El taxi es un sector de transporte vital para la ciudad de Barcelona y el Área Metropolitana. El amarillo y el negro son los dos colores utilizados para rotular los vehículos. Una rotulación, pues, muy específica que los identifica y los desmarca de los taxis del resto del territorio.
A nivel estatal, el taxi depende del Ministerio de Fomento y está regulado por la LOTT, la Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres. Por otro lado, cada comunidad autónoma dispone de un conjunto de leyes propias e independientes del resto de territorios del Estado. En el caso catalán, según recoge el Estatut d'Autonomia, recae en el Parlament de Catalunya la competencia en materia de transportes, urbanos e interurbanos, terrestres que transcurren íntegramente dentro del territorio catalán.
Hay dos ramas principales. Por una parte, la mayoritaria, la que corresponde a los taxis municipales y, por otra, la de los taxis de lujo o de más alta gama. Estas dos ramas dentro del sector tienen normativas diferentes, todas ellas comprendidas en el ROTT, el reglamento de la ley general que regula todo el sector.
En el marco de la ley omnibús del 2009, ejecutada durante la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, que modificaba ciertos artículos de la LOTT, empezó a gestarse uno de los principales puntos de conflicto que afectan hoy en día al sector.
VT o VTC, esta es la cuestión
Las llamadas licencias o permisos son las autorizaciones que tienen que tener los vehículos con el fin de poder dedicarse al transporte de pasajeros. Las tenemos que entender como una titulación de médico o de abogado, la cual es indispensable para ejercer como tal. Sin esta licencia, el vehículo no puede ejercer como taxi. Hay principalmente dos tipos de licencias, la VT y la VTC, con sustanciales diferencias entre ellas.
La primera rige los taxis municipales y está regulada por los ayuntamientos de donde se solicite. Con la VT se puede circular por todo el territorio nacional, pero sólo permite recoger pasajeros en el pueblo o ciudad donde se haya obtenido la licencia. Así pues, un taxi de Barcelona puede recoger clientes en el Passeig de Gràcia y llevarlos a Igualada, pero no puede recoger en Igualada, Palamós, Agramunt o cualquier otra municipio.
La segunda, competencia de la Generalitat de Catalunya, también tiene validez en todo el territorio nacional, pero además permite recoger clientes en cualquier punto. Eso sí, los servicios VTC tienen que haber estado previamente contratados (vía telefónica, página web, etc.) y se tienen que plasmar en una ficha, llamada hoja de ruta, donde se detallan elementos como la fecha de contratación, el municipio y hora de inicio de servicio o los datos básicos del cliente, entre otros.
Hay pastel para todos
Tradicionalmente las VTC surgieron para aprovechar un nicho de mercado que los taxistas no podían cubrir: las demandas de las empresas y clientes que querían moverse con vehículos de más alta gama. Así pues, en términos generales, podríamos considerar que VT y VTC no son competencia el uno del otro, ya que cada uno ocupa su espacio en el mercado y dispone de su propia cartera de clientes.
El Reglamento de la Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres contiene un artículo en el cual garantiza que haya pastel para todos. Para evitar, pues, posibles injerencias de un ámbito en el otro -aquello que popularmente se conoce como "robar clientes"- el ROTT establece una proporción de 1-30 entre los dos tipos de licencia. Así pues, por cada VTC corresponden 30 VT y, con el fin de cumplirlo, la ley permite a las administraciones el derecho a denegar la solicitud de licencias nuevas.
¿Qué los diferencia?
La licencia VTC prohíbe la captación en espera de clientes en la vía pública, tal como hacen los taxis en sus paradas o delante de hoteles o restaurantes. La VTC incluye una serie de requisitos que los vehículos tienen que cumplir en materia de medidas, potencia de motor, precio de compra o modelo. Estas condiciones específicas son una de las principales diferencias con los turismos VT, porque son las que marcan la distancia entre un taxi convencional y uno de lujo o más alta gama.
También hay diferencias en la fijación de los precios de los servicios. Los VT están limitados por el taxímetro y, por lo tanto, no pueden cobrar la cantidad que ellos quieran. Eso lo decide la administración. Las VTC, en cambio, tratándose de servicios contratados previamente, disponen de una cláusula de libertad de fijación de precios. Cada VTC puede cobrar la cantidad que quiera a sus clientes.