Celebrar dos veces el centenario no implica necesariamente celebrar el bicentenario. Puede pasar de que haya dos fechas que se den por buenas y que en un momento dado se quiera conmemorar una y, posteriormente, otra. Eso, más o menos, es lo que pasa con la red de autobuses de Barcelona, que el año 2006 ya celebró el centenario de la primera línea de autobús y que este 2022 celebra el centenario de la primera red de autobuses urbana. El matiz es significativo y tiene su explicación, que no es otra que la primera experiencia de 1906 resultó un fracaso y no fue hasta dieciséis años después cuando salió bien el segundo intento, que ha tenido continuidad hasta hoy.

En todo caso, en el marco de esta segunda celebración del centenario se ha publicado el libro 'Els autobusos a Barcelona. 100 anys fent xarxa (1922-2022)', (Efadós, 2022), a cargo del historiador Ricard Fernández i Valentí, autor de otros libros sobre transporte histórico como 'Funiculars i telefèrics de Montjuïc', 'Història dels transportes a Sant Andreu del Palomar' o 'El Mina-Grott', que permite, a través de sus textos y fotografías, repasar la historia de uno de los principales transportes públicos de la ciudad de Barcelona, básicamente centrada en su red ordinaria, pero también en referencia a otros servicios que ya forman parte de la ciudad, como el Bus Turístic o la red nocturna.

Primer intento en 1906

Como se explicaba más arriba, aunque este 2022 se celebre el centenario de los buses barceloneses, en 1906 ya aparecieron los primeros autobuses, en concreto, el 12 de agosto de aquel año se inauguró la primera línea, que hacía el recorrido entre la plaza Catalunya y la plaza Trilla, en Gràcia, explotada por la empresa La Catalana, Compañía de Ómnibus i Tranvías. Después de ganarse una cierta mala fama con un servicio de carruajes 'rippert', que tenían ruedas capaces de adaptarse a los raíles de los tranvías y, por lo tanto, piratear una infraestructura que no era suya, consiguieron el permiso para aquella primera línea.

Pero como pasa siempre con las innovaciones, la situación de vacío legal de aquel nuevo tipo de transporte fue terreno abonado para que las compañías tranviarias lanzaran una batalla legal para impedir que el autobús se pudiera desarrollar y, un día, llegar a hacerles la competencia. De hecho, alegaban que les pisaban las vías y que superaban la velocidad permitida de 8 km/h, y a eso sumaban protestas vecinales por el ruido y el humo. Todo ello hizo que el 23 de diciembre de 1908 el Ayuntamiento de Barcelona ordenara la suspensión del servicio, que se efectuó los primeros días de 1909, finalizando así aquel primer intento.

Segundo y definitivo intento en 1922

Aunque a partir de 1909 Barcelona dejó de tener autobuses urbanos, eso no quiere decir que no se experimentara con este medio de transporte, que se estaba desplegando en el transporte interurbano, sustituyendo definitivamente otros transportes de tracción animal, y eso comportó que el Ayuntamiento volviera a plantearse seriamente reintroducir el autobús como medio de transporte urbano. Eso sí, con una regulación que no diera lugar a vacíos legales ni a un fiasco como el de La Catalana. En este contexto, el 24 de enero de 1922 se abría un concurso para explotar nuevas líneas urbanas de bus, ganado por el empresario Antoni Antich, que en marzo se vendió la concesión a la recientemente formada Compañía General de Autobuses de Barcelona (CGA), que el 14 de octubre, fecha oficial del centenario, puso en servicio las dos primeras líneas urbanas.

Dos imágenes del autobús imperial ACLO sirviendo la línea I 'Paralelo-H.S. Pablo' / Foto: Efadós

Poco a poco la CGA fue implementando nuevas líneas y, coincidiendo con la celebración de la Exposición Internacional de 1929, apareció el primer bus turístico, que ofrecía recorridos por circuitos determinados que pasaban por lugares concretos y emblemáticos de la ciudad, como la plaza de Sant Jaume, el Casino de Sant Sebastià y el Parc d'Atraccions del Tibidabo, que se alargó hasta 1930, cuando pasada la fiebre de la Exposición fue clausurado. En tono caso, fue un precedente de la actual oferta de Bus Turístic, que no volvería a la ciudad hasta 1987, ya en plena vorágine preolímpica.

Aquel mismo 1930, Barcelona había superado el millón de habitantes y cada vez era más necesario dotar a sus ciudadanos de una red de transporte público integral, que en aquellos momentos ya contaba, además del autobús y el omnipresente tranvía, de las primeras líneas de Metro. Durante la Segunda República la empresa Tranvías de Barcelona absorbió la CGA, y con el estallido de la revolución de julio de 1936, tanto esta compañía como algunas más pequeñas fueron colectivizadas y puestas bajo control obrero. Mientras que en la primera posguerra, y a diferencia de tranvías y metro de tracción eléctrica, la carestía de carburantes paralizó la red de autobuses y la experimentación con combustibles alternativos como el gasógeno.

Autobús imperial ACLO con calca 435 en los años 40 / Foto: Efadós

De hecho, según recoge el libro, en aquellos años de posguerra, "el tranvía suponía todavía el 75% de la demanda, mientras que el metro representaba el 20% y los autobuses y trolebuses, únicamente el 5% restante". De hecho, los trolebuses se implantaron en 1941 como alternativa a los autobuses de gasóleo y desaparecieron en 1968 en un entorno que predisponía también a la desaparición del tranvía. En todo caso, durante los años sesenta y una vez superada la época autárquica definida por la falta de carburantes, la red de autobuses se expandió enormemente, llegando a unos barrios periféricos en crecimiento continuo por la llegada de importantes olas migratorias.

Hegemonía breve del autobús

Fue en estos años cuando el autobús relevó el tranvía como medio hegemónico. En 1957 ya había tantas líneas de bus como de trolebús, en 1963 superó a los tranvías y durante 1964 se convirtió en el medio de transporte con más usuarios de Barcelona, convirtiéndose así en el sistema hegemónico en cuanto a número de líneas, kilómetros de red, recaudaciones y pasaje". En una ciudad donde el vehículo privado ganaba terreno a marchas forzadas, con la universalización de coches como el Seat 600, los autobuses poco a poco se comieron el espacio de los tranvías, considerados casi como un fastidio que impedía el progreso.

Portada del libro 'Els autobusos a Barcelona. 100 anys fent xarxa (1922-2022) / Foto: Efadós

Por lo tanto, en aquel momento no fue tan traumático como podría parecerlo en la actualidad que el 18 de marzo de 1971 desaparecieran las dos últimas líneas ordinarias del tranvía y quedara sólo, como transporte turístico, el Tramvia Blau. El autobús era el principal medio de transporte en toda la ciudad y eso comportó que fuera también el objeto de reivindicaciones vecinales, incluidos los secuestros de autobuses, que tuvieron lugar en barrios alejados como Roquetes, Sant Genís dels Agudells y Torre Baró, como medida de presión para conseguir mejoras en el servicio. Pero la hegemonía duraría poco, porque las continuas ampliaciones del Metro acabaron por convertir este medio de transporte en el más importante de la ciudad. En 1976, el metro ya superó al autobús en usuarios anuales, con 280 millones para el metro y 276 para el autobús.

Modernización y red ortogonal

Los últimos capítulos de la historia de la red de autobuses barcelonesa son los de la modernización, con una flota moderna de piso bajo adaptada a personas con movilidad reducida, nuevos títulos de transporte -desde la T-1 de cartón hasta la moderna T-mobilitat-, y nuevos servicios como el Bus del Barri e incluso el bus bajo demanda. El actual plan estratégico 2025 de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), tiene como objetivo conseguir que el 65% de desplazamientos habituales en Barcelona se hagan en transporte público. Una herramienta efectiva para conseguirlo ha sido la red ortogonal, que suple el antiguo modelo radial, heredado de la red de tranvía, por conexiones que no pasen necesariamente por el centro de la ciudad y complementen la red de Metro.

Un autobús de la nueva red ortogonal en la Gran Via / Foto: Pau de la Calle

Estos 100 años (o 116, según cómo se cuenten), han servido también para ver cómo han evolucionado los vehículos, desde los clásicos autobuses de dos pisos -los llamados 'imperiales' - hasta los vehículos más modernos como los ecobuses biarticulados que simulan la apariencia de tranvías modernos. A la espera de la implantación de nuevos modelos eléctricos y de hidrógeno, y con debates abiertos sobre la necesidad o no de expandir la red del tranvía por la Diagonal, el autobús se mantiene como el segundo medio de transporte más utilizado de Barcelona jugando sus mejores cartas, como llegar allí donde no llega el Metro. ¿Cómo serán dentro de cien años?

Imagen principal: Autobuses en la avenida Reina Maria Cristina durante la Exposición Internacional de 1929 Foto: Efadós