Esta información no es una inocentada, pero se nutre de un arte que se puede relacionarse mucho, el arte de la réplica. Barcelona es fruto de su historia bimilenaria y como cualquier asentamiento humano habitado de manera ininterrumpida se ha ido reinventando a través de los tiempos, a veces de manera sutil con el paso de los siglos y a veces de manera brutal a golpes de guerras o terremotos, y fruto de todo ello tenemos la ciudad actual.
En relación con su arquitectura, en los elementos más visibles de la ciudad no todo es tan auténtico como pueda parecer, ya que el arte de la réplica que mencionábamos más arriba permite hacer imitaciones casi perfectas. Tanto, que más de uno puede tomar por genuinos edificios que no son más que copias o recreaciones de aquello que un día fue, o que imaginamos.
En Barcelona se puede hablar mucho de lo que es auténtico y de lo que no lo es, e incluso la presunta "falsedad" de según qué es discutible. Solo con relación al arte gótico ya se han escrito libros y, a modo de ejemplo, ¿la fachada de la catedral, culminada el año 1890, es falsa o simplemente más moderna que el resto del templo? Podemos decidir que si no es una réplica o una recreación no se merece el apelativo de falso, pero entonces tampoco es falso el puente de la calle del Bisbe, que todavía no ha hecho ni cien años.
El debate está abierto, y para alimentarlo, o simplemente para dejarnos sorprender un poco, aquí van diez construcciones de Barcelona que podemos tomar por auténticas, pero que, según un criterio variable y subjetivo, también podemos considerar como falsas.
La réplica de las réplicas y la más obvia de todas, aunque no descartamos que algún despistado considere todo el complejo como auténtico. Construido con motivo de la Exposición Universal del año 1929, la idea era construir un pueblo ideal a partir de un pastiche donde se mezclan estilos arquitectónicos tradicionales de todos los rincones de España. La intención era derribarlo una vez acabada la Expo, no obstante, el éxito de público comportó que se conservara y lo ha mantenido de pie hasta la actualidad. El complejo ha servido un poco para todo, y cada pocos años se anuncian nuevos planes para reorientar su oferta, porque al fin y al cabo, no se sabe exactamente para qué sirve.
Sin salir de Montjuïc, y al lado de la Font Màgica se encuentra el Pabellón Mies van der Rohe. Construido como pabellón de Alemania para la Exposición Internacional de 1929, es un referente internacional de la arquitectura minimalista y funcional y es considerado como monumento emblemático de la arquitectura moderna del siglo XX. Todo perfecto a excepción que no se trata del pabellón original —que, a diferencia del Poble Español, sí que fue desguazado una vez acabada la muestra internacional— sino una reconstrucción de 1986. Ahora, si no lo dicen, cuela como original entre expresiones de admiración —que las sigue mereciendo.
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Continuando con la exposición de 1929 a Montjuïc, el año 1919 el arquitecto Josep Puig i Cadafalch construyó cuatro columnas monumentales con capiteles jónicos como alegoría de las cuatro barras de la senyera. Esta conexión catalanista hizo que la dictadura de Primo de Rivera decretara su demolición en 1928. Hasta que en el año 2010, y en medio de una de las típicas polémicas barcelonesas sobre la oportunidad de reconstruirlas o no, se volvieron a levantar. No están exactamente en su lugar original y evidentemente, son una réplica. Aun así, como pasa con la rambla del Raval, los hay quien cree que están allí de toda la vida.
La Exposición de 1929 fue un filón de construcciones poco auténticas, pero esta es quizás de las más desconocidas. En una hondonada tras el Palau Nacional está el Jardín Botánico Histórico, de entrada libre, y allí se puede disfrutar de una impresionante masía... construida expresamente para la ocasión. La voluntad original era hacer una granja modelo y para la masía no se escatimaron detalles talmente como si fuera la casa solariega de una familia poderosa de la Catalunya rural: ventanas góticas, reloj de sol, galería... Actualmente, es la sede de la Associació d'Amics del Jardí Botànic de Barcelona. Hace bonito, pero nunca encabezó una explotación agraria.
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Otro pabellón hecho para una exposición, en este caso, el de la República española para la Exposición Internacional de 1937 de París. Por su doble importancia, arquitectónica, por una parte, y de testimonio de la lucha contra el fascismo, por la otra, en la Barcelona preolímpica se levantó una réplica prácticamente exacta —en el nuevo edificio hay ascensor y sótano— del edificio diseñado por Josep Lluís Sert y hecha con los mismos materiales, situada en el barrio de la Vall d'Hebron. También hay una réplica a medida real del cuadro más conocido que se expuso, el Guernica de Picasso. Todo falso, pero muy bonito de ver.
Si la Exposición de 1929 dio mucho de sí con respecto a edificios de dudosa veracidad, el legado supuestamente gótico da para mucho, pero tampoco tenemos que caer en el error de creer que todo es de mentira. En todo caso, un buen ejemplo es el edificio situado en el paseo del Born número 17. Aunque la fachada aparente el esplendor de un palacio medieval, la construcción es de 1965 y reproduce el modelo de "casa catalana" que en su momento formuló el arquitecto Josep Puig i Cadafalch con fachadas de sillar, ajimeces, galería porticada y torre con almenas. Tiene buena pinta, pero no tiene solera.
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Otra construcción de recreación gótica, pero sujeto a debate. ¿Se puede considerar falsa una construcción de gótico flamígero solo porque fue creada en 1928? Es cierto es que este estilo gótico no llegó a Catalunya en su momento y, por lo tanto, el puente resulta extemporáneo y fuera de lugar, pero también es verdad que no es ninguna réplica de nada preexistente y es funcional, ya que permite la comunicación entre el Palau de la Generalitat y la Casa dels Canonges, y encima son muchos los que lo encuentran bonito y hacen fotografías. De acuerdo, induce a error, pero, sin embargo, llama la atención.
El edificio de más a la derecha de las murallas de la plaza de Ramon Berenguer el Gran tiene hoy en día la fisonomía propia de la ideal "casa catalana" de Puig i Cadafalch, pero hasta los años cuarenta del siglo XX allí mismo había un edificio de viviendas con balcones y persianas sin más, como los hay a centenares en Barcelona. La reconstrucción gótica que se llevó a cabo durante todos aquellos años hace que ahora quede integrada con el resto de edificios y forme parte de un conjunto más o menos medieval. El caso del Palau Pignatelli de la calle Arcs es bastante parecido. Sí, pero no.
En la plaza Nova de Barcelona se puede disfrutar de un primer arco de un supuesto acueducto romano que traía el agua a la antigua ciudad de Bàrcino. Supuesto porque su construcción es tan reciente como de 1958 dentro de los proyectos de monumentalización de la zona que se llevaron a cabo después de la apertura de la avenida de la Catedral. El arco en cuestión es falso, o si se quiere, simplemente contemporáneo, pero si alguien quiere ver restos auténticos solo se tiene que desplazar 150 metros hasta la plaza del 8 de marzo, donde empotrados en la pared de un edificio verá tres arcos que sí que forman parte del acueducto romano y que afloraron en 1994.
Es una de las atracciones más estimadas del Parque del Tibidabo y para generaciones de barceloneses, el primer avión que cogieron en su vida. Aunque parezca auténtico, es una réplica, en concreto del primer avión que hizo el vuelo Barcelona-Madrid en 1927, y es de la misma época, ya que fue inaugurado en 1928. Con todo, el avión es menos de pega de lo que parece, porque está impulsado por su propia hélice y conserva algún elemento original, como la estación radiotelefónica. En 2017 fue ampliamente restaurado y se calcula que hasta aquel momento había dado el equivalente a veinte vueltas al mundo.