Barcelona ha anunciado que acelerará su lucha contra el cambio climático ante los problemas de contaminación atmosférica. La capital catalana ha superado reiteradamente los límites de contaminación que establecen la Unión Europea y la Organización Mundial de la Salud, lo que ha provocado que 3.500 barceloneses hayan muerto de manera prematura, un dato que ha empujado al Ayuntamiento a tomar 58 medidas excepcionales en un plan dotado con 83 millones de euros. ¿Cuáles son las principales acciones y cómo nos pueden afectar? Y, es más, ¿cómo podemos contribuir a reducir los efectos del cambio climático?
Más y más contaminación
Barcelona ha sobrepasado los límites de contaminación reiteradamente en concentración de dióxido de nitrógeno (NO2) y partículas en el aire (PM10). El primero se trata de un gas tóxico que surge de la combustión a altas temperaturas y que afecta gravemente al sistema respiratorio; mientras que el segundo son las partículas metálicas, de polvo, cenizas, cemento, entre otros materiales perjudiciales para el cuerpo humano, que provocan enfermedades graves como el cáncer de pulmón. Ambos tóxicos, provocados principalmente por los vehículos que circulan por la ciudad, se concentran en el aire se convierten en el principal riesgo ambiental para la salud en Barcelona y también a escala mundial.
A diferencia de otras ciudades, el principal problema con respecto a la contaminación atmosférica son los niveles excesivos de contaminantes medios a lo largo del año y no sólo las puntas de contaminación. Así lo revela el estudio de la Agencia de Salud Pública sobre la Calidad del Aire (2015), que expone que la media anual de NO2 aumentó un 11% y PM10, un 13%, un incremento que se explica por el aumento de la movilidad en vehículo privado.
Los puntos de medición de la contaminación repartidos por la capital catalana muestran datos especialmente preocupantes: en los cruces de la avenida de Roma con Comte d'Urgell y de Via Augusta con Travessera de Gràcia se superó el límite medio anual establecido por la UE (40 µg/m3) en un 40% y un 35%, respectivamente.
Por lo que respecta a PM10, aunque ningún punto de la capital superó el tope europeo por término medio anual, situado en 40 µg/m3, en varios lugares de la ciudad, como la plaza Universitat o el cruce de Pujades con Lope de Vega, se superaron los 50 µg/m3 más de 20 días en el 2015.
Con todo, el Ayuntamiento de Barcelona ha establecido dos zonas de intervención ambiental especial: la zona de protección adicional del ambiente atmosférico, en el centro de la ciudad, y la zona de bajas emisiones intrarondas, entre la ronda de Dalt y la ronda Litoral.
Restricción de vehículos
Ante los altos niveles de polución, el gobierno municipal ha anunciado un plan con 58 acciones para reducir los efectos nocivos de la contaminación, entre las cuales se encuentra una especialmente polémica: se pretende restringir el acceso de algunos vehículos a la ciudad durante los episodios críticos de contaminación a partir del invierno del 2017 para, posteriormente, prohibirles la entrada en el 2020. La zona geográfica que quedará afectada por esta medida será la llamada de bajas emisiones intrarondas, que incluye la práctica totalidad de la ciudad.
La decisión de Colau es inédita en el Estado español. Si bien la restricción de vehículos no es nueva, sí que lo es el criterio de selección. En Madrid, su alcaldesa, Manuela Carmena, ha optado por limitar el acceso al centro de la ciudad a aquellos que no son residentes, mientras que desde el Ayuntamiento barcelonés se ha decidido restringir el acceso a los vehículos según su nivel de emisiones contaminantes.
En la última sesión plenaria, el gobierno municipal rehusó concretar la cifra de los vehículos que se verán afectados a partir del 2020, muy probablemente porque podría ser muy elevada. Y es que solo en Barcelona ciudad hay 900.000 vehículos y en el conjunto de la provincia, la cifra se eleva hasta los 3,5 millones. Por otro lado, tampoco se ha establecido todavía como se lo hará la Guardia Urbana para aplicar esta restricción.
No obstante, la concejala de Ecología, Janet Sanz, sí que ha detallado los vehículos que tendrán prohibida la circulación durante los picos de contaminación a partir de la primavera del 2017. Serán los coches de gasolina matriculados antes del 2000 y los diésel matriculados antes del 2006. La norma no es arbitraria: toma el criterio establecido por la Dirección General de Tráfico (DGT) este año.
Avisos y medidas en casos extremos
Barcelona avisará a la población cuando se superen los límites diarios y horarios de contaminación, los denominados picos de contaminación, a través de paneles de información variable, las redes sociales y las webs municipales. En el caso de PM10, se tomarán otras medidas, como la prohibición del uso de sopladores en las tareas de limpieza y el verde y el incremento del riego de las calles. Si los niveles elevados se mantienen más de tres días, se prohibirán las actividad polvorientas en las obras. Cuándo se supere el tope horario de N02 (200 µg/m3), se establecerán abonos de precios reducidos del transporte público y se encarecerá e incluso se prohibirá el aparcamiento regulado en calzada.
Impulso del transporte público
El plan del Ayuntamiento también contempla incentivar la retirada de los turismos más viejos y otorgar abonos anuales del transporte público o para el sistema de bicicletas públicas a quien dé de baja un coche contaminante. Pero, a pesar de esta medida, ¿será capaz la infraestructura existente de transporte público de absorber la reducción de los vehículos privados? Difícilmente. Para conseguirlo, el ejecutivo de Colau tiene en mente tres actuaciones clave: abrir la L10 Sud, que permitirá hacer llegar el metro en la Zona Franca; conectar las dos redes de tranvía por la Diagonal, el Trambaix y el Trambesós, y terminar de desplegar la nueva red de bus. Todo antes del 2020, según apunta el Plan de Movilidad Urbana de la capital catalana.
La puesta en marcha de estos servicios de transporte público será clave para los objetivos del Ayuntamiento. La Generalitat anunció que abriría parcialmente la línea 10 Sud del metro el próximo 2017; de momento, las obras siguen avanzando para cumplir este objetivo. Por su parte, la unión de los tranvías está pendiente del proyecto constructivo y podrían empezar las obras el año que viene. Por último, la red de bus ortogonal es la que plantea retrasos más importantes: actualmente, sólo hay 17 de las 28 líneas en funcionamiento.
¿Y qué puedo hacer yo?
Hay dos medidas que se pueden tomar para contribuir a la reducción de NO2 y PM10 en Barcelona. La primera es coger el transporte público o la bicicleta en vez del coche para realizar los desplazamientos, una medida razonable si se tiene en cuenta que el 40% de la contaminación en Barcelona es provocada por los motores de combustión de los vehículos. Aunque el transporte público es la opción preferida de los barceloneses, el transporte privado gana importancia cuando se trata de desplazamientos fuera de la ciudad.
Por otra parte, compartir el coche o comprar un vehículo eléctrico puede ser otra buena opción. De hecho, las instituciones fomentan los vehículos bajos en emisiones o híbridos. Por ejemplo, Abertis ofrece la gratuidad para los vehículos eléctricos en sus autopistas.