"Se anunció que en la Rambla había inundación y que iba aumentando. Todo eran gritos y carreras; desde mi balcón vi cómo lanzaban montones de grava delante del hotel; en ambas calles, al lado de la calzada central, situada en un nivel más alto, bajaba rodando una corriente de agua de color café con leche". Esta es la narración que hizo el escritor danés Hans Christian Andersen de la histórica inundación de la Rambla de 1862, que recordamos en este vídeo.
Andersen, autor de cuentos célebres como El patito feo, El soldadito de plomo y La sirenita, se encontraba en Barcelona en septiembre de 1862, alojado en el Hotel Oriente de la Rambla, en el marco de un viaje que recogería en el libro I spanien de 1863. Su estancia en Barcelona es recordada con una placa en el mismo hotel, pero sobre todo, por su vívida crónica de aquel hecho excepcional, una riada por la Rambla.
Y es que la Rambla había sido, históricamente, una riera, pero perdió esta función a partir del siglo XIV, cuando se amplió la muralla para incluir el Raval. Cuando llovía y bajaba la riera, los fosos de las murallas canalizaban el agua hasta el mar e impedían que entrara en la ciudad.
Se anunció que en la Rambla había inundación y que iba aumentando. Todo eran gritos y carreras; desde mi balcón vi cómo lanzaban montones de grava delante del hotel; en ambas calles, al lado de la calzada central, situada en un nivel más alto, bajaba rodando una corriente de agua de color café con leche"
Ahora bien, Andersen se encontró en Barcelona con una tormenta perfecta: las murallas habían sido derribadas, no se habían hecho los oportunos trabajos de canalización y después de un episodio de gota fría, la riera d'en Malla, que bajaba por la actual Rambla de Catalunya, rompió el dique de contención y se desbordó rambla abajo.
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"Dentro de las tiendas la gente se movía con el agua hasta las caderas (...) todo eran gritos y clamores. El agua cogía más fuerza, bramaba la corriente de una presa reventada, se elevaba en olas altas que rompían contra las balconadas bajas de las casas (...) yo nunca había comprobado la magnitud del poder del agua; era estremecedor (...) se dijo que dentro de las iglesias los sacerdotes cantaban misa con el agua hasta la cintura (...) en la Rambla los puestos estaban patas arriba; coches, mesas y carros, volcados". Estos son algunos fragmentos de la crónica de Andersen, un escritor que estuvo en Barcelona en el momento y el lugar oportuno y que nos dejó un relato de la Rambla muy especial.