El objetivo básico del plano de una red de Metro es ofrecer al usuario el máximo de información con toda la claridad que se pueda conferir a un sistema complejo. Eso supone aceptar algunas renuncias, como el sacrificio de la realidad geográfica en favor de una simplificación que permita el usuario encontrar con relativa sencillez la información que busca, que principalmente es la de ubicar las estaciones de origen y destino y trazar el desplazamiento más sencillo posible. Lo importante, en todo caso, es que se facilite al máximo la comprensión, a fin y efecto, que la información sea útil y que, en definitiva, el usuario no se pierda.
Ahora bien, esta necesidad de simplificación a menudo comporta que la información dada sea sólo aquella que es más necesaria -líneas y estaciones- y que no haya espacio para otros detalles que pueden parecer complementarios pero que para algunos usuarios también pueden tener su interés. En el caso de la red de Metro de Barcelona, más allá del plano oficial, hay otros que dan información poco convencional pero que permiten tener una visión mucho más amplia de la realidad de la red. Estos son algunos de los planos alternativos, con informaciones poco convencionales e incluso, desconcertantes.
Recién salido del horno, este plano es una actualización de uno anterior del 2018 elaborado por la entidad Promoció del Transport Públic (PTP) que tiene la particularidad de informar de las fechas de inauguración -y cuando conviene, de cierre- de los diferentes tramos de toda la red ferroviaria de Barcelona, incluyendo Metro, FGC, Renfe, Tram y funiculares. Así, el tramo más antiguo de todos es el de la línea de tren Barcelona-Mataró, inaugurado en 1848 y desaparecido en la capital de Catalunya en 1986. Con respecto al Metro, el tramo más antiguo es el de Lesseps-Catalunya, de 1924, pero la gracia del plano es que permite repasar el crecimiento de la red a través de las sucesivas ampliaciones.
He aquí un plano de la red de Metro que lo que propone es, curiosamente, desincentivar su uso. Y no porque el servicio no sea óptimo, sino porque lo que se propone es hacer los trayectos a pie. El plano se difundió en el portal médico 'Treated' en el año 2018, y aunque ya no es accesible en ese portal, todavía circula la imagen por Internet. La gracia de este plano es que indica las calorías que se pueden quemar haciendo los trayectos a pie, eso sí, calculado a partir de un peso medio de 70 kg que camina a una velocidad media de 4,82 kilómetros por hora, una velocidad habitual en un medio urbano.
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Si el plano oficial de la red de Metro se destaca por dar información funcional para ayudar al usuario en sus desplazamientos, lo que se puede encontrar en este es información con un nivel de detalle mucho mayor, como la ubicación de los andenes de cada estación o aspectos escondidos para el usuario convencional, como la situación de las cocheras y talleres donde se hace el mantenimiento de los convoyes. Todo eso se tiene que agradecer a Florence Jarrier, un exfuncionario francés que ha elaborado en la web Cartometro planos esmerados de bastantes redes de metro de todo el mundo. Aparte de estar actualizado, incluye también las prolongaciones programadas para el futuro.
Uno de los retos de un bueno servicio de Metro es el de llevar a los usuarios de un punto a otro de la ciudad en el mínimo tiempo posible y en eso, más allá de la frecuencia de paso del Metro, lo que tiene más importancia es el tiempo estimado entre una estación y otra. En este sentido, es bastante útil el plano editado hace un tiempo por la PTP, que calcula el tiempo que se tarda de una estación en otra en minutos. De este estilo también se puede consultar el que Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) muestra en todas las estaciones donde marca, con minutos y segundos, el tiempo de recorrido en varios tramos. La pega del de TMB es que no incluye los recorridos de FGC.
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Ahora bien, si hay un plano de Metro que en vez de dar información clara y útil, básicamente lo que hace es desconcertar, este es el que se puede consultar en la web Tourist Guide Barcelona. Su principal defecto, o si se quiere, aspecto más chillón, es que no respeta la convención geográfica que, en el caso de Barcelona, manda que los planos no estén orientados en el eje norte-sur habitual en los mapas, sino que usualmente se utiliza una configuración más simple, con la montaña en la parte de arriba y el mar en la parte de abajo. Más allá de algunos errores, lo que más llama la atención es que no tiene la orientación convencional, sino que cuenta con un giro de noventa grados que sitúa Badalona y Santa Coloma encima de todo y el Baix Llobregat debajo. Hay que mirárselo un par de veces antes de entenderlo.