Andando por Barcelona, el final del estado de alarma es muy gráfico. Supone un concepto, pero también el adiós a una restricción como el toque de queda, y la derivada de unas consecuencias: suciedad y malestar vecinal por haber roto con la calma nocturna de los últimos meses.
Donde se ha palpado más es en la fachada litoral de la capital catalana. El teniente de alcalde de seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, el socialista Albert Batlle, ha destacado las fiestas que se han montado en declaraciones en Rac1: "La playa Sant Miquel y el Bogatell han sido un fenómeno con una concentración muy grande de personas". ¿El resultado? Una arena no apta para ir descalzo este domingo.
Cifras de escándalo
A pesar de todo, Batlle ha admitido que ya trabajaban en este escenario: "Ha sido una noche muy intensa y ya lo preveíamos después de meses con impedimento de actividad nocturna, era previsible". Las cifras son escandalosas. Según recoge el Ayuntamiento, se han desalojado 6.500 personas y 31 espacios entre plazas, playas y otros espacios públicos. Batlle ha matizado pero, que las cifras son absolutas y, por lo tanto, se han dosificado durante toda la noche: "No ha sido todo de golpe, se llenaba una plaza y se volvía a desalojar, por ejemplo".
Desde el Ayuntamiento ya han reiterado que el objetivo de controlar la fiesta esta pasada noche no era sancionador: "Era un dispositivo para evitar la saturación y que la gente no se masificara". Además, Batlle asegura que tanto la Guardia Urbana como los Mossos no podían hacer más: "Hay un principio de oportunidad: con tanta gente en el espacio público no se trata de poner a un policía detrás de cada persona. La policía tenía un carácter de dispersar, los agentes decían 'tenéis que salir de aquí porque no se cumplen las normas de distancia marcadas por la autoridad sanitaria', no se trataba tanto de sancionar".
¿Y cuál es el reto a partir de ahora?
La pasada noche se ha comparado con la de Fin de Año. Por la incidencia que tienen las playas en Barcelona y la llegada del buen tiempo, Batlle ha establecido otro paralelismo: "Era un ambiente de verbena de Sant Joan y quiero recordar que durante todo el verano, no todos los fines de semana son de verbena".
Por eso, ahora, la esperanza es poder bajar el suflé de la excitación para poder salir después de seis meses y reconducir la situación: "Algunas imágenes son preocupantes y tenemos que seguir haciendo un llamamiento contra los actos de irresponsabilidad y más porque las personas que estaban en el espacio público todavía no han accedido a la vacunación, pero esperamos que se normalice".
Las líneas con las que se trabaja ahora son: garantizar reducir los contagios, la convivencia, la seguridad vial en las calles y la circulación y, sobre todo, la seguridad ciudadana. De los cuatro objetivos, lo que les hace sufrir más es el riesgo sanitario viendo las condiciones de distancia, las concentraciones o que muchos no llevaban mascarilla. Una medida inmediata podría ser reactivar el sector del ocio nocturno para evitar el descontrol en las calles. Batlle lo ha confirmado: "Estamos valorando reactivar este sector, como otros. Tendremos que abordar también esta misma semana qué pasa con los locales de ocio nocturno, se verán con la Generalitat y también el Ayuntamiento para tratar de hacer una prueba piloto".