El Canto de la Sibila vuelve a la catedral de Barcelona este martes 24 de diciembre, a las diez y media de la noche, por decimosexto año consecutivo. Será después del oficio de las lecturas del día de Navidad y antes de la Misa del Gallo, presidida por el cardenal arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella.
El drama religioso y canto gregoriano será interpretado por el Cor Francesc Valls, que este año ha invitado al prestigioso compositor Salvador Brotons a hacer la revisión contemporánea de la música con dos partes contrapuestas: una primera más recogida y lenta que evoca el origen del canto en la edad media y una segunda más rápida, contrapuntista y más libre, con un lenguaje más propio de las composiciones habituales de Brotons. Está interpretada por la mezzo Mariona Llobera y dirigida por Carles Prat, nuevo director del Cor Francesc Valls. Este martes mediodía se ha vivido el último ensayo general antes del estreno por la noche y la ACN ha grabado el siguiente vídeo:
Un poco de historia de la Sibila
La incertidumbre del cambio del primero al segundo milenio fomentó las escenificaciones dramáticas del vaticinio del fin de los tiempos y de la segunda venida del Mesías, unos temores que quedaron reflejados al Canto de la Sibila —una figura de la antigüedad pagana que se hizo un sitio en el cristianismo: un personaje femenino vestido a la antigua con ricas vestiduras, con una espada en la mano y que anuncia el Apocalipsis.
En la catedral de Barcelona, el Canto de la Sibila se representó desde muy antiguo hasta el año 1575, cuando las nuevas directrices propuestas por el Concilio de Trento desaconsejaron la continuidad. Con las investigaciones del doctor Josep Baucells (archivista de la Seo barcelonesa), el Cor de Cambra Francesc Valls ha podido recuperar el drama sacro en los mismos espacios y en una forma muy próxima a cómo se representaba en el siglo XVI. Según han explicado, la Catedral conserva uno de los fondos documentales más importantes de Europa, lo cual ha permitido utilizar la tonada propia y única de la Sibila de la Catedral —diferente de la que es tradicional en Mallorca y en otros lugares de los Països Catalans— para recrear la ceremonia renacentista barcelonesa, de manera muy esmerada.