El dictador Francisco Franco murió en noviembre de 1975 y su régimen no fue desguazado del todo hasta bien entrado el 1979, cuando la democracia llegó también a los ayuntamientos. El Estado español entraba en una nueva fase política donde, de sopetón, los 'demócratas de toda la vida' afloraban por todas partes y parecía que nadie quería tener nada que ver con la dictadura fascista que había gobernado España durante casi cuarenta años. Con todo, el proceso de 'desfranquització' no fue rápido -a diferencia de la desnazificación alemana- ni tampoco se hizo al mismo ritmo según el territorio.
En todo caso es cierto que en Catalunya en general y en Barcelona en particular, el franquismo visual más notorio fue desapareciendo con una cierta celeridad y la aprobación de la ley de la Memoria Histórica del 2007 significó la práctica desaparición de los vestigios franquistas, eso sí, con notorias excepciones, como el monumento de la Batalla del Ebro de Tortosa, todavía inmerso en una batalla judicial inacabable.
Con respecto a Barcelona, sobre el papel se puede creer que ya no hay restos que glorifiquen la dictadura fascista, pero lo cierto es que, si es rasca un poco, todavía quedan algunos vestigios persistentes. En la ciudad hay, al menos, estos cinco:
Un símbolo franquista que ha persistido durante muchos años en miles de localizaciones han sido las placas con el símbolo de la Falange -el yugo y las flechas- que certificaban que un determinado inmueble estaba dedicado a viviendas de protección oficial. Es el legado de la dictadura más conocido y en los últimos años el ayuntamiento las ha suprimido casi todas, gracias a campañas de eliminación sistemáticas, como la que llevó a cabo en 2016 en el distrito de Nou Barris. A pesar de eso, todavía persisten algunas, como la que luce en la fachada del edificio de la calle Francesc Pérez Cabrero, 11B, en un lateral del Turó Park (Sarrià-Sant Gervasi).
Puede pasar desapercibida, pero en el centro de Barcelona hay una gran pintada con letras de molde dedicada al fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera. Se encuentra en la calle de Santa Llúcia, justo al lado de la fachada principal de la catedral de Barcelona y está muy borrada. El letrero fue pintado justo después de la Guerra Civil en honor y gloria de este 'mártir' de la causa fascista, y aunque el tiempo casi lo ha invisibilizado, todavía se puede adivinar con un poco de paciencia. Por suerte, los miles de personas que pasan al día ni se dan cuenta de ello, porque la vista se va hacia el edificio de delante, la Casa de l'Ardiaca.
El año 1939, la entonces avenida de Pedralbes, que tenía este nombre desde 1904, fue renombrada como avenida de la Victoria, en clara referencia al triunfo de las armas franquistas. A finales de 1979 recuperó el nombre original, pero así y todo, en el número 22 un cartel mantiene el nombre franquista. Se trata de un letrero de carácter privado, ya que justo al lado está la placa oficial, y eso hace que no se pueda sacar sin la aceptación de la Comunidad de Propietarios. En octubre pasado y en el marco del consejo del Distrito de les Corts, el equipo de gobierno anunció que estaba a punto de llegar a un acuerdo que permitiría la retirada. Sin embargo, llegados en el 2022 el letrero persiste.
En medio del cementerio de Sant Andreu hay un panteón único en toda Barcelona, el llamado Panteón del Soldado. Se trata de un recinto dentro del recinto reservado al último descanso de militares y con un claro origen franquista. Aunque en los últimos años ha habido un proceso de 'desfranquización' visual, eliminando los elementos más ostentosos como escudos con el águila y también yugos y flechas, la esencia del espacio sigue siendo la misma, mantener la memoria de militares traspasados durante la dictadura franquista. La misma estatua que da paso al recinto y que representa un soldado parece una referencia clara a la 'guardia sobre los luceros', último destino de los falangistas caídos según el himno 'Cara al sol'.
Dentro del recinto del castillo de Montjuïc, pero en un punto bastante apartado y normalmente poco recorrido, se encuentra el foso de Santa Elena, un lugar que conserva un Monumento a los Caídos que, aunque actualmente ostenta una placa que dedica el espacio a 'todos aquellos que fueron fusilados en este foso de Santa Elena y de todas las víctimas de la Guerra Civil', en origen se refiere sólo a los caídos de un bando de la guerra, los que la ganaron. Ciertamente, en este espacio fueron fusilados militares rebeldes y por eso fue escogido para construir el memorial. Una escultura de clara estética franquista todavía permanece ahí, en el último monumento a los caídos franquistas después de la desaparición, hace décadas, del que había en la avenida Diagonal, justo delante del palacio de Pedralbes.