Hoy, 25 de julio, se cumplen 25 años de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. El evento, que marcó el presente y el futuro de la capital catalana, transformó la ciudad de puertas adentro y además puso a Barcelona en el mapa mundial.
Para celebrar este 25º aniversario, hemos recogido treinta nombres propios que marcaron el evento, con el objetivo de hacer un viaje en el tiempo hasta el verano de 1992. Tras el primer tomo y luego el segundo, llegan los diez últimos nombres propios (y no por eso, menos importantes).
J: Jordi Pujol
Jordi Pujol (1930) fue president de la Generalitat de Catalunya entre 1980 y 2003, además de ser el líder de Convergència Democràtica de Catalunya durante 29 años. Pujol fue la cabeza visible del Govern durante las Olimpiadas de Barcelona y conformaba la tríada política encargada de impulsar los Juegos —junto al entonces alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, y el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra.
Según contó el propio Pujol en una entrevista, el expresident no dudó “ni tres segundos” en que Barcelona se convirtiera en la sede de unos Juegos Olímpicos. En una reunión con el entonces presidente del Comité Olímpico Internacional, Joan Antoni Samaranch, y el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, decidieron presentar la candidatura de Barcelona a los Juegos Olímpicos de 1992.
J: Juan Carlos I
La Casa Real española tuvo un especial protagonismo en el evento deportivo de Barcelona. Los reyes Juan Carlos y Sofía asistieron a los actos oficiales, también a la inauguración y a la clausura.
Junto al Rey y la Reina, el entonces Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, también tuvo su propio protagonismo: fue el abanderado español en el desfile inaugural.
El equipo olímpico español contó con la participación del actual rey de España, que compitió en la modalidad de soling de Vela. Felipe compartía la misma tradición que sus padres: Juan Carlos compitió en ese deporte en Múnich 1972 y Sofía hizo lo suyo en el equipo de vela griego en las Olimpiadas de Roma 1960.
P: Pasqual Maragall
Pasqual Maragall (1941) no solo fue alcalde de Barcelona, sino que se le podría considerar el alcalde de los Juegos Olímpicos. El que fuera también president de la Generalitat entre 2003 y 2006 fue el principal impulsor de la iniciativa.
Maragall gestionó Barcelona antes, durante y después de los Juegos Olímpicos. Su papel en el desarrollo y la transformación de la capital catalana se vieron rápidamente plasmados cuando fue nombrado presidente del Comité Olímpico Organizador Barcelona 92 (COOB’92), organización encargada de los Juegos.
Del histórico alcalde de Barcelona se recuerda especialmente su discurso en la inauguración, en cuatro lenguas —empezando en catalán— y en el que se recordó la larga voluntad olímpica de Barcelona. Además, Maragall pidió la paz al bloque comunista, especialmente a los territorios en guerra de la Antigua Yugoslavia.
Maragall se tomó los Juegos como una oportunidad para transformar Barcelona de forma extraordinaria, como ya había ocurrido en las exposiciones universales de 1888 y de 1929. Entre los citados cambios se encuentran, aparte de una larga lista de equipamientos deportivos, las rondes de Dalt y Litoral, el Poblenou y la Vila Olímpica, con la que Barcelona recuperó el acceso al mar.
Josep Miquel Abad (1946) fue junto a Pasqual Maragall una de las personalidades políticas más importantes para preparar Barcelona 1992. Abad fue el consejero delegado del Comité Organizador Olímpico (COOB’92). Abad contaba con una importante trayectoria política, primero como teniente de alcalde y después como director general de Fira de Barcelona.
O: Olimpiada Popular, el precedente
Por sorprendente que pueda parecer, Barcelona podría haber sido la sede de las Olimpiadas mucho tiempo antes. Tanto como 56 años antes de los Juegos de 1992.
En 1936, Barcelona tenía que acoger la competición deportiva. En el contexto de la época, con grandes tensiones europeas por el auge de los totalitarismos, la capital catalana se planteó hacer unos Juegos Olímpicos alternativos a los que se celebraban ese año en Berlín bajo el nacionalsocialismo.
Múltiples países e organizaciones de todo el mundo empezaron un boicot contra los Juegos por la deriva de Hitler en Alemania. Y así nació la idea de hacer una Olimpiada Popular.
Los Juegos tenían que celebrarse entre el 19 y el 26 de julio de 1936, pero como es bien sabido el 18 de julio de ese año un grupo de militares perpetró un golpe de Estado que supuso el inicio de la Guerra Civil española. Así pues, los Juegos jamás llegaron a producirse.
Barcelona 1992 logró recuperar el espíritu olímpico de la ciudad, un espíritu que se vio apagado por el totalitarismo español.
P: Pebetero
Uno de los momentos más recordados de los Juegos y especialmente de la inauguración fue la encendida del pebetero. Nunca se había encendido el icónico símbolo olímpico mediante un arquero.
Antonio Rebollo fue el encargado de lanzar la flecha para encender el pebetero que iluminó Barcelona durante dos semanas. Rebollo supo dos horas antes de la inauguración que era el elegido para realizar el tiro. Estuvo practicando durante semanas junto a otros 200 arqueros para que en la inauguración no hubiera posibilidad de error.
R: Romà Cuyàs
Romà Cuyàs (1938) es un deportista catalán y otra de las piezas clave de Barcelona 1992. Cuyàs empezó de joven como atleta en el Club Natación Barcelona para posteriormente saltar a la directiva de la Real Federación de Atletismo. Más adelante, se puso en primera línea política como secretario de Estado de Deporte.
A Cuyàs se le recuerda sobre todo por su vinculación con el proyecto olímpico barcelonés: aparte de presidir el Comité Olímpico Español entre 1983 y 1984, también formó parte de la ejecutiva del COOB’92 y comisario del Proyecto Olímpico Barcelona 1992.
Este deportista y posteriormente dirigente deportivo también tuvo un papel importante para la consolidación de la lengua catalana en la escritura, por lo que se le distinguió este 2017 con la Creu de Sant Jordi.
S: Subsedes olímpicas
Barcelona fue sin duda la protagonista de los Juegos Olímpicos de 1992, pero también hubo otros lugares de Catalunya e incluso de Aragón y el País Valencià que compartieron espacio con la capital catalana y fueron claves para el éxito de los Juegos. Concretamente, quince ciudades contaron con instalaciones donde se hicieron pruebas olímpicas.
Las subsedes de los Juegos se situaron en Catalunya, desde el Área Metropolitana hasta el Alt Urgell, pasando por los Valleses, Baix Llobregat y el Tarragonès, entre otras comarcas.
En concreto, las subsedes fueron Badalona, Banyoles, Castelldefels, Granollers, l’Hospitalet de Llobregat, Mollet del Vallès, Montmeló, Reus, Sabadell, Sant Sadurní d’Anoia, la Seu d’Urgell, Seva, Terrassa, Vic y Viladecans. Fuera de Catalunya, Zaragoza y València hicieron lo propio colaborando con el evento.
S: Sudáfrica
Las Olimpiadas de Barcelona supusieron la vuelta de Sudáfrica, que llevaba 28 años sin poder participar. El Comité Olímpico Internacional había expulsado al Comité Olímpico sudafricano en 1964 por llevar el racismo institucionalizado —apartheid— al deporte e impedir que los deportistas de color tuvieran la oportunidad de participar.
Cuando el país africano salió del infierno de la segregación, tras unas largas negociaciones, un nuevo Comité Olímpico más representativo de realidad étnica de Sudáfrica permitió la vuelta del país a los Juegos Olímpicos. Esos juegos eran los de Barcelona 1992.
V: Vitaly Scherbo
Vitaly Sherbo (1972) es un gimnasta bielorruso que destacó especialmente en los Juegos Olímpicos de 1992. Con solo 20 años, Scherbo consiguió seis medallas de ocho posibles: equipos, individual, caballo con arcos, anillas, salto y paralelas. Todos oros, un hito.
En la competición individual, Scherbo no dejó indiferente. Brilló por encima de sus compañeros, Grigori Misutin y Valeri Belenki, también del Equipo unificado.
Scherbo empezó con solo siete años en el mundo de la gimnasia. Rápidamente, se vio que era un prodigio en dicho deporte y ganando reconocimiento primero en Bielorrusia y luego en el conjunto de la URSS.
Y: Yugoslavia
Otro de los efectos de la caída del bloque soviético fue la disolución de República Socialista de Yugoslavia, que comportó toda una serie de guerras en la región de los Balcanes. Los Juegos Olímpicos de Barcelona coincidieron con este clima bélico y con la reconfiguración territorial de la zona.
En los Juegos de 1992, debutaron como estados independientes Croacia, Eslovenia y Bosnia-Herzegovina. Por su parte, los territorios restantes sin estatus político reconocido, como Serbia y Montenegro, no pudieron participar con la bandera yugoslava y compitieron en el evento deportivo como Participantes Olímpicos Independientes.
Con Yugoslavia finaliza este repaso de 30 nombres propios para celebrar esta efeméride única: los 25 años de Barcelona 1992.