Los problemas de masificación, ruidos, 'botellones' e incivismo en la cima del Turó de la Rovira no se han detenido con el cierre nocturno del recinto de la batería antiaérea, ya que a lo largo de todo el verano han continuado las aglomeraciones, que a causa del cierre se han extendido por todos los alrededores, ni tampoco han evitado que continúen los saltos de la valla. Tampoco han remitido los problemas originados al transporte público por la gran afluencia de personas, buena parte de ellas, turistas que se acercan a la zona a lo largo de todo el día pero preferentemente fuera del horario de apertura. Ahora, además, se han dado casos de coches que acceden a la zona restringida solo a los vecinos y que alargan la fiesta hasta altas horas de la madrugada.
Así lo ha denunciado este martes el Consell Veïnal del Turó de la Rovira, que después de días denunciando que el recinto continúa lleno de gente que accede saltando la valla, ha difundido un vídeo donde se ve cómo un par de coches ocuparon totalmente la calzada de una de las calles del entorno, el de Labèrnia, impidiendo el paso en una zona en que, teóricamente, solo está permitido el paso de vehículos de vecinos. De hecho, la misma plataforma denuncia que el pilón que debería impedir la entrada a vehículos de no residentes está estropeado: "Dos coches empotrados en la calle Labèrnia, botellón móvil al que se fueron añadiendo más turistas y que duró más allá de las dos de la madrugada", señala esta plataforma vecinal en una publicación en redes sociales, para añadir que "el pilón que lo impediría lleva tres meses estropeado, y la Guàrdia Urbana no hizo acto de presencia en toda la noche".
De hecho, la problemática de la cumbre del Turó de la Rovira es una de las lecciones pendientes del nuevo concejal de Horta-Guinardó, Lluís Rabell, que el junio pasado, y como reacción a una agresión a un vecino de la zona por parte de incívicos que se querían colar en el recinto, señaló que el nuevo gobierno municipal socialista no permitiría que la situación se descontrolara, al tiempo que vio con buenos ojos la estrategia iniciada por su predecesora, Rosa Alarcón -que este martes ha dimitido del cargo por motivos de salud-, considerando que funcionaba "razonablemente bien", ya que se había frenado la "invasión masiva que se producía anteriormente", con picos de hasta 2.000 personas.