Una decena de entidades ecologistas, entre las cuales hay Greenpeace o la plataforma vecinal Airenet, se manifestarán para pedir el cierre de la planta incineradora del Besòs, ya que consideran que contamina en exceso, afecta a la salud de los ciudadanos y provoca muy malos olores. La planta, que está operada por la empresa Tersa y participada al 59% por Barcelona Serveis Municipals, está siendo objeto de una investigación por parte de la Fiscalía de Medio Ambiente a raíz de una denuncia de los vecinos por sus altas emisiones de dioxinas y malos olores.
La marcha será este sábado y empezará a las once de la mañana en el parque del Fòrum y avanzará hasta la planta, que se encuentra cerca de la desembocadura del Besòs. Las entidades organizadoras defienden que la planta es uno de los factores que han ayudado al aumento de la contaminación de Barcelona en el último año.
⚠️���� Sábado 01/12 nos movilizamos por|para el cierre de Tersa y para defender nuestra salut!���� #proucontaminació
— Greenpeace Catalunya (@GreenpeaceCAT) 28 de noviembre de 2018
���� 11h en el Museo Blau (Plaza Llevant) de #Barcelona
¡Te esperamos! ���� pic.twitter.com/wB59vbDC6Z
La contradicción de Colau
Antes de empezar su mandato como alcaldesa, Ada Colau se comprometió a promover la creación de un operador energético municipal íntegramente sostenible, ya que según su programa municipal, el modelo energético de Barcelona tiene "consecuencias negativas para la salud y el entorno" y al mismo tiempo se comprometía a no llevar más residuos a las incineradoras, como la del Besòs, ya que favorecen al cambio climático.
Ahora bien, desde 2015 no sólo no se ha reducido el volumen de residuos que se llevan a las incineradoras sino que se ha aumentado durante el gobierno Colau en Barcelona y, al mismo tiempo, también quería usar las incineradoras para la eléctrica municipal, pero tuvo que retroceder por la presión de los mismos ecologistas debido a la contaminación de la planta en la ciudad.
Los estudios que avalan a los vecinos
De hecho, ya hay estudios que dan apoyo a estas tesis, como por ejemplo uno de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona publicado en Science of the Total Environment, que destaca la alta concentración en el aire de dioxinas en la zona próxima a la incineradora. Concretamente, el informe asegura que esta concentración es de 0,044 pg OMS-TEQ/m3 (picogramos de toxicidad, equivalente por kilogramo por metro cúbico), cifra muy superior a la recomendada. El informe también destaca que esta cifra es la más alta de Catalunya en estos ambientes y que incluso es cinco veces más elevada que zonas con equipamientos similares como Mataró, Tarragona o Girona.
Por otro lado, el informe de Salut de Barcelona del 2017, presentado este mismo mes de noviembre, destaca que la calidad del aire en Barcelona es realmente mala, ya que supera las los niveles de contaminación recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), sobre todo el dióxido de nitrógeno (NO2) y material particulado (PM10). Según este mismo informe, los niveles de estos dos contaminantes han aumentado entre un 7 y un 12% desde el último año.
Esta mala calidad del aire, que ha ido en aumento en los últimos años en Barcelona, provoca más de 400 muertes prematuras en la ciudad cada año, según el mismo informe de Salut de la ciudad, ya que más del 70% de la población está expuesta a niveles de contaminación superiores de los recomendado por la OMS.
Con respecto a los efectos de una alta exposición continuada a la contaminación, incluyendo el episodios de riesgo, los ciudadanos de Barcelona tienen más facilidad para contraer enfermedades cardiovasculares y respiratorias, cáncer, especialmente de pulmón o un aumento de la mortalidad prematura. En colectivos de riesgo, como los niños, la tercera edad o las embarazadas, podría darse un aumento del uso de los servicios sanitarios, ya sea por enfermedades diversas o por el uso del servicio de urgencias o el retraso del crecimiento del feto.