Para|Por muchas generaciones de barceloneses y visitantes de la ciudad, el mural de Joan Miró, era el icono que daba la bienvenida a la ciudad de Barcelona, en el Aeropuerto del Prat (cuando todavía no existía la T1), hoy convertida en la T2, la terminal secundaria de la ciudad. Miró quería donar a su ciudad natal tres obras que dieran la bienvenida a los visitantes que llegaran por tierra, mar y aire. El artista hizo realidad el mural cerámico en el Aeropuerto, hizo el mosaico del 'Plà del Òs' en la Rambla, que acoge a los que llegan por mar, y únicamente quedó pendiente una escultura monumental en el parque de Cervantes, en la entrada de la Diagonal, que tendría que haber saludado aquellos que llegaran por tierra (carretera) pero que no se llegó a construir. Inaugurado en 1970 y después de años de ostracismo en la vieja terminal relegada a los vuelos low cost i charters desde que se inauguró la T1 el año 2009, el mural de Miró vuelve a ser noticia y motivo de debate por las intenciones de Aena de trasladarlo a la terminal principal, y que han chocado con algunas voces discordantes, como la del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya (COAC) (COAC), que se ha manifestado contrario al traslado.

Traslado aprovechando las obras de la terminal 1

Desde que trascendieron las intenciones de AENA de trasladar el mural para que presida la fachada principal de la T1 avanzadas por La Vanguardia, aprovechando la remodelación de la terminal para implementar nuevas medidas de seguridad, el debate ha estado presente en el mundo de la cultura y la arquitectura. Los primeros celebran la decisión de trasladar el mural a una ubicación más relevando acuerdo con su valor artístico, pero los arquitectos, a través del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya (COAC), han alzado la voz para poner el grito en el cielo, alegando que el traslado "no tiene en cuenta el valor patrimonial de la obra" y pidiendo que el mural, junto con la estructura y la cubierta de la T2, sean considerados "Bien Cultural de Interés Nacional". La entidad ha posicionado en contra del traslado de AENA porque consideran que Joan Miró concibió el mural "en un edificio concreto, en un lugar preciso y con proporciones y colores propios". Asegura que la T2 no se puede concebir sin el mural y que forman una unidad indisociable, por lo cual ha pedido que haya alternativas para que las obras para mejorar la funcionalidad de la T2 se hagan, textualmente, sin modificar la esencia. En su texto, la entidad señala que el edificio ya fue testimonio intervenciones arquitectónicas en el pasado, como la que hizo el Taller de Arquitectura Ricard Bofill en 1991, que, "en ningún caso, supusieron la alteración de la fachada".

El COAC ve riesgo en el traslado

Está previsto que el traslado sea supervisado por la Fundación Enaire, propietaria de la obra, y la Fundación Miro, que son favorables al traslado de una obra de grandes dimensiones (50 metros de ancho por 10 de altura), que comporta una complejidad técnica. El mural que cubre la fachada es una obra realizada con 4.865 piezas de cerámica esmaltada, con los colores intensos (negro, verde, azul, rojo y amarillo) y los símbolos (estrellas, el sol, la luna, pájaros, ruedas de carruaje) que caracterizan la obra de Miró. El COAC cree que el traslado de la obra "comporta un riesgo" |para su integridad, y ha instado en AENA a que celebre un concurso público ad-hoc si quiere incorporar una obra de arte a la T1.

Miró dedicó muchas horas a la realización de este mosaico de cerámica junto con su amigo y ceramista Josep Llorens Artigas, con quien empezó a colaborar investigando con este tipo de material a partir de 1944, y realizó la obra del mural del aeropuerto. Su hijo, Joan Gardy Artigas, ayudó a su padre y a Miró cuando tenía 15 años, y se encargaba de hacer el trabajo más físico "porque ellos ya eran mayores", explicaba recientemente en La Vanguardia, dónde asegura que Miró y su padre estarían muy felices de saber que el gran mural se trasladara a la T1. Ahora, Gardy Artigas tiene 86 años, y tiene prisa para que AENA haga realidad este traslado, que Ricard Bofill, el arquitecto de la T1 ya quiso hacer cuando proyectó la nueva terminal, sin embargo, según revela el hijo de Josep Llorens Artigas, en aquel momento no había lugar donde ponerlo. Ahora, Aena ha encontrado la solución con las obras que realizará para mejorar los filtros de seguridad de la terminal, que afectará a la fachada principal, lo que se aprovechará para reubicar el mural.