El borbón Carlos III, rey de España entre 1759 y 1788, da nombre a una avenida de Barcelona, la Gran Via de Carles III, un espacio que, precisamente, estas últimas semanas ha estado de actualidad en el debate sobre la futura cobertura de la ronda del Mig. Ahora, sobre esta vía se abre otra cuestión, la posibilidad de que pierda su nombre en favor del de ronda de les Corts, una vez este lunes el consejo de distrito de les Corts aprobó por mayoría elevar a la ponencia de Nomenclátor el cambio de nombre a propuesta conjunta de Trias per Barcelona, Esquerra Republicana de Catalunya y Barcelona en Comú en apoyo a la iniciativa ciudadana 'Retorn cap als nostres noms'.

En la defensa de la propuesta conjunta, la consejera de distrito de TriasXBCN, Cristina Company, instó al gobierno de les Corts "a elevar a la Ponencia de Nomenclátor del Ayuntamiento de Barcelona la Iniciativa ciudadana 'Retorn cap als nostres noms', avalada por un proceso participativo y por 1508 firmas de habitantes de les Corts para que continúe el proceso de sustitución del nombre de la avenida Carles III por ronda de les Corts", recordando que en 2019 recogió más de 2000 firmas de ciudadanos de Barcelona favorables al cambio de nombre, de las cuales 1508 correspondían a vecinos empadronados en el distrito.

La ronda del Mig a su paso por la Gran Via de Carles III / Foto: Jordi Palmer

Asimismo, los grupos proponientes recordaron que esta dinámica de recuperación de nombres tiene numerosos ejemplos en los últimos años, como son los cambios de nombre en vías como la plaza de Joan Carles I, la avenida Príncep d'Astúries y, en les Corts, los Jardins de les Infantes, que actualmente llevan los nombres de plaza del Cinc d'Oros, avenida de la riera de Cassoles y Jardins de Magalí. Además, también hay abierto un proceso para sacar del nomenclátor al Borbón Juan III. En todo caso, la proposición se aprobó con el voto favorable de los grupos firmantes, y el voto en contra de PSC, PP y VOX.

Carlos III, otro Borbón castellanizador

En todo caso, de Carlos III se puede destacar su política castellanizadora, que en el caso de Catalunya supuso un intento más -que no sería ni el primero ni el último- de imposición del castellano y de arrinconamiento del catalán en nombre de una uniformización disfrazada de ilustración. El 23 de junio de 1768, Carlos III firmaba la Real Cédula de Su Majestad, que ordenaba, entre otras cosas, que "en todo el Reyno se actúe y se enseñe en lengua castellana" una medida que comportó la proscripción del uso del catalán en la escuela.