su oposición, esta vez cortando el tráfico en el paseo de Torres i Bages delante de la plaza Orfila y con un escenario donde dos representantes de los vecinos insistieron en el rechazo a la manera en reciclar basura impuesta por el consistorio.

La manifestación del 17 de septiembre en contra del inicio de la segunda fase del Porta a porta en Sant Andreu concentró a medio millar de vecinos, que cortaron el paseo de Torres i Bages / Foto: Montse Giralt

Entre gritos de 'Colau dimisión' y 'Fuera el puerta a puerta', Josep y Cristina, esta última en representación de la Associació de Veïns Sant Andreu Sur, recordaron que "cuatro meses después volvemos a estar aquí porque estamos en el mismo punto que entonces" e insistieron ante el vecindario en que "los representantes políticos trabajan para nosotros". En el acto se repartieron hojas informativas que recomendaban a los vecinos practicar el "turismo de basura", es decir, buscar "barrios contiguos, o zonas donde todavía haya contenedores" para depositar los residuos. También hubo quejas por los sistemas de control que pretendía aplicar el consistorio, recordando que "el chip nos controla" y que hay "vecinos que reciben llamadas para reeducarlos". En el acto se dejaron ver a las concejalas de Junts per Catalunya en el Ayuntamiento de Barcelona Elsa Artadi y Francina Vila.

Horta queda en suspenso

A pesar de la manifestación de mediados de septiembre y las quejas crecientes de los grupos de la oposición, lo que Barcelona en Comú no se esperaba fue lo que pasó el 4 de octubre, cuando el líder del PSC en Barcelona y primer teniente de alcaldía, Jaume Collboni, cogió a contrapié a sus socios de gobierno al anunciar tajantemente que el nuevo sistema no se implementaría en Horta "hasta que no tengamos los resultados y la valoración de la fase dos en Sant Andreu". Hay que recordar que el distrito de Horta-Guinardó depende de Rosa Alarcón, concejala del PSC. Horas más tarde, Badia no tenía más remedio que admitir que la implementación en el barrio de Horta, no dependía "de un calendario fijo" y, por lo tanto, quedaba en suspenso hasta la introducción y valoración de nuevos cambios en Sant Andreu.

Aunque desde Barcelona en Comú se dio una imagen de "perfecta sintonía" en este tema, fuentes del grupo municipal socialista citadas por Europa Press, aseguraron que la decisión del aplazamiento la había tomado el PSC, después de que Alarcón consideró que no se daban "las condiciones" para que el puerta a puerta se instalara en Horta en el tramo final de 2021. Los socialistas, además, ya defendían abiertamente que no se podía extender el modelo a otros barrios "hasta que la cosa no funcione". Aunque la recogida selectiva se tenía que iniciar en Horta "en otoño del 2021", Badia afirmó que no tenía "la obligación de ejecutar un calendario".

Frenazo definitivo

Sólo cuatro días más tarde, el 8 de octubre, el gobierno Colau cedía a la presión, tanto vecinal como de la oposición política y de los mismos socios del PSC y se anunciaba oficialmente el aplazamiento, sin fecha, de la puesta en marcha de la segunda fase de Sant Andreu, prevista para el 18 de octubre. Fue el mismo Badia quien hizo un anuncio que comportaba aplazar también Horta y Sant Antoni. Con todo, la excusa oficial fue la necesidad de "consolidar el 'modelo Barcelona' de recogida Porta a porta" para ofrecer en toda la ciudad el mismo sistema. "Si todos entendemos que este cambio es positivo, antes de desplegar la fase 2, consolidemos la fase 1", propuso Badia.

Aunque la comparecencia del concejal tenía que servir inicialmente para explicar una reducción de tasas de recogida de residuos a aplicar en el 2022 en los hogares usuarios del Porta a porta de Sant Andreu de Palomar -una medida que ya era, en ella misma, un nuevo intento de convencer a los vecinos de las bondades del sistema vía bajada de impuestos-, finalmente tuvo que admitir que había que detener la puesta en marcha de la segunda fase, que tenía que ampliar el sistema a 6.000 vecinos más. Todavía más, el retroceso supuso la retirada del sistema de cubos de la primera fase de Sant Andreu, sustituidos por buzones y contenedores inteligentes que permitirán tirar los residuos a cualquier hora del día.

Una vecina diposita cartones en una calle de Sant Andreu el día que toca sacar estos residuos a la calle. Al lado, los cubos de residuo orgánico, que ya no se utilizan / Foto: Montse Giralt

El frenazo fue recibido por los vecinos y por los partidos de la oposición como un éxito por su insistencia en denunciarlo. "Es una buena noticia que se pare la fase 2 y que se eliminen cubos y basuras de nuestras calles de la fase 1", apuntaron en aquel momento a elNacional.cat fuentes del colectivo Porta a porta Sant Andreu del Palomar, que a lo largo de toda la crisis ha aglutinado el sentimiento de malestar en el barrio por esta cuestión y ha marcado duramente la gestión municipal. También recordaron que durante todo el tiempo de protestas habían recibido por parte del Ayuntamiento "todo tipo de descalificaciones y desprecios tanto públicamente como en las comisiones de seguimiento, e incluso a nivel personal hacia personas del colectivo".

Todo continúa pendiente

Desde entonces, el sistema Porta a porta sólo se aplica, con cambios y sin que se hayan parado los problemas, en el casco antiguo de Sarrià y en una parte de Sant Andreu del Palomar. Pasado un año, todo continúa pendiente. Incluso la prensa alemana se hizo eco, el 5 de noviembre, del fiasco del sistema impuesto en Sant Andreu. Aquel día un artículo del bávaro 'Süddeutsche Zeitung' se hizo eco de la implementación del sistema y del rechazo vecinal para acabar definiendo todo el proyecto como "fracaso" y contrapuso la situación en Barcelona con lo que es habitual en Alemania, donde el reciclaje es mucho más habitual.

Con todo, la situación ha quedado en un 'stand by' semipermanente, con pocos movimientos excepto la instalación de los contenedores inteligentes de orgánica que dio a conocer el ayuntamiento a principios de este año, concretamente el 17 de enero y que supusieron la eliminación de los baldes individuales para el residuo orgánico. De hecho, la situación de parálisis fue criticada por ERC el mismo día de la mano de la concejal y portavoz adjunta, Elisenda Alamany, que pidió si hay "calendarización de la segunda fase", y recordó que en aquellos momentos, nadie sabía "cómo se ejecutará la segunda fase en Sant Andreu".

Desde entonces, excepto más quejas vecinales por el mal funcionamiento de los llamados contenedores inteligentes no ha habido muchas más novedades y la cuestión parece haber desaparecido de la agenda del gobierno municipal. De hecho, ha pasado un año desde la implementación y queda un año para las elecciones municipales, y en esta larga precampaña, abierta ya con el anuncio de la alcaldesa de optar a un tercer mandato al frente de Barcelona en Comú, todo parece indicar que la presión del ayuntamiento se orientará a reivindicar las grandes obras públicas que están en marcha antes que recordar uno de los fracasos más sonados del segundo mandato de Ada Colau.