Siempre se ha dicho que el cine es una fábrica de ilusiones, donde se hace posible aquello que no lo es. Como gran plató cinematográfico, Barcelona también ha generado ilusiones, pero, sobre todo muchas localizaciones, y de todo tipo, desde grandes espacios paisajísticos hasta interiores rutinarios, pasando por todo tipo de entornos históricos. Con todo, en el cine no todo es de verdad y a menudo nos dan gato por liebre, haciéndonos creer que estamos en un lugar cuando, en realidad, estamos en otro. Ahora, el libro Catalunya, plató de cinema (Viena Ediciones, 2023), revela una cuarentena de espacios cinematográficos catalanes, parte de ellos barceloneses y también descubre cómo algunos de estos platós no están situados donde parece que están.
El periodista y escritor Daniel Romaní (Barcelona, 1966), autor, entre otros, de Castells de Catalunya (2020) y Cases amb història (2021), donde ofrecía una selección de casas con inquilinos notables y, además, visitables, ofrece ahora 38 espacios donde se han filmado películas o series y han convertido el país en un gran plató. Valgan de ejemplo los escenarios de Gràcia donde se rodó La plaza del Diamant, el castillo de Cardona de Campanadas a medianoche, el faro ampurdanés de La luz del fin del mundo o el castillo de Begur de De repente, el último verano. Ahora bien, como ya se ha indicado, hay cuatro localizaciones cinematográficas que parecen de Barcelona, pero no lo son.
'La ciudad de los prodigios' y el Liceu de Reus
La película La ciudad de los prodigios de Mario Camus de 1998, basada en la novela homónima de Eduardo Mendoza está principalmente ambientada a la ciudad de Barcelona en el periodo que va de 1888 en 1929, es decir, entre las dos grandes exposiciones. La trama, los personajes y el escenario son eminentemente barceloneses, pero hay un detalle que puede hacer fruncir el ceño a los entendidos. Las secuencias del Gran Teatro del Liceu se filmaron en el... Teatre Fortuny de Reus. De hecho, se trata de dos espacios parecidos, pero grabar en el teatro lírico de Barcelona era muy complicado en aquel momento, teniendo en cuenta que se quemó en 1994 y no se reinauguró hasta el año 1999. Por sus semejanzas, Camus escogió el de Reus y ya cumplió.
El día que fusilaron a Companys en Hostalric
El año 1979 Josep Maria Forn dirigió Companys, proceso a Catalunya con Luis Iriondo en el papel del president de la Generalitat que acabó fusilado en un foso del castillo de... ¿Montjuïc? Pues no, en la ficción representa que fue así, tal como pasó realmente, pero la filmación se hizo en la fortaleza de Hostalric. Pensemos que era 1979 y los militares todavía ponían el sable sobre la mesa a la hora de negociar cualquier cosa, y el castillo de Montjuïc a pesar de estar cedido a la ciudad de Barcelona, todavía estaba bajo jurisdicción militar, y los uniformados no permitieron que se rodara la ejecución del president de la Generalitat en el lugar de los hechos. La solución, desplazarse setenta kilómetros hasta Hostalric (Selva) y filmar en la fortaleza, que también tiene baluartes y fosos y con la magia del cine, coló como si fuera plenamente barcelonés.
Verdaguer, ilustre residente de Vilanova i la Geltrú
Jacint Verdaguer fue durante quince años vecino de la Rambla de Barcelona, ya que era huésped del Marqués de Comillas, dueño del Palau Moja, edificio que hace esquina con la calle de Portaferrissa. Ahora bien, en la película El enigma Verdaguer, dirigida por Lluís Maria Güell y estrenada en 2019, se optó por filmar los interiores en la sede del Museu Romàntic Can Papiol, situado en la finca señorial del mismo nombre de Vilanova i la Geltrú y que reúne bastantes semejanzas con el palacio de la Rambla barcelonesa y menos inconvenientes, ya que el palacio Moja es sede de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Generalitat y está llena de despachos y funcionarios trabajando. Así que, en la ficción de la ficción, Verdaguer vivió un tiempo en Vilanova i la Geltrú.
Modernismo vilafranquino que pasa por barcelonés
No será por falta de casas modernistas en el Eixample de Barcelona, pero para el rodaje de la serie Habitaciones cerradas, de Lluís Maria Güell basada en una novela de Care Santos y estrenada en el 2015, no se escogió ningún edificio barcelonés, tal como pedía la trama, sino la Casa Miró, un edificio también modernista, pero de Vilafranca del Penedès. A pesar de estar situada en el Penedès, la casa sirve igualmente para explicar las vicisitudes de una familia burguesa barcelonesa a caballo entre los siglos XIX y XX y tiene, además, un componente familiar, ya que fue obra del arquitecto Santiago Güell, tío abuelo del director de la serie.