Barcelona ha estrenado este miércoles dos nuevos semáforos con las figuras de los populares personajes de cómic Mortadelo y Filemón, creados por el dibujante Francisco Ibáñez. La ubicación escogida de la capital catalana ha sido céntrica, junto a uno de los vértices de la plaza Catalunya: justamente en el cruce de la ronda Sant Pere con el paseo de Gràcia. Los semáforos se han cambiado esta misma tarde, y muestran la figura de Filemón en la óptica roja y la de Mortadelo en la óptica verde.
Son las dos últimas inauguraciones, después de que el pasado mes de octubre ya se pusieran en funcionamiento los del cruce de la calle del Treball con Concili de Trent —ubicación próxima a la biblioteca Gabriel García Márquez, que cuenta con un fondo dedicado a la obra de Ibáñez—, en el distrito de Sant Martí. Próximamente, se estrenarán dos parejas de semáforos más: dos en la Gran Vía con la calle Bac de Roda —ubicación próxima a dónde residía el dibujante— y dos más en el cruce de las calles Comte d'Urgell y Manso —cerca del Mercado del Libro Dominical de Sant Antoni, donde las historietas de Ibáñez son de los artículos más populares—.
Homenaje a Francisco Ibáñez
Francisco Ibáñez, considerado el humorista gráfico más prolífico del país, murió a mediados de julio de este mismo año, dejando atrás un extenso legado formado por innumerables de obras. Entre sus publicaciones hay Pepe Gotera y Otilio, 13 Rue del Percebe y el Rompetechos, pero sus personajes más conocidos son Mortadelo y Filemón, protagonistas de 224 álbumes largos y centenares historietas cortas. Ibáñez siguió publicando hasta su muerte, a los 87 años, y ha sido reconocido con premios como la Cruz de Sant Jordi y la Medalla de Oro al Mérito Cultural de Barcelona a título póstumo.
Su muerte sacudió a gran parte de la sociedad catalana y española, y pronto empezaron a aparecer iniciativas para homenajearlo. Una de estas propuestas se extendió por las redes sociales, y pretendía cambiar los muñecos de los semáforos de Barcelona por las figuras de Mortadelo y Filemón. La propuesta original fue ideada por un profesor universitario navarro, de nombre —justamente— Francisco J. Ibáñez, y recibió un amplio apoyo. Pronto fue recogida por el Ayuntamiento de Barcelona, ya liderado por el alcalde Jaume Collboni, que a pesar de encaminarse siguiendo un procedimiento poco habitual —a través de las redes, y no a través de los canales oficiales del consistorio— no dudó en hacerla realidad. Las dieciséis unidades de semáforos creados para el homenaje tienen un valor de 14.080 euros.