Tensión en el pleno municipal hasta el último suspiro por el debate de aprobación del plan de usos del Eixample, un punto de fricción entre comunes y socialistas que durante las últimas semanas han protagonizado un enfrentamiento descarnado por las diferencias sostenidas con respecto al régimen regulador del Eixample para evitar nuevos casos de monocultivo como el de la calle Enric Granados, que finalmente se ha resuelto con un aplazamiento que no se ha visualizado hasta el último momento. Como ya pasó en comisión, era claro que la propuesta no saldría adelante, y a pesar de todo se ha protagonizado un debate que ha permitido evidenciar que los comunes iban directos a una derrota, especialmente dolorosa por el hecho de que llegaría de la mano de sus socios de gobierno, el PSC.
Por eso, y ante las constantes peticiones de retirar la votación que les han hecho llegar durante el debate desde el PSC, Junts y la concejala no adscrita y la decisión final de ERC de abstenerse, la segunda teniente de alcaldía, Janet Sanz, se ha visto en la necesidad de retirar la votación y así, por una parte, evitar la derrota, y de la otra coger suficiente aire para poder seguir negociando para que el plan de usos se lleve al pleno del mes de febrero o, incluso, en un pleno extraordinario. Hay que tener en cuenta que si la votación se hubiera hecho, entonces habría habido que iniciar el trámite de nuevo, y de ninguna de las maneras podría estar aprobado antes de la finalización de la moratoria para instalar nuevos establecimientos de restauración en el Eixample, que vence el once de marzo.
El escenario que se abre ahora es el de seguir negociando, con la posibilidad de llegar a un acuerdo que con toda probabilidad implicaría flexibilizar la regulación en calles como la de Sepúlveda, que se ha convertido en los últimos días en el caballo de batalla del PSC en una partida de Monopoly en que los últimos días ya han cambiado de ámbito de regulación las calles Bruc, Girona y Roger de Llúria. Hay que recordar que el plan de usos del Eixample busca restringir la apertura de nuevos establecimientos de sectores con riesgo de crear situaciones de monocultivo, como ha pasado con la restauración en la calle de Enric Granados, y establece dos niveles de regulación que marcan donde y en qué condiciones pueden abrir nuevos bares y restaurantes.
Dos áreas de regulación
En concreto, el nuevo plan de usos prevé dos áreas de regulación diferentes. La primera estará constituida por las calles que ya tienen un plan de usos específico; las calles pacificadas actuales; las calles en pacificación, y finalmente las calles que se pacifiquen en un futuro. En todo este ámbito, la nueva regulación quedaria de la siguiente manera, aplicadas a los establecimientos de restauración, degustación y tiendas de conveniencia: en un radio de 50 metros solo podrá haber un máximo de 5 establecimientos y en un radio de 100 metros uno máximo de 18 establecimientos. Además, tendrá que haber una distancia lineal de 25 metros entre establecimientos. Hay que apuntar que esta regulación no afecta a los establecimientos existentes, que además se podrán traspasar, pero sí que afectará al otorgamiento de futuras licencias para nuevos negocios de estos tipos. Con respecto al segundo ámbito, la normativa se relaja y permite un máximo de 20 establecimientos en un radio de 100 metros. El escollo que separa a comunes de socialistas es la definición de los dos ámbitos.