Una nueva ordenanza de civismo, que entrará en funcionamiento el año que viene, obligará a los propietarios de los perros a limpiar los orines del animal en las calles de Barcelona. La medida es una petición que han hecho los vecinos en el proceso participativo del proyecto de esta ordenanza, que se elaboró el año 2006, con el fin de facilitar la convivencia en el espacio público, según adelanta La Vanguardia. La limpieza de los orines se incorporaría a la nueva ordenanza a través de una disposición que modificará la ordenanza de tenencia de animales, y el gobierno del alcalde Jaume Collboni confía en que la propuesta de reforma se presente a la comisión de gobierno este próximo febrero, y que la norma sea aprobada en un pleno municipal antes del verano. En estos momentos, todavía se desconoce si además de regar con agua la zona orinada por el animal, se tendrá que rociar la orina del perro con algún otro producto desinfectante, o si el incumplimiento de la norma llevará asociada la imposición de una multa.

En el proceso de participación ciudadana, la petición de que los amos de los perros limpien los orines es una de las más pedidas, según explica el rotativo. Entre febrero y julio se recogieron hasta 570 propuestas, agrupadas en 534, y entre las 10 propuestas con más apoyos entre los participantes en el proceso se aceptaron cuatro, y de estas, tres se referían a las micciones de las mascotas. En las redes sociales también son muchas las quejas de ciudadanos que reclaman menos permisividad y más sanciones para las personas que orinan en la calle, y para los dueños de los perros que no tienen suficiente cuidado con la limpieza de sus orines y deposiciones, y que provocan malos olores y unas calles sucias y malolientes.

¿Qué dice la ordenanza actual?

La actual ordenanza de protección, tenencia y venta de animales, que se aprobó el 25 de julio del 2014 y entró en vigor el 20 de septiembre, regula en el artículo 23 la presencia de animales domésticos en la vía y espacios públicos. En esta ordenanza se contempla la cuestión de las micciones, pero no incluye la exigencia de llevar una botella de agua para rociar los orines de los animales, una práctica, sin embargo, que cada vez utilizan más personas cuando sacan a pasear a su perro, pero que no es obligatoria. En concreto, la norma vigente afirma que "están prohibidas las deposiciones y las micciones de animales domésticos en los parques infantiles o jardines de uso por parte de los niños", también están prohibidas las micciones "de animales domésticos en las fachadas de los edificios y al mobiliario urbano" y si hace mención de las deposiciones, que "se tienen que recoger inmediatamente, prioritariamente con sistemas impermeables y estancos, y colocarlas de manera higiénicamente aceptable dentro de las bolsas adecuadas y en los contenedores o depósitos de basura", y que se tiene que limpiar los elementos afectados". Pero no hace ninguna mención específica a tener que llevar ninguna botella con agua para limpiar los orines, ni a ninguna sanción económica en caso de no cumplir con estas disposiciones. El artículo 23 dice que "en caso de incumplimiento de lo que dispone el apartado anterior, los agentes de la autoridad municipal podrán requerir a la persona propietaria o poseedora del animal doméstico para que proceda a la limpieza de los elementos afectados".

Más perros que niños

Desde el 2022, Barcelona tiene más perros que niños y según los datos del Col·legi de Veterinaris y el Institut d'Estadística, la ciudad contaba a finales del 2022 con 172.971 perros y 165.482 menores de entre 0 y 12 años. Este cambio demográfico, que refleja una tendencia creciente hacia la tenencia de mascotas, obliga a replantear las normas de convivencia del espacio público, como es el caso de la ordenanza de civismo, que ya tiene 18 años. El mismo ayuntamiento reconoce que esta normativa ha quedado desfasada en algunos aspectos, dado el tiempo que ha pasado y los cambios que ha experimentado la ciudad, y por esta razón el gobierno municipal está trabajando para actualizarla para adaptarla a las nuevas realidades y retos de convivencia que afronta la ciudad.