Hay barrios de Barcelona que son lo suficiente conocidos por casi todo el mundo en la ciudad, como el Raval y el Gòtic en el centro o los de Sant Andreu de Palomar, la Vila de Gràcia o Sarrià en los núcleos de los antiguos municipios del llano. Pero Barcelona tiene también muchos barrios que, para bien o para mal, no son tan conocidos por los mismos barceloneses. De estos los hay de más antiguos y de más modernos, y uno de ellos es el de Can Baró -en el distrito de Horta-Guinardó-, situado en la vertiente mar del Turó de la Rovira, una posición privilegiada que le permite mirar Barcelona desde arriba y que justo este 2023 celebra su primer centenario.

Can Baró es un barrio singular dentro de la ciudad, aglutinado en torno a la masía del mismo nombre, que todavía existe -ahora como centro escolar- y que se erige en el centro neurálgico del barrio, y con mucha historia detrás. El dintel de la masía exhibe la fecha de 1674, aunque se cree que corresponde a una reforma de una construcción anterior. Más antiguos todavía son los restos del poblado ibero que se instaló en la cima del Turó de la Rovira, pero con el foco puesto en la historia reciente, se trata de un barrio marcado por la existencia de canteras y chabolas, pero también de fincas señoriales e incluso una curiosa promoción inmobiliaria noucentista, la Cooperativa de Periodistes.

Para situarnos, el barrio está delimitado por la avenida Mare de Déu de Montserrat por el lado mar y por la cima del Turó de la Rovira -incluida parte del recinto de la batería antiaérea- por el lado montaña. Los límites por el lado del Besòs son las calles de Francesc Alegre y Budapest y parte del parque del Guinardó, y por el lado Llobregat, la calle de Ana Maria Matute y la carretera del Carmel. El barrio forma parte del distrito de Horta-Guinardó, pero hasta 1897 pertenecía al municipio de Sant Martí de Provençals, el más extenso del llano de Barcelona.

La masía de Can Baró ha acabado dando el nombre a todo el barrio. En el dintel aparece la fecha de 1674, pero se cree que es el año de la reforma de una construcción anterior. Actualmente es un centro educativo / Foto: Carlos Baglietto
José Luis Pedreñas vive en el barrio de Can Baró desde hace 53 años y es miembro del colectivo Can Baró Cultural. Desde uno de los miradores del Turó de la Rovira evoca la historia del barrio / Foto: Carlos Baglietto
Finca del año 1926 situada en la plaza de Can Baró, una de las más antiguas del barrio que conserva el espíritu de una época que todavía se mantiene en este rincón de Barcelona / Foto: Carlos Baglietto

Como ya se ha dicho, el barrio celebra este año su centenario, un hito que remite a 1923, que es cuando se empezaron a construir edificios una vez se parceló el barrio, aunque hay construcciones anteriores. Sea como sea, el distrito, en colaboración con entidades del barrio, ha promovido la celebración con varios actos conmemorativos y una exposición que consta de seis paneles explicativos en seis puntos determinantes del barrio que permiten un recorrido por su legado y su presente, desde la cima del Turó de la Rovira hasta la plaza Sanllehy, pasando por la memoria del chabolismo y las canteras, la masía de Can Baró y la Cooperativa de Periodistas.

"Somos el barrio que mira Barcelona desde arriba"

José Luis Pedreñas es vecino del barrio desde hace 53 años y miembro de Can Baró Cultural, una de las entidades que forman el tejido asociativo del barrio y que participa en la celebración del centenario. Acompañado de un equipo de ElNacional.cat hace un recorrido por puntos emblemáticos del barrio, como la misma masía de Can Baró, "el origen de todo el barrio", y la parte correspondiente del parque del Guinardó, "con las vistas que tiene sobre la ciudad, por eso decimos que Can Baró mira Barcelona desde arriba", además de los "pisos verdes" de la plaza Raimon Casellas y otros lugares donde hasta hace unas décadas se esparcían los barrios de chabolas, entre los cuales el también llamado de Can Baró, donde vivió la activista Custodia Moreno, o el barrio de los Canons, situado donde durante la guerra civil había cañones antiaéreos en la cima del Turó de la Rovira y que actualmente es un foco de incivismo y masificación turística.

El Casal de Barri el Pirineu es el hotel de entidades que acoge a los colectivos culturales y vecinales de Can Baró, haciendo de epicentro de la actividad social de este barrio del distrito de Horta-Guinardó / Foto: Carlos Baglietto
Hasta hace pocos años el barrio de Can Baró celebraba su propio pesebre viviente aprovechando el escenario natural del Turó de la Rovira, tal como se hace en el municipio de Corbera de Llobregat / Foto: Carlos Baglietto
Imágenes antiguas del barrio de Can Baró, presididas por la masía que le ha dado el nombre y que centraba la vida rural y agrícola antes de que empezara la explotación de las canteras de la colina / Foto: Carlos Baglietto

Pasear por el barrio es constatar sus contrastes, torres noucentistas al lado de casitas de autoconstrucción y bloques de construcción 'desarrollista', justo al lado de los mordiscos que las canteras dieron a la colina para la extracción de grava: "A vuestra izquierda -explica Pedreñas- hay edificaciones de los años setenta, sobre una cantera que se acabó de trabajar en los años sesenta, y a vuestra derecha veis el barrio más modesto o más antiguo, sin ninguna unificación urbanística visible". "Tenemos la zona central que sería la más antigua y en la parte de abajo la gran avenida Verge de Montserrat, que es la zona más cosmopolita y después tenemos en el otro extremo una urbanización hecha un poco en zona verde que es la zona del Vista Park, donde hay casi 200 viviendas y el lado mismo hay lo que se consiguió con mucha lucha vecinal, convertir un barrio de chabolas en un barrio bonito que todo el mundo conoce ahora como los pisos verdes, que es la plaza Raimon Casellas".

 

 

Este barrio alejado del centro también ha experimentado una de las lacras de la Barcelona actual, la desaparición del tejido comercial. Como afirma Pedreñas, ahora vida comercial hay bien poca: "En la avenida principal, la de Can Baró, había habido 29 entre tiendas y talleres y ahora quedan tres. Panaderías, bares, carnicería, librería, electricista, verdulería, había de todo, barbería que además era fotógrafo, y ahora es prácticamente un barrio dormitorio". Eso sí, "siempre ha sido muy tranquilo, pero ahora todavía lo es más porque las nuevas generaciones que han venido a vivir son primordialmente matrimonios con hijos pequeños".

Chabolas y canteras, el legado de un barrio hecho a sí mismo

Asimismo, este vecino explica cómo las olas migratorias del siglo XX llegaron sin disponer de vivienda, hecho que produjo el fenómeno del chabolismo: "En este lugar donde estamos había chabolas hasta arriba del todo del Turó de la Rovira, en la zona de la curva de la paella de la carretera del Carmel se fueron construyendo casetas donde llegaron a vivir más de cien familias". La misma situación provocó la lucha vecinal para conseguir los servicios más básicos, "primero luz y agua o las dos cosas, imaginaos esta montaña arriba y abajo con agua, después consiguieron hacer las calles, escaleras de obra y posteriormente consiguieron que el Ayuntamiento, el patronato de vivienda de Barcelona, se quedara con este trozo de montaña y construyó las viviendas".

Y es que Can Baró es un barrio hecho a sí mismo sobre la memoria de las chabolas y las canteras, como se constata en el moderno equipamiento del Casal de Barri el Pirineu, donde se concentran las actividades sociales y culturales y hasta hace pocos años incluso se celebraba un pesebre viviente aprovechando la misma vertiente de la colina. Ahora bien, Can Baró también sufre el problema de la masificación y el incivismo en su punto más alto, que comparte con el barrio vecino del Carmel, la cima del Turó de la Rovira: "Toda la gente que vive en torno a las calles por donde pasan los turistas estamos un poco preocupados y molestos porque todos cuando vamos de turistas a un lugar lejano nos excedemos, unos más que otros y aquí nos ha tocado que la gente que se excede es mucha, debido al alboroto y la gran fama que ha cogido la cumbre del Turó de la Rovira". En todo caso, Pedreñas confía que el Ayuntamiento de Barcelona pueda resolver este problema de masificación, para acabar de pacificar un barrio donde, a pesar de todo, "la gente vive muy tranquila". Y eso sí, "mirando Barcelona desde arriba".

Pedreñas señala una fotografía antigua donde se ve uno de los barrios de chabolas que ocupaban buena parte de lo que actualmente conforma el barrio de Can Baró y del cual no queda casi nada / Foto: Carlos Baglietto
Los 'pisos verdes' de la plaza de Raimon Casellas se construyeron sobre el antiguo barrio de chabolas de Can Baró, donde vivió la activista vecinal Custodia Moreno. Parte de los residentes son antiguos chabolistas / Foto: Carlos Baglietto