Durante décadas, el espacio que hoy ocupa el paseo Marítim de Barcelona y la playa de la Barceloneta estuvo lleno de merenderos, también conocidos como chiringuitos, que conformaron uno los espacios más icónicos del litoral barcelonés preolímpico. Las primeras casas de comidas en la playa de la Barceloneta surgieron a finales del siglo XIX, cuando los pescadores empezaron a aprovechar parte de sus capturas para cocinarlas y ofrecer comidas. A partir de la década de 1910, y gracias a los baños que empezaron a surgir en la zona, estos restaurantes en primera línea de mar empezaron a adquirir importancia y pronto se hicieron populares entre la gente del barrio y los barceloneses que bajaban de forma masiva los fines de semana.

 

El estallido de los locales en la playa en este barrio se consolidó a partir de la posguerra en el espacio comprendido entre los Banys de Sant Miquel y lo que en el futuro sería el inicio del paseo Marítim. Allí, donde mueren las calles de la trama urbana del barrio, se concentraron una multitud de restaurantes encajonados los unos al lado de los otros, ordenados a lo largo de una vía paralela a la línea de la costa. Tenían en la parte de atrás, delante del mar, terrazas con entarimados sobre la playa y en la temporada de verano clavaban directamente las mesas sobre la arena.

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Bajar a la Barceloneta a comer se convertiría en una atracción turística y en una costumbre para los barceloneses y la gente del barrio. Paella, zarzuela o parrilladas de marisco y pescado en primera línea de mar y sin pretensiones era algo que solo se podía experimentar en estos restaurantes. Ahora bien, la situación legal de los merenderos era complicada y diferente para cada uno de ellos, y su ubicación privilegiada en primera línea de mar quedó definitivamente sentenciada en 1988 con la aprobación de la ley de costas por parte del Congreso español.

Aquella ley obligaba a liberar los espacios en terreno de dominio público en la línea de costa. Después de mucha polémica, negociaciones e intentos por trasladar los chiringuitos a otros puntos del litoral, la aplicación estricta de la ley llevó a que finalmente, entre los años 1991 y 1992, los restaurantes desaparecieran bajo la acción de las máquinas excavadoras del Ministerio de Obras Públicas. El espectáculo de las máquinas derribando aquellas pequeñas edificaciones fue contemplado por los vecinos con la convicción de que una etapa de la historia del barrio quedaba cerrada para siempre. La movilización de los propietarios de los locales, de los vecinos del barrio y otros ciudadanos que defendían los merenderos como algo que había que salvar, no impedirían la demolición.

Vista Aerea
Vista aérea de los merenderos, que ocupaban parte de la playa de la Barceloneta / Foto: P.C.
Pasaje de acces
Unos pasajes estrechos entre merenderos permitían la comunicación directa de la Barceloneta con la playa / Foto: P.C.

No sería hasta pasado los Juegos Olímpicos que el espacio ocupado por los antiguos merenderos se urbanizaría para crear el paseo que podemos pisar hoy en día. Obra de los arquitectos Jaume Artigues i Vidal, Ana María Castañeda, Jordi Henrich i Monràs, Miguel Roig y Olga Tarrasó Climent, el paseo funciona como una gran plaza que recoge todas las calles de la trama urbana de la Barceloneta que acaban tangencialmente a la línea de la costa, proporcionando espacios de sombra y descanso cerca del mar. Sin embargo, la masificación turística de esta zona ha comportado que los barceloneses a menudo no puedan disfrutar de este espacio que un día les perteneció.