Barcelona ha inaugurado este sábado la reforma del puente de Santander, una infraestructura que comunica los distritos de Sant Andreu y Sant Martí y que ha sido posible gracias a una propuesta de iniciativa ciudadana que recogió más de 4.500 firmas a favor de la rehabilitación. El puente, que hasta ahora suponía un muro entre estos distritos, ahora tiene aceras de 4,5 metros, un carril bici por sentido, un paso para peatones y un carril de circulación por sentido, y permite una mejor comunicación entre los barrios de la Verneda y la Pau y Bon Pastor.

La reforma ha supuesto una inversión de 10,8 millones de euros, cofinanciados en parte con recursos de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (FEDER). La movilización vecinal ha sido esencial para sacar adelante este proyecto, ya que se presentaron 4.458 firmas para la reforma del puente, en función de lo que establece el reglamento de Participación Ciudadana, y el Plenario del Consejo Municipal de diciembre del 2019 aprobó por unanimidad la iniciativa. La inauguración ha ido acompañada de una fiesta vecinal con 'castells', batucadas y refrigerios.

Las obras empezaron en septiembre del 2022. Según afirmó entonces el Ayuntamiento de Barcelona, que entonces estaba gobernado por la alcaldesa Ada Colau, la transformación del espacio suponía la resolución de una deuda histórica que serviría para mejorar la conectividad entre los distritos de Sant Andreu y Sant Martí y más específicamente los barrios de la Verneda y la Pau con el Bon Pastor. La rehabilitación del puente se enmarca en el modelo de ciudad que el gobierno Colau desarrolló a través del plan Superilla Barcelona, que incluye actuaciones para recoser los barrios históricamente alejados por barreras y cicatrices urbanas. Además, con eso se quería contribuir a abrir la ciudad en el Besòs, otro objetivo y compromiso firme del gobierno de entonces, y a revitalizar urbanísticamente la zona de polígonos de este entorno.

Para ensanchar el puente se han construido unas pasarelas adyacentes en el puente antiguo con los cuales se han conseguido espacios más generosos. Además, se ha reducido sensiblemente la pendiente de la calle para hacerlo accesible, con una pendiente máxima del 6%. La obra iba acompañada de plantar una cincuentena de árboles nuevos y parterres, incorporar mobiliario urbano, renovar la red de alumbrado y semáforos, la red de riego y los servicios, mejorar el drenaje de las aguas pluviales e instalar puntos wifi.